31; Vivo.

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Tras atravesar la puerta y ver el arca no pudo evitar pensar en Tyki y Road, su vida con ellos y en lo que alguna vez significó hogar para él.

Sonrió con melancolía.

Últimamente