Buscado por amar

Capítulo 106

El pequeño artefacto electrónico con forma de bicho caminó por las paredes antes de entrar en una ranura que se habría originado por la falta de mantenimiento. Sus pequeñas patas, todas cubiertas de arcilla, se habían encargado de esparcirla en cantidades tan pequeñas y variadas que buscarlas todas sería prácticamente imposible. Se enorgullecía de sus inventos, en especial de aquellos que le permitían unir sus dos grandes pasiones, la escultura y las explosiones.

Sonrió levemente antes de hacerlo explotar por control de voz, eliminando prueba alguna de lo que alguna vez fue un prototipo experimental. A su vez, sacó una pequeña araña mecánica que soltó y empezó a activar su sistema de manejo por control externo, que se conectaba con el artefacto que llevaba en el ojo para poder fotografiar cosas. Tenía la vista cubierta en todo el perímetro escolar sin la necesidad de entrar en la escuela.

-Disculpe -dijo una chica que chocó casualmente con él, y Deidara le sonrió.

-Discúlpeme usted a mí señorita -respondió en un acento japonés con rasgos británicos, aparentando tener poco manejo con el idioma.

La jovencita se fue sonrojada hacia un grupo de chicas de su edad, que empezaron a exclamar de lo lindo que era aquel chico. Deidara chasqueó la lengua cuando la mocosa se largó de su vista, furioso de que casi le ordenara a su mini dron morirse cuando pensaba gritarle a la tipa ciega que no se fijaba por donde caminaba. Para tranquilizarse, tomó asiento en una de las bancas del parque que daba vista a los árboles de cerezo que aún no florecían, y volvió a prestar atención a sus ojos en la escuela.

La araña había logrado llegar a la escuela sin problemas, y sacó un chicle para masticar mientras le ordenaba avanzar y entrar por los ductos de aire. No fue complicado guiare, ya que el primer bicho que había enviado le había fotografiado los planos de construcción y podía tomar el camino más corto para llegar.

-Sai es un imbécil -exclamó Sasuke. Deidara abrió los ojos al escuchar el nombre de Sai, y le ordenó a la araña a seguirlos. El joven azabache avanzaba con un pelirrojo, quien parecía estar a punto de explotar. Tenía la vista colérica, pero no le respondía a pesar de que le daba charla-. Si tan solo no fuera tan impulsivo, no hubiéramos tenido problemas y encontraríamos la arcilla de Deidara.

El rubio frunció el ceño al escuchar su nombre. Pensó que había llevado un total control sobre sus acciones, y que un simple civil como lo era él supiera de su existencia frustraba gran parte de su plan principal. Le causó sorpresa escuchar que Sai se encontraba con ellos, mejor dicho, que estuviera con ellos y no completara su misión.

-Tú te pasaste tonto -respondió el pelirrojo-, Sai-kun no actúa porque así.

Giró la cabeza ocultando una muesca de molestia que Sasuke no pasó desapercibido, y ambos entraron en la enfermería que se encontraba vacía como lo había estado casi todos los días. En cierto punto ya habían dejado de estar preguntando por la enfermera y ellos mismo cogían los insumos para curarse, Naruto los había vuelto independientes en ese caso. Limpió la herida con desinfectante mientras que Sasuke jugueteaba con su teléfono. Había pensado en llamar al rubio para saber dónde estaba, pero luego recordó que se había ido con su hermano y se le pasó la idea.

La araña de Deidara se acercó lo suficiente a Gaara como para saltar a su ropa y esconderse en ella sin que se percataran, y cuando finalizaron en curar al pelirrojo, volvieron a clases. Sai se encontraba con ganas de golpear algo, y para su desquite casi había destrozado el saco de boxeo de cincuenta kilos que habían obtenido hace un par de semanas con el presupuesto del mes.

-Si lo rompes lo pagas -exclamó Sasuke, y el azabache con un último golpe mandó a volar el saco. Se descolgó por completo y cayó al suelo en un sonido hueco, asustando a los que estaban entrando recién al domo. Gaara se acercó a ver qué era lo que pasaba, pero al toparse con los ojos de Sai dio media vuelta. El Umino intentó avanzar hasta él, pero luego negó la idea y volvió a colgar como pudo el saco para seguir golpeándolo a lo loco.