62; El despertar.

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Silencio.

Luego del estallido del segundo, toda el área se había sumido en un tétrico silencio que no parecía ser cortado pronto. Escombros, gas venenoso, cuatro apóstoles del mal y una muñeca.

Tyki suspiró con Wisely en brazos, el chico sollozaba debido al dolor crónico que Allen había revivido y se sintió un poco mal por él. En realidad, el nuevo Noé y su hijo tenían muchas cosas en común, teniéndolo en brazos se sentía como si ese pedazo faltante en su vida hubiera regresado.

Aunque sabía que no era el caso, ni siquiera había sentido en comparar.

Muchas veces antes había tenido disputas con el chico por cosas menores, como cuando cargaba a un dormido Eaze y Allen protestaba porque él era su hijo real, aquel al que debía mimos y regaños.

El único al que debería mirar...

—¿Tu cabeza está mejor?

—Duele mucho —sollozó—. Duele demasiado, ¿por qué debe doler tanto? ¿Por qué golpeó la frente? ¿No era mejor una puñalada? Una puñalada no da dolores de cabeza, hubiera sido mejor si perforase su corazón. Entonces yo...

—En serio se parecen —suspiró cansado, Alma salió de entre los escombros—. Oh, mira nada más lo que trajo el mar...

El conde rió alegremente, completamente satisfecho por los resultados de la primera fase de su maquiavélico plan y Mikk sólo esperó que todo saliera bien.

Quería a su hijo de regreso, necesitaba a Allen a su lado una vez más.

Lulu y él lo necesitaban...

—Bien, ahora —celebró entre risas—. Esto es algo digno de ver.

—Usted siempre ha sido un sádico —halagó Sheryl—. Por eso me agrada tanto, Conde.

—Y tú siempre lames el suelo que pisa —rodó los ojos Tyki—. Honestamente...

—¿Quieres que lama otra cosa?

—Chistes sucios aparte...

Alma se levantó, miró aquello que lo rodeaba con curiosidad y nerviosismo un momento antes de que sus ojos se encontrasen con aquellos que tantos años atrás le animaron, con la fría mirada que le siguió incluso durante aquellos años de sueño profundo.

Regenerándose tras haberse visto envuelto en su explosión, con los rastros corrosivos del mal akuma, su primer amigo lo observaba con ojos vacíos. Había crecido... Ambos lo habían hecho, ¿cuánto tiempo había pasado? ¿Tres años? ¿Seis? Quizá nueve, incluso.

—¿Yu...?


Allen gruñó abriendo los ojos, el cuerpo le dolía y sentía ligeros rastros del veneno corroer su interior, intentaba matarlo aunque era imposible. Se sintió inmortal por un momento y la preocupación lo golpeó antes de que pudiera dejarse llevar por lo random de sus pensamientos.

No era el momento ni el lugar.

—¿Ya... Despertaste? —Tokusa jadeó, dejando caer el sello que sostenía entre sus dientes— Te tomaste tu tiempo.

Sorpresa.

Allen se acercó a él con rapidez, sosteniéndolo cuando lo vio desestabilizarse y alertándose por la sangre y la magnitud de sus heridas.

—¡¿Tokusa?! —cuestionó aturdido— ¡¿Me salvaste usando sellos?!

Y él pensando que se odiaban a muerte, quizás ese tercero no era tan...

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora