41; Músico.

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La primera vez que le vio fue por casualidad, ni siquiera había estado en su busca, se negaba a hacerlo después de diez años sin éxito alguno.

¿Por qué se unió a la Orden? Muchos se lo preguntaban, no era precisamente el más amado de los generales, ni siquiera se esforzaba en mostrar una mínima de respeto por ellos siquiera.

Simplemente era víctima de las circunstancias, nada más.

Se había rendido a ello, por eso había dejado la búsqueda de Allen como algo sin motivo, sólo era un sinsentido.

La promesa a un difunto... La promesa a un desaparecido.

Aquel día había estado huyendo, por decirle de algún modo, de un molesto sujeto que insistía en querer hablar con él sobre "asuntos" interesantes.

Era hombre, conocía la clase de miradas que daban los de su tipo a personas que despertaban un "algo".

Y por eso se excusó de manera cordial, tenía trabajo que hacer, quizás otro día (y en otra vida, cuando ese tipo no tuviera algo colgando entre sus piernas, gracias).

Fue así como acabó caminando sin rumbo fijo, valiéndose de la habilidad de María para que su molesto acosador no le hallase incluso teniéndole frente a sus narices.

Y pasó.

Justo antes de girar una esquina, sintió algo chocar contra sus piernas y seguidamente escuchó la maldición de alguna niñita precoz, miró hacia abajo.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, no pudo evitarlo.

Frente a él había un niño, su cabello castaño estaba atado precariamente en una coleta sobre su cabeza, su rostro estaba sucio, su mirada reflejaba un profundo odio y esos ojos grises le gritaron.

La nostalgia le invadió ese día, no le dio tiempo hablar con él, preguntar cómo había acabado así siendo que había pasado los últimos veinte años...

Sacudió ligeramente su cabeza, no era momento.

Cross dedicó a Allen y Lenalee una seria mirada, detallando nuevamente esa aparicia peculiar que lucía el chico y suspiró.

—Aprendiz idio...

—Sólo dime —ordenó mirándole a los ojos, gritando en silencio—. ¿Cuál es esa misión de la que hablas?

Suspiró aburrido.

El mundo a su alrededor se distorsionó, la claridad y la destrucción se sumió en silencio, los adolescentes miraron confundidos aquello que los rodeaba.

Sus ojos se abrieron al ver las pilas de cuerpos, la sangre y todo era...

Allen miró algo que brillaba en la habitación, como si...

—¿Qué es...? —dudó— ¿Qué es todo esto?

—Esos cuerpos...

—Este lugar es... Bueno, no importa —miró hacia el Huevo—. Esos cuerpos son los "guardianes de la fábrica", me deshice de ellos antes de llegar con ustedes.

El chico sintió a Lenalee colocar sus manos sobre su pecho, la sostuvo mientras miraba fijamente de aquel pelirrojo bastardo hacia aquellos seres.

Se sintió... No sabía nada de ellos...

—¿Qué se supone que planeas hacer, Cross?

Marian sonrió.

—Llámame maestro, insolente —señaló el Huevo detrás de ellos—. Vamos a robarnos esa cosa.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora