34; Jasdevi.

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Lo recordaba bien, cumplidos sus catorce años empezó a amar seriamente a Jasdevi. Aun cuando no acababan de llevarse del todo mal, había algo en ellos que siempre le causó horror.

Quizá fue su apariencia gótica, quizá sus personalidades y el que siempre acababan disparándose el uno al otro (cuando Tyki no estaba cerca, por lo menos), aún así...

«Es extraño, a pesar de haber vivido siete años con los Noah, aún hay cosas que no sé de ellos...»

Su forma original, sus poderes y habilidades... Sus motivos.

Allen tenía algo con eso desde que se unió a la Orden, necesitaba buscarlo cada cierto tiempo para decidir quiénes le convenían y quiénes no. No necesitó buscar mucho para saber que Lenalee era buena, para entender que ella era leal a sus deseos y no a un Dios.

Y sobre los demás... Lo que sentía por ellos variaba, a su Julieta la adoraba casi con la misma intensidad con la que amaba a su prima política o a Lulu, no entendía el por qué, sólo lo hacía y ya. A Lavi le quería... Quizá más herido cada día, aunque viéndolo bien prefería que las heridas se las hiciera Kanda y no un enemigo...

No su familia.

Sobre Yuu, pues...

—¡¡Allen!!

Corrió.

Centrado en sus pensamientos, los gemelos empezaron a disparale sus «Bombas azules» y se preguntó, mientras esquivaba y veía los libros congelarse, quién demonios escogía los nombres de sus ataques.

¿Siquiera era necesario?

Activó su inocencia.

—¡¿Es eso todo lo que tienen, par de tontos?! —ellos sonrieron, se golpeó a sí mismo— He dicho algo estúpido, ¿no?

Rieron.

Maldita sea.

Bomba roja; fuego.

Era su momento de usar un maldito nombre genial para devolverles el ataque, ¿qué odiaba más que a esa situación y a esos dos?

—¡Cross grave!

Vete a la mierda, Marian.

Había que usar bonitos juegos de palabras, ser feliz...

Aún cuando su ataque fue magistralmente magistral (porque somos redundantes y nos gusta), poco o nada sirvió, los gemelos volvieron a dispararle y estando tan poco acostumbrado a la nueva forma de su inocencia como estaba, Allen vio casi imposible el detenerlo.

Bufó.

¿Ahí acababa todo? ¿Asesinado por un rubio con peluca y Devit? ¡Tenía tanto por hacer aún!

—¡¡Allen no es el único que está aquí!! —Lavi bateó aquella bola de fuego de regreso hacia sus creadores— Maldición, odio que me ignoren.

—¡Home run!

—Ahora entiendo al demonio de su compañero —bufó un hastiado Arystar—. Tus reuniones familiares son aburridas.

Parpadeó.

—¿Mis...?

—¡Nos lo devuelven! —la voz risueña de Dero les distrajo, miraron como la bola de fuego era absorbida por las pistolas— Bomba blanca, señores.

—¡¿En serio?!

—¡Por Satanás!

—Y ahí está, ni en una organización religiosa deja de ser un satánico —el mayor de los hermanos se secó una lágrima invisible—. Ese es mi muchacho, es tan mono.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora