6; Iglesia maldita.

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Road le miró sin estar del todo segura, aquello pintaba mal, muy, muy mal.

Sus ojos fueron de la determinada espalda de Allen al estúpido paraguas detrás del chico, el conde estaba durmiendo en esos momentos y dejar al albino entre las astillas de Lero resultaba...

—Creo que papá Conde saldrá más tarde —intentó razonar—. ¿Qué harás si despierta y no has regresado?

Walker pareció pensarlo seriamente, pero la impresión duró lo que dura un parpadeo y para cuando la chica se dio cuenta, el otro ya se encontraba completamente arreglado y sacudiéndose polvo inexistente de las solapas de su saco.

Allen sonrió.

—Entonces esta será una excursión sin supervisión —la Noah negó con el ceño fruncido, rodó los ojos—. ¡Oh, vamos, Road! Nada malo va a pasarme y lo sabes.

Lo único que ella sabía, siendo tan inteligente como era a pesar de darle sus deberes a otros, era que un Allen Walker por su cuenta en el mundo real era tan fiable como lo sería Skinn tomando café fuerte y sin azúcar.

Más de un ser viviente moriría, eso estaba más claro que el agua. La cosa era descifrar si quien los mataría a todos sería mamá Tyki, papá Conde o los tíos dementes de Lulu y Skinn, por no mencionar a los primos macarras de Jasdevi.

Sheryl quizá sería el más neutro si desaparecía o la orden le tomaba, aunque si Road se alteraba...

No, no, el albino estaría bien... Más o menos.

—No creo que sea buena idea, Allen... —suspiró cansada— Si Tyki o el conde se enteran estarás en problemas, lo sabes.

—Venga, no me harán nada —bufó despectivo y señaló la puerta de la alcoba—. Sólo tienes que llevarme a un lugar, ¡cualquiera estará bien! Volveré en seguida.

—Allen...

—Por favor, Road —el chico tomó una de sus manos y la miró directo a los ojos con una sonrisa—. Prometo volver por mí mismo, nadie notará siquiera que me fui.

—Tienes clases con la tutora.

—Ugh.

—Además, esta noche cenaremos con políticos de Rusia, Allen —sonrió ligeramente al verle torcer el gesto con desagrado y negó divertida—. No llegarás a tiempo vayas a donde vayas, pero está bien... ¿A qué hora quieres que pase por ti?

El británico hizo lo que pudo por no parecer sorprendido y sólo se rindió ante ese logro a medias, Lero no lucía feliz de verse olvidado en un rincón, sin embargo no emitió queja alguna temiendo acabar siendo involucrado en aquel lío que les costaría (a Road y Allen) más de una regañina gentil de parte de Sheryl.

Tyki se enteraría tarde o temprano y no sería bonito.

Luego de una corta discusión sobre la independencia, las mil y un promesas de no acercarse a bonitas señoritas, de no seguir a sujetos vestidos de negro y sobre ignorar los deseos de su inocencia, la Kamelot le dejó ir.

Cuando las puertas del arca se cerraron detrás de él, Allen tomó aire profundamente y se estremeció de pura alegría... Emoción que no le duró demasiado cuando notó dónde había ido a parar.

Y entonces maldijo al mundo.

—¡Road!

Se giró dispuesto a reñir a la chica, pero una polvorienta pared fue todo lo que encontró y, por si fuera poco, su lindo grito había ocasionado un algo en aquella abandonada y descuidada iglesia.

Y era ese algo lo que lo rodeó al tiempo en que un segundo chillido (este bastante femenino, por cierto) escapó de su garganta, los murciélagos parecieron tragárselo vivo y se sintió asfixiado.

Maldita Road, ¡ella sabía demasiado bien lo poco que le gustaban los lugares viejos y esos animalejos!

