Capítulo 42

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-Es otra presencia –gimió con dolor, puede que la bala no le haya perforado la piel, pero el roce rasgó parte de la manga corta de la camisa. Gaara ya se había puesto el casco en ese momento, así que cuando levantó la cabeza, la bala de igual forma solo le rozó el casco, y este solo pudo sentir como si alguien lo empujara para atrás.

-¡Que está ocurriendo! –gritó.

El estacionamiento se encontraba casi vacío, a excepción de algunas camionetas negras y un auto blanco... con lunas polarizadas en su totalidad.

-Tenemos que huir –gruñó en forma de susurro para que solo Gaara lo pueda oír-. Esto sonará trinchado, pero si te dan intenta soportar el dolor hasta que estemos fuera.

-¿Qué si me dan soportar el dolor? –Jaleó- ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué nos atacan?

-Tengo una vaga idea, pero lo importante ahora es huir.

Ellos habían estacionado en la parte más metida del estacionamiento, y para salir tenía que pasar obligatoriamente por alguno de los autos. Todos tenían las ventanillas casi completamente cerradas, pero aquella diminuta rajadura era lo suficiente como para disparar. Si quería salir vivo, debía acelerar a más de la velocidad promedio de una bala.

-Escúchame claramente. Ellos no tienen la luna completamente abierta para no poder recibir balazos. Me olvide mi pistola favorita en casa y no traje ninguna arma de largo alcance, excepto una –Naruto con su brazo sano revisó la zona donde le rozó la bala, había un poco de piel rasgada y sangre brotando.

-¿Dónde está?

-Si estiras tu mano llegarás a cogerla debajo del asiento trasero, es una pistola simple semi automática, deberás tener mucha precisión.

-¿Quieres que les dispare? –Gaara dejó de buscar la pistola, como si lo que acabara de decir es que esta se encontraba contaminada de sida. Disparar con balas reales ya eran cosas mayores, él ni siquiera se había graduado.

-Lo haría yo, pero mi brazo está herido, mi puntería puede fallar un poco.

El ojos aguamarina se mordió el labio, no quería salir herido, pero tampoco quería matar. O ser matado. Naruto sabía que Gaara tenía aquel temor de matar a alguien, si lo recordaba, aquel día él también lo tuvo. Pero ya estaba acostumbrado.

-Lo haré yo –murmuró rendido, pero alerta-, solo intenta no soltarte mucho, voy a acelerar bastante.

Gaara respiró tranquilo mientras le pasaba a escondidas la pistola, Naruto para entonces lentamente había avanzado hasta un punto muerto entre las vigas de cemento. La situación era excitante, cualquier error y uno de ellos podía morir, Gaara se había colado en el asunto si querer y ahora se encontraba obligado a ayudarlo a sobrevivir.

-¿¡Quieres que corra sangre hijo de puta!? –gritó el rubio riéndose-. Puede que no esté en Rusia, pero aun sé cómo manejar una pistola y matar sangrientamente.

Gaara lo abrazó con fuerza nuevamente de la camisa, pero esta vez lo hacía rogando no morir por una bala. Aquel tono de Naruto era raro, es como si estuviera loco y disfrutara el hacer esto. Tal vez lo que más le sorprendió de todo esto era que Naruto afirmara saber manejar un arma, y que al parecer tuviera uno escondida en su moto, no era alguien del cual se encontraría orgulloso. Entonces sintió como la piel del rubio se erizaba hasta ponerse dura segundos más tarde.

-Maldito demonio, monstruo –gritaron dentro de una de las camionetas negras, se escuchó el sonido de algunos rifles cargándose, y después se silenció-. Haremos que pagues tu traición.

Buscado por amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora