1; Red.

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Pasos apresurados podían escucharse por los solitarios pasillos del arca. Todos los Noah estaban ocupados con sus propios asuntos como para hacer caso alguno al bullicio generado por uno de ellos.

Aquel que estúpidamente había decidido cuidar a un gamberro de ocho años.

Tyki se cuestionaba su toma de decisiones en esos momentos.

Sólo había pasado un mes. Un maldito mes en que el criajo había logrado escapar de él más veces de las que le gustaría admitir, pero que Road no dudaba en recordarle todos los días durante sus reuniones familiares.

En donde, por cierto, el criajo aquel la secundaba con sonrisas altaneras que hacían reír incluso al más sádico de todos. Del Conde ya ni hablemos.

Por un lado, era un alivio que reservase su apariencia estúpida para ocasiones en que Red, como se había llamado a sí mismo en falta de un verdadero nombre, no estaba con ellos. Seguramente el chico no le toleraría más de lo poco que ya lo hacía.

Miró hacia los lados, inspeccionando cada habitación del arca que le parecía un posible escondite para el mocoso que buscaba y suspiró innumerables veces al no poder encontrarlo.

Llevaba en eso un mes, pero en ese instante la búsqueda se le estaba haciendo eterna. Recordaba la razón del escape de ese día y se echaba la culpa a sí mismo por haber sido lo suficientemente idiota como para creer que el chico querría quedarse tranquilamente en casa mientras él regresaba con sus amigos humanos.

La mayoría de los Noah odiaba a la humanidad, hasta donde tenía entendido, sin embargo Red no la aborrecía demasiado. Aún así, Tyki no se arriesgaría a sacar al crío de allí. Era una orden directa del Conde del Milenio después de todo.

Nadie debería llevar al menor de ellos fuera, no sin su autorización y dudaba mucho que la diera en esos días.

Red tenía inocencia. Su brazo era un arma anti-akuma que le haría un claro objetivo para los exorcistas en caso de que le vieran por casualidad siquiera.

Mikk lo sabía, podía entenderlo porque cuando encontró al chico notó la presencia de un general de la Orden.

Cross Marian.

Estaba cerca, probablemente, pero no alcanzaría a verlos ni esforzándose. Por ello arrastró al pequeño mocoso con Road y él sin pensarlo un segundo.

Podía sentir la leve presencia de un Noah en él o bueno, esa fue su excusa. Jamás diría en voz alta que aquel general le crispaba los nervios hasta el punto de hacerle actuar estúpidamente. Además, Red le había interesado desde que sus ojos se cruzaron con ese gamberro.

Había algo en él que le atraía... Quizás era el potencial que el chico tenía en el póker. Sí, la verdad sí era eso.

El castaño era su aprendiz del póker, cuando jugaban era de los pocos momentos en que se quedaba absolutamente quieto y sus muecas amargas eran reemplazadas por una indiferencia total.

En sólo un mes ese crío había logrado ganarle veinte veces. Estaba enfadado y orgulloso.

Por no decir que le agradaban las caras de todos cuando le veían, todavía recordaba la primera impresión que se llevaron. Su crío había conmocionado a cada miembro de los Noah presente ese día.

La decisión de mantenerles con ellos hasta su despertar la había tomado Road, a quien le había caído en gracia la reacción colectiva y, por complacer más que otra cosa, el Conde había dado el sí a su pedido.

La chica estaba más consentida que...

—¡Al fin te encuentro, mocoso del mal!

Dejando de lado las ironías. Tyki se sintió aliviado de verle aún dentro del arca, más de una vez la consentida de los Noah le había ayudado a huir, todo por ver la revolución que causaba su desaparición.

Esa chica quería ver el mundo arder, en serio.

Red ni se inmutó siguió trazando círculos invisibles en la pared junto a la puerta del comedor, tarareaba alegremente alguna canción que a saber dónde había escuchado y se le notaba concentrado.

—Eh, que te hablé —se acercó a él exasperado, el niño le estaba ignorando—. Mocoso, deja de ser tan infantil. No puedo llevarte con...

—Silencio, viejo —bufó—. ¿No ves que estoy ocupado?

«Ya. Haciendo dibujitos mientras esperas la cena, es que este crío es...»

—Red...

—Ese es mi nombre, no lo gastes —le miró mal—. Además, ¿qué haces aquí? ¿No ibas a irte con tus amiguitos? Seguro que te esperan, adiós.

Tyki no tenía en claro qué era él para ese niño, ¿un hermano? ¿Un padre? ¿El tipo que le secuestró y evitaba que otros le atiborraran de dulces? Pffff, no tenía ni idea.

Suspiró apoyándose en la pared junto a él con los brazos cruzados, el castaño volvió a su trazado en piedra y, para él, aquello sólo era un sinsentido producto del berrinche.

—Mocoso...

—Me desconcentras, Tyki.

—Mocoso, no te molestes.

—No estoy molesto —farfulló enojado—. ¿Por qué debería estarlo? Un tipo me secuestró y me unió a algo que no entiendo para después irse con sus amigos y dejarme botado.

Ah... Entonces sí era por lo del secuestro y los dulces.

Suspiró.

—Ya te lo expliqué —más o menos—. Y de todos modos voy a volver de vez en cuando, tengo una vida que...

—Yo también tenía una vida —no realmente—, aún así me arrastraste a esto.

Tyki se resignó a tener a un crío molesto con él, después de todo no podía razonar con él.

Tendría que esperar a que papá Conde decidiera hacer aparición durante la cena para que Red le acribillara a indirectas.

Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando, al suspirar una última vez con la intención de retirarse, Road se les unió con una extraña mueca en el rostro.

—¡Sabía que estarían aquí! —fueron sus palabras antes de acercarse al niño y abrazarle—. El Conde lleva media hora buscándote, Red, tiene algo que decirte.

—¿A mí? —cuestionó dejando sus trazados invisibles—. ¿No a ese?

Tyki ignoró el sentimiento de felicidad que le embargó al haber evolucionado de eso a ese. El niño le estaba convirtiendo en un conformista.

Road sonrió.

—Con Tyki también tiene que hablar —afirmó—. Sin embargo, tú eres más importante en este momento.

Ella sabía manejar muy bien con los gamberros como Red, era complaciente con él y le proporcionaba el amor que el chico renegaba de su supuesto tutor (como se había autonombrado Tyki).

Fue así como se dejó arrastrar por ella rumbo a la ubicación del Conde del Milenio, seguidos por un hombre pesimista con un mal presentimiento.

Sí... A veces Tyki se preguntaba qué sería del chico si no le hubiera arrastrado con él.

Mi mamá me dijo que tengo talento y yo se los vengo a ofertar, por el bajo precio de una estrellita y un "Barbie digievolusiona" les sigo esta wea :'v #Mendigando xd

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora