Noah.

83; Sólo paz.

Había más de mil razones por las que debería resignarse en ese momento, sólo en ese momento. Sin embargo, era la causa detrás de todas sus razones la que lo motivaba a seguir allí, jodiendo la existencia de alguien más.

Allen jadeó, inclinándose ligeramente y apoyando las manos sobre sus cansados muslos. Observó el suelo bajo sus pies un momento, sorprendido de encontrarse cómodamente parado sobre algo que bien podría tomarse como pista de patinaje.

Un momento de pánico fue suficiente para recordarle algo peor que el hecho de que el hielo podría romperse.

Elevó su mirada, frunciendo el ceño hacia su compañero.

—Es tu culpa —sentenció, haciendo al otro arquear una ceja al tiempo en que se colocaba a mugen sobre sus hombros en una pose tranquila—. ¡No tengo pruebas, pero tampoco dudas!

—Te buscaban a ti, cerebrito —rodó los ojos—. ¿Cómo va a ser eso mi culpa?

—¡Qué sé yo! —se enderezó, intentando ignorar el cansancio— Maldición, todo este tiempo de huir no sirvió de nada. Tu cara me molesta.

—Si te molesta, no la mires —bufó, impasible ante los constantes cambios en las expresiones del albino—. Como sea, quedarnos aquí es peor idea que llevar tu nombre. Mi gollem encontrará al general y a Johnny, sólo deberemos permanecer en esta ciudad un poco, hasta entonces...

—¿Deberíamos buscar algo de dinero?

La sugerencia no era mala, el problema indudablemente radicaba en la persona que la daba.

Kanda torció el gesto, tensándose ligeramente ante la perspectiva nueva de "trabajar", muchas ganas no tenía. Podía ver la clase de trabajos en las que Allen Walker era bueno, que bien por el chico, pero Yuu no era mucho de...

No le iba ser payaso, gracias.

De estafador ya ni hablemos.

Simplemente no le agradaba la idea de socializar.

No era lo suyo, no lo sería jamás.

Suspiró, notando que el joven se encaminaba hacia él con pasos titubeantes y uno que otro resbalón que casi le costó verse caído de trasero sobre el hielo.

Frunció el ceño.

La batalla los había movido demasiado, ahora entendía porque Walker parecía fallar de vez en cuando al momento de atacar un akuma.

Menuda estupidez.

—No era eso lo que iba a decir —confiaba plenamente en que los encontrasen cuanto antes, de preferencia ese día—. Aunque no suena mal, deberías conseguir algo de dinero, se acerca la hora de comer y no creo que nos regalen la comida.

—Si le haces ojitos a la persona que nos atienda, estoy casi seguro de que...

—Una palabra más y yo mismo romperé el hielo —anunció, haciendo al otro palidecer al notar que ni corriendo podría evitar la desgracia. Kanda sonrió ligeramente—. Disfrutaré el ver cómo te ahogas.

—Eres la peor persona que he conocido en mi santa vida —balbuceó, negando incrédulo ante la amenza—. ¡¿Así quieres que te cuente todos mis secretos?!

—Mírale el lado bueno —se mofó, Allen siguió su camino hasta llegar a tierra firme—. De todos modos te buscan para matarte, ¿no es mejor que yo, quien lleva bastante rato a tu lado y conoce tus oscuros secretos, te asesine? ¡Nadie juzga a los muertos!

—Eres un idiota de lo peor —reafirmó, más para sí mismo que para el otro—. No hay duda de que traerte conmigo fue mala idea.

—Tú no me trajiste.