50; Nuevas.

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Existía un algo en su interior...

Era un vacío, un sentimiento de absoluta soledad. Justo como había pasado antes y después de su despertar. Su cuerpo se había vaciado totalmente, su cabeza regresaba a la blancura. Se estaba sumiendo en un estado vegetativo emocional.

Se removió, girándose para quedar sobre su espalda y abrió los ojos.

La habitación se encontraba en un silencio profundo, como aquellos que siempre le habían rodeado. Como siempre le rodearían...

—Hace frío...

—Bueno, es tu culpa—miró de reojo al personaje a su lado—. ¿No te han dicho que te desnudas dormida?

—He llegado así.

—Al menos deberías haberte vestido.

—¿Se te ofrece algo, querido Sheryl?—el aludido cerró la novela que se encontraba leyendo y la miró unos segundos— Es raro que vengas a verme.

—No vine a verte.

—¿Y qué estás...?

—Tyki ha insistido en que me quede aquí—bufó, Bell arqueó una ceja—. Luego de lo sucedido con Allen en el arca, él y mi Road no han venido más a casa. Cuando supe que estabas aquí no dudé en venir, mi hermano se preocupa por ti.

—No lo hace—negó sentándose y tomando las mantas—. Sólo se aburre demasiado, Road y él  vienen a verme cuando se sienten así.

Kamelot no replicó, mirando con cierto desdén a la Noé mientras esta se levantaba dispuesta a vestirse antes de que Mikk decidiera volver a aparecer. Su último recuerdo era sobre Allen Walker destruyendo la fábrica y la expresión del Conde a su llegada.

Luego de eso, todo fue oscuridad y malos sueños donde su precioso acababa muerto...

Oh, y Red también.

Que desgano...

—Como digas, cosa —suspiró volviendo a su lectura—. Por cierto, Tricia quiere saber si vendrás a visitarnos pronto.

Lulu le miró de reojo mientras se abrochaba los últimos botones de la camisa, honestamente no acababa de entender el comportamiento de aquel anormal. ¿Qué veía una mujer como Patricia Kamelot en él? Si tuviera que decirlo, definitivamente habría preferido a Tyki antes que a ese mujeriego.

Mikk no daba tantos problemas y era bastante atento.

Aunque el otro portugues mostraba mucho amor a su familia...

No.

Definitivamente el padre de Allen era mejor.

Una pequeña nostalgía la invadió al pensar en eso. Habían sido una familia feliz por siete años, separarse de su hijo no acababa de estar en sus planes todavía.

—No lo creo —comentó subiendo sus pantalones y cerrando el armario—. Tengo planes, muchos en realidad.

—¿Una nueva...?

—Es algo personal.

El aristócrata volvió  mirarla, estuvo por decir algo cuando la puerta se abrió.

Lo siguiente que supo Sheryl Kamelot, es que su hermano ingresaba en la habitación con una pequeña muñeca de trapo en su hombro y que LuluBell había desaparecido.

Sí.

Todo seguía como debería.


Y de regreso a la Orden, nada estaba como debería.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora