40; Odio.

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El aire escapaba, sus pulmones clamaban por él y dolía, la presión en su cuello lo hacía.

Estaba asustada.

¿Por qué estaba sucediendo eso? Miró hacia Allen y Lavi, ¿por qué ellos no reaccionaban?

No quería ser protegida, pero tampoco quería morir sabiendo que ellos le seguirían al más allá, tenía que haber una forma de que escapasen, pero...

Escuchó a Chaoji murmurar algo, sus ojos fueron hacia él, completamente llorosos y sus miradas se encontraron, un nuevo miedo acudió a ella.

¿Él también iba a morir? No quería, ¿por qué?

Dios era cruel, no trabajaba para él. Odiaba la Orden.

Sollozó, sus ojos fueron hacia su asesino, detalló la cosa frente a él y supo lo que Allen debía estar sintiendo.

Era traición.

Ese no era el hombre que educó a Allen Walker, no era la causa de sus salidas nocturnas, no era el motivo por el que sonreía hacia una baraja de cartas, tampoco sería jamás aquel que despertó en él algo parecido al cariño.

Porque lo sabía, ambos eran iguales.

Ellos dos, Kanda y Lavi lo eran.

Habían perdido la fe en la humanidad, en la justicia divina y todas aquellas tonterías por las que estaban trabajando, sin embargo había algo que los motivaba a seguir sin importar nada.

Y el suyo lo aprendió aquella noche en que los akumas mataron a la tripulación del barco, todo gracias a Allen.

Su motivo era su fe, no en Dios, no en la Orden, ni siquiera en ella misma.

Era su confianza plena en que Allen Walker volvería a casa y que, como su amiga, debería de recibirlo.

Era la seguridad de que el aprendiz de bookman caería desmayado nada más pisar la entrada de la Orden, de que ella como su más vieja amiga debería patearlo y obligarlo a ir a su habitación.

Era la tranquilidad que le transmitía saber que Kanda Yuu aparecería en su habitación después de una dura batalla para pedir algo que sujetase su cabello, o que simplemente la invitaría a meditar con él y Allen.

Pero sobre todo, aquel motivo que la mantenía con vida hasta ahora, era el saber que su hermano mayor estaba en la central, trabajando hasta el desmayo para que la Orden fuera un hogar, para que nadie volviera a morir...

Y ella sabía que debería sobrevivir una vez más, sólo una vez más para ayudarle, para abrazar a Komui y decirle lo mucho que lo quería, que no le importaban las vergüenzas, Komurines o protección exagerada; Sólo quería decirle que era el mejor hermano del mundo, darle un abrazo y llorar nuevamente porque le adoraba de manera impresionante.

Sólo quería ver una vez más su sonrisa, sólo...

Sus ojos se cerraron, rendidos ante el fatal destino que le esperaba y escuchó algo.

Un grito.

Chaoji corría hacia ellos, eso la motivó nuevamente, ver cómo el suelo retumbaba, haciéndole caer y distrayendo a aquel que la atacaba lo hizo.

Movió sus piernas, pateó con todas sus fuerzas e ignoró el dolor.

De algún modo logró que la soltase y cayó, el derrumbe siguió aún, provocando que un viga amenazara con caer sobre ellos, sobre Allen y Lavi quienes no estaban tan lejos y cerró los ojos con fuerza, preparada.

Pero nada pasó.

Abrió sus ojos sorprendida y notó a Chaoji allí, sosteniendo aquella pesada cosa y forzándose a soportarla.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora