10; Estúpido.

1.5K 211 32
                                    

Era cabrón, definitivamente.

Allen tembló de ira cuando volvió a perder el maldito reloj, la sonrisa malnacida del bastador de Cross le crispaba los nervios de MIL MANERAS.

—¡Una vez más!

—Chico, deberías volver con tus niñeras o se pre...

—Una. Vez. Más.

El pelirrojo negó divertido y empezó a revolver las barajas, Walker no perdió de vista sus movimientos, completamente atento a cualquier anormalidad o posible trampa.

No encontró nada.

Después de repartir las cartas entre ambos, Cross sacó de su abrigo un prototipo de Gollem amarillo, parecía estar apagado y era considerablemente más grande que aquellos que había visto en otros exorcistas en ocasiones anteriores.

Aunque no es como si Allen viera exorcistas todos los putos días, más quisiera él.

Bufó cuando notó que el general colocaba al Gollem sobre la mesa, aparentemente esa sería su apuesta. Maldito viejo bastardo y egocéntrico, ¿tan seguro estaba de ganar?

Preso de la furia, Allen colocó sobre la improvisada mesa su objeto más preciado... Botones que Tyki le había regalado en su último cumpleaños, Cross pareció reconocerlos y frunció el ceño.

—Eso es...

—Regalo postmortem —sonrió con fingida emoción—. Pan comido recuperarlo, ¿no, anciano?

Un deje de molestia se hizo presente en el semblante pacífico del pelirrojo, cosa que para alguien tan centrado como Allen no pasó desapercibido por lo que sonrió con altanería.

—Veremos, mocoso idiota —la seguridad del menor tembló un poco—. Aunque tengo plena confianza en mis habilidades.

—Ya, por eso las deudas, ¿no? —atacó con fingido aburrimiento y centrando sus ojos en las cartas— Tiene total sentido, ¡Oh, Gran Señor de los mil talentos!

—Eres bastante impertinente, ¿te lo han dicho? —ante una desganada afirmación del chico, rodó los ojos— Y las deudas no son de juego.

—¿De qué si no?

—Oh, cariño, eres tan inocente —una palmada en aquella cabeza pálida casi le costó el dedo pulgar—. Si fueras mi aprendiz, lo sabrías.

—No, gracias —rechazó con desagrado—. ¿Quién en su sano juicio andaría con un hombre lleno de deudas? A saber cómo acabaría intentando usarme... ¡Y no me diga inocente!

—Entonces te llamaré estúpido —Cross movió ligeramente las cartas con una sonrisa—. ¿Qué te parece? ¿Te identificas más?

—Usted es un...

—Pierdo.

Walker parpadeó confundido y miró las cartas del general sin entender, efectivamente acababa de perder, sonrió altanero y se echó hacia atrás mientras tomaba de regreso sus bonitos pantalones, el saco del exorcista, su reloj, una segunda máscara de aquel hombre, uno de los zapatos que Sheryl le regaló en navidad del año anterior, una media del pelirrojo, la bufanda que Road le había tejido, los lápices para los ojos de Jasdevi, un pasador del cabello del mayor, tres bolsas de dinero y, finalmente, el Gollem amarillo.

—Lo siento por ti, pero es claro quién es el mejor aquí —miró curioso el último premio y notó que el adulto se levantaba dispuesto a irse—. ¿Y qué se supone que hago con esta cosa?

—Darle a comer mariposas y queso —se encogió de hombros—. Es tu problema ahora, su nombre es Tim y cuando quieras buscarme sólo debes seguirle.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora