Noah.

84; Las memorias de Kanda.

La calidez era agradecida, pero no podía evitar sentirse irritado.

Allen sonreía con tranquilidad, siendo rodeado por una manta que la dama que los recibió no dudó en ofrecerle como "tributo", como si el chico fuera alguna clase extraña de dios pagano del que nadie sabía nada.

Los dueños del hogar al que Walker había llevado a Kanda no hacían más que rodearlo, alegaban alegría por volver a verlo, halagando sus facciones y la madurez que el muchacho parecía presentar. Ignoraban a Yuu, el exorcista lo agradecía, prefería mantener el contacto al mínimo puesto que aquellas dos jovencitas resultaban irritantes.

El problema para él, sin embargo, radicaba en el hecho de que toda aquella atención de la que era librado, se dirigía hacia el más egocéntrico muchacho que pudo haber conocido en toda su vida.

No le molestaba el hecho de que se interesaran en el Moyashi, le generaba curiosidad la alabanza que presentaban y le resultaba insultante el que agrandasen aquel ego con el que tendría el infortunio de viajar de ahora en adelante.

Soportar a Allen Walker ya de por sí era difícil, ¿qué demonios haría ahora que su narcisismo estaba siendo acariciado con tantas ganas?

Suspiró, desviando la mirada del muchacho y centrándose únicamente en la manera en que el fuego de la chimenea quemaba la madera. Resultaba intrigante, seguía irritado, pero al menos ya no tenía hambre.

Moyashi siempre tuvo a donde ir, incluso así ambos acabaron en un hostal y él tuvo que soportar a una anciana hostigándolo con propuestas indecentes y poco más...

Cerró los ojos, frunciendo el ceño.

Nuevamente, el sonriente rostro de un molesto castaño llegó a él, abofeteándolo con la hostilidad de sus palabras y las dobles intenciones en cada una de sus acciones.

«—Allen está tan prendado de ti, que me resulta imposible entender por qué no te detienes —había dicho, poco después de una primera discusión—. Él es irritante, cuando algo le gusta se vuelve insoportable y he vivido con él las suficientes aventuras, como para saber que contigo es tan serio que no hará ningún movimiento.»

Gruñó.

¿Qué demonios esperaba que dijera luego de escuchar semerenda estupidez?

En aquella situación, ni siquiera ánimos para reír tuvo. Sabía demasiado bien lo que el Moyashi afirmaba sentir, intentaba ignorarlo e incluso algunas veces lo lograba, Walker no insistía a pesar de recordarle casi constantemente la existencia de un sentimiento dedicado a su persona.

Sin embargo, las cosas, los sentimientos... Todo aquello se camuflaba entre bromas, depresiones y las diferentes situaciones a las que eran sometidos.

Bien, pensando un poco en ello (ya que no tenía nada mejor que hacer y su supuesto "enamorado" se encontraba entretenido entre halagos y alabanzas de un duo de hermanas demasiado... Confianzudas), quizá la culpa era suya.

Allen Walker, Orden Oscura, mes dos.

Todavía podía recordarlo...

En realidad, había cosas que definitivamente quería olvidar.

Las cosas eran sencillas, a él no le agradaba el niño y al niño tampoco le agradaba él... Entonces, siguiendo esa lógica no debería haber margen de error. Las disputas generaban más tensiones de las necesarias, lo más sano era evitar y contrario a ello...

Kanda suspiró, demasiado hastiado para su propio gusto, mientras ignoraba el bulto blanquecino que sollozaba desvergonzadamente en la esquina más cercana al baño.