88; Obra del azar.

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Con el secreto dicho, la espera comenzaba a perder significado e incluso así, Narein se vio presa de la situación.

No estaba contento, ni remotamente. Dieciocho años tenía, dieciocho años en los cuales su memoria estaba llena de recuerdos compartidos con alguien a quien, aparentemente, no conocía tan bien como siempre imaginó.

En realidad, a esas alturas, ni siquiera estaba seguro de si Allen se conocía a sí mismo a la perfección.

Los secretos revelados por Bookman guardaban para él un gusto a rencores, un arrepentimiento tan grande que los llenaba de ira y malestares que no le hacía bien a nadie. La clase de secretos que jamás deberían ser contados.

La historia prohibida, lo sucedido hace poco más de tres décadas.

El castaño suspiró con pesadez, cerrando sus ojos ante el nuevo amanecer y sintiéndose inferir a los pies de Cornelia. Luego de las revelaciones que tuvo que escuchar junto a Joe, Naaga y la señora Katherina, Bookman se sumió en el voto del silencio de manera voluntaria.

Un bookmen cercano a la muerte siempre estaba destinado a eso, aparentemente.

Sus últimas palabras, sin embargo, quedarían siempre grabadas a fuego en la memoria del hindú. Un último mensaje para el heredero.

—¿Qué tan retorcido tiene que ser todo como para que el nombre de alguien tenga que ser borrado? —murmuró para sí mismo, intentando distraer su mente de los pensamientos negativos que rodeaban el nombre de Allen Walker— Sinceramente no lo entiendo, tampoco creo querer hacerlo. ¿Por qué siempre tienen que pasar estas cosas cuando ese maldito imbécil está lejos?

Si estuviera junto a él, entonces podrían sobrellevar las desgracias juntos. Allen era su soporte, él era el de Allen. Era una cuestión sobre la que se basaba su amistad, el apoyo mutuo, el entendimiento incondicional y los insultos gratuitos ante situaciones demasiado complejas.

Simplemente no podía olvidarlo.

No ahora, que todo en su vida parecía estar girando alrededor de un hombre que estaba destinado a morir una y mil veces. Estaba mal, no podía olvidarlo y todo se debía a que, en realidad, no quería hacerlo.

Narein estaba asustado.

Tan, pero tan asustado, que poco le importaba el llevar poco más de cinco días sin dormir. Se estaba cayendo a pedazos, es verdad lo que Lucía expresaba cada que se encontraban, sin embargo consideraba que aquello era mejor que sumergirse en pesadillas de las que su mejor amigo no salía bien parado.

Se arrepentía un poco de haberse metido con Kanda Yuu, ahora que conocía toda la verdad.

—Me pregunto qué estarán haciendo ese par de idiotas —suspiró, abriendo los ojos con pesadez y observando a la distancia una figura menuda que se acercaba a él a paso "veloz"—, Allen... Sólo date prisa.

No debería morir antes de darle a su mejor amigo la felicidad de una última paliza, se lo debía...





Entre todas las deudas que podrían acumularse, aquella definitivamente se consideraba la que conllevó al precio más alto. Resultaba imposible preveer que algo como eso podría suceder e incluso así, Eve no pudo siquiera sorprenderse.

Cyrus siempre fue la clase de hombre que consideraba a todos una raza inferior, como única familia cercana, Katherina siempre consideró que su hermano era uno de los hombres más extraños que la tierra pudo recibir.

Con un nombre borrado, lazos cortados y haciéndose pasar por un entidad invisible para otros, un nombre como Bookman quedaba bastante bien.

Por lo menos, lo hizo hasta que el resentimiento los consumió.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2019 ⏰

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