14; Orden Oscura.

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Cuando Allen salió de su habitación ardiendo en ira, Jasdero juró ver el infierno en sus ojos y corrió llorando a esconderse en la habitación de Skinn.

Road se mantuvo impasible en su lugar mientras giraba casualmente a Lero con un pie apoyado en la pared, cuando aquel albino se plantó frente a ella más serio de lo que jamás le había visto antes comprobó la veracidad de las palabras del rubio de los Noah.

Pffff, Walker era totalmente satánico.

—¿Ya estás mejor, All...?

—Sácame.

Parpadeó confusa y procesó las palabras del chico, frunció el ceño inconforme con aquel grosero saludo, pero se limitó a rodar los ojos con molestia.

—¿Algún lado al que quieras ir esta bonita noche de viernes, mon amour? —arqueó una ceja con burla— Sabes que debes volver antes de que amanezca así que nada muy...

—Déjame en cualquier lugar, no volveré en unos días —aquello la alertó—. Tengo una... Cita con el sepulturero.

—Allen, ¿qué piensas...?

El británico dio un pasó hacia ella y sonrió ligeramente antes de acariciar una de sus mejillas, Road no tardó en enrojecer cuando esos ojos la enfocaron.

Maldijo lo listo que era su pseudoprimo.

—Roadibubu, confías en mí, ¿no? —ella asintió de mala gana y él tiró de su mejilla acercándose un poco más— Entonces sólo abre una puerta y déjame ir, prometo volver pronto.

—Bien.

—Gracias, eres mi ángel —sonrió más ampliamente y ella le golpeó lejos—. Te amo, Roadibubu.

—Eres tan desagradable como Devit —rodó los ojos apuntándole con un mareado Lero—. ¡Si no regresas antes de que transcurra una semana voy a castrarte!

Walker palideció ante aquella amenaza, pero no emitió réplica alguna y se limitó a asentir obedientemente.

Lero miró de la Noah al británico sin creerse lo que sucedía, si el conde se enteraba... ¡El conde!

Sí, le habían dejado atrás.

—Déjame en cualquier lugar... Italia me sirve —ante la mirada desaprobatoria de Road, tembló—. O donde quieras, ¡cualquier sitio lo hace!

La Kamelot le miró mal por unos segundos antes de bufar y tirar de él hacia otro lugar, alguno más privado de preferencia y finalmente le abrió una puerta.

Allen sonrió mirando hacia allí, la hija adoptiva de Sheryl le hizo una seña al gollem que revoloteaba alrededor del albino antes de patear al chico fuera del arca.

Tim pareció dudoso cuando quedaron a solas, Road se cruzó de brazos mirándole seriamente.

—No me agradas, Cosa, que lo sepas —anunció reteniéndole de la cola, miró hacia la puerta con un suspiro—. Sin embargo, cuida bien de Allen, ¿entendido? No sé qué demonios harán, pero...

Una sonrisa triste se deslizó por su rostro y finalmente la bola amarilla fue arrojada con la misma crueldad que su nuevo dueño, Allen le atrapó antes de que se golpeará contra el suelo y miró mal la puerta a pocos metros por encima de su cabeza.

Road se asomó para mirarlos con una sonrisa.

—¡Eso fue cruel!

—Una probada de la vida misma, nada más —le guiñó el ojo con coquetería—. Ya sabes, Allebubu, una semana.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora