Buscado por amar

Capítulo 66

-Yo que tú no lo haría –susurró aquel joven pelinegro-. Naruto kun suele ponerse de muy mal humor cuando alguien que no es de su confianza lo toca.

Sasuke al sentir que alguien lo agarraba, se soltó de un manotazo el toque ajeno, y se alejó de ahí contra la pared contraria sin importarle haber abandonado al rubio.

-¿Quién eres? –preguntó, intentando regular su respiración.

El pelinegro elevó una ceja y empezó a reír ante el temor del otro, era por este tipo de cosas que adoraba asustar a civiles, se creían grandes cosas hasta que las cartas iban en contra suyo, y cuando esto ocurría, eran peor que gallinas a punto de dar un huevo.

-¿Acaso no sabes para qué entrenas tanto? –burló con una sonrisa, uno no podía decirse si estaba feliz o triste, era una mueca mucho más rara de las que ponía el rubio-. Creo que ese cerebro tuyo nunca va a funcionar.

Sasuke frunció el ceño intentando buscar una salida para huir, pero el otro azabache se le adelantó impidiendo todas sus salidas.

-Te he estado observando –comentó como si fuera cualquier cosa-, un simple civil que tuvo la oportunidad de unirse al traidor del grupo, el menor de una familia respetada que siempre cree tener todo por los beneficios de su hermano mayor –contó recogiendo uno de los shuriken de madera del suelo, y Sasuke sudó frío-, pero a diferencia del lindo pelirrojo, tú no pareces muy interesado en el bienestar del zorro.

-¿Y eso que tiene que ver?

Sai lo ojeó por un momento, y solo por fastidiar, lanzó el shuriken hacía él. Sasuke inertemente lo esquivó con un rápido movimiento aprendido por el rubio mientras retrocedía en tropiezos. Se iba a caer, así que con ambas manos, se sostuvo en la pared intimidado por el otro.

-Necesito matar al traidor –le confesó en un susurro-, pero no puedo acercarme por ustedes. Iruka san y Kakashi san lo han metido en una escuela protegida por dos grandes leyendas, siempre está rodeado de alguien fuerte. Cuando estuvieron en tu casa, un tipo no me permitió entrar para cumplir mi labor y debí quedarme fuera. En aquel estacionamiento no pude atacarlo por el lindo pelirrojo, siempre hay algo que me impide hacerlo, pero me he dado cuenta que cuando está contigo las defensas caen notablemente.

-¿Por qué me cuentas todo esto? –preguntó- ¿Por qué no lo matas en este momento?

-No puedo hacerlo aquí, sus padres están abajo y me atraparían –esputó-. Así que vine a ofrecerte un trato. Un trato que alguien tan egocéntrico y estúpido como tú nunca negaría.

Sasuke iba a quejarse, pero Sai seguía con aquella sonrisa indescifrable que asustaba mucho.

-¿Cuál trato? -preguntó.

-Si aceptas ser mi aliado, podré decirte la verdad de tu hermano allá en Rusia. Tienes mi palabra.

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-Oye dobe –lo empujó del hombro bueno para que no se molestara-, ha pasado media hora y sigues dormido. Si ya no vamos a entrenar mejor voy avanzando a los baños.

Sasuke se paró apoyándose en la pierna derecha, mientras cruzaba los brazos claramente molesto.

El rubio se había movido ligeramente, pero las ganas de dormir aún lo poseían. El azabache frustrado intentó empujarlo un poco más, pero Naruto en un intento de que no lo fastidien lo atrapó entre sus piernas impidiéndole salir.

-Hey dobe –gruñó-, suéltame, quiero ir a bañarme. Apesto.

Sin más, mientras más se movía, más fuerte era el abrazo del rubio con sus piernas.