¡Maldita sea, lo había llevado allí totalmente apropósito! Y lo sabía no porque fuera la mar de inteligente, que sí que lo era, sino porque ella había insistido demasiado con el tema de que él debería esperarla en un punto específico.

Aquel lugar donde le dejaba.

Era una... ¡Ugh!

Allen hizo el intento de salir de entre los hijos de Satanás y tropezó estúpidamente, sintió algo arañar sus piernas enviándole un escalofrío de horror y dolor al tiempo en que terminaba de perder su poca estabilidad y caía de boca al suelo.

El suelo... El suelo olía a gato, pero no un gato cualquiera. ¡Que va! Era un gato de esos que Allen, siendo tan pacífico y amigo de los animales como era, odiaba.

Un gato endemoniado que atacaba los bellos rostros de los humanos que pisaban su maldita cola, ¡SÍ, ESA CLASE DE PUTO GATO!

—¡Maldita cosa, ven aquí! —farfulló tocándose el ojo izquierdo, aquel que había sido vilmente arañado y siguiendo al animal— ¡Que vengas te digo, maldición!

Con torpeza se levantó y empezó a correr detrás del araña-rostros, olvidando de momentos la oscuridad casi absoluta del mediodía en una iglesia abandonada, las tablas que crujían, los murciélagos que le atacaban de vez en cuando y... Al gato.

Al gato lo perdió en algún punto de sus subidas y bajadas, rodadas, por las escaleras...

Al final, después de lo que parecieron horas, Allen finalmente escuchó un débil maullido y no dudó en seguirle, haciendo uso de sus mejores amigas los murciélagos (porque eran hembras, lo había comprobado en sus "dos horas" de crisis y pánico al haberse perdido dentro de un edificio).

Es así como acabó subiendo las escaleras, siguiendo a sus amigas e ignorando su sentido de la orientación (porque en primer lugar no poseía tal cosa, por Dios) y cuando vio preciso atacar... Lo hizo.

—¡Te tengo, maldita cos...! —metal frío en sus muñecas y una mueca después— Tiene que ser una broma.

Frente a él había un humano cargando a la maldita cosa, y no lucía muy feliz de verle.

—Tienes muchos que explicar, chico —la oficial echó hacia atrás su cabello con exasperación—. Y será mejor que empieces a hablar ahora antes de que te lleve a comisaría.

—Yo... Esto es... —intimidado intentó retroceder y las posiciones se invirtieron, sus ojos fueron hacia el gato— ¡Esto es tu culpa, animal! ¡Feo, feo, feo, feeeeeeoooo aaaaaniiiiimaaaaaal!

Poco le importó la mirada desaprobatoria de la poli sobre él, estaba demasiado metido en su batalla con aquel felino maligno.

¡Se estaba riendo de él, estaba aliado a Road y Lero!

Por cosas como esas prefería a los dangos y las exorcistas, no hablaban tanto y poco tenían en común... O por lo menos eso suponía, pero NO LE HACÍAN ESAS COSAS, POR DIOS.

¡Traición total!

Indignante.

—Chico, no es hora de bromear —la oficial rodó los ojos con cierta molestia y le miró casi crítica—. No sé si te has dado cuenta, pero estás en una situación comprometida aquí.

—Se lo digo, es culpa de esa cos... —frunció el ceño— ¿Tan mal estuvo que le dijera maldita cosa?

Sí, totalmente.

Allen no sabía lo que era callarse, a veces hay costumbres que no terminan de desaparecer jamás y que Tyki, Road y el Conde le consintieran en eso no ayudaba mucho, la verdad.

Ella pareció molestarse, pero decidió explicarle con palabras simples más el porqué que el cómo, es así como Walker llegó a una conclusión al tiempo en que escuchaban un grito en la planta baja.

Jamás volvería a salir sin supervisión.

Nos conocemos de años, no somos extraños~♪

¿Ustedes piensan que Allen cumplirá eso de no volver a salir solo? Yo no me la creo unu xd

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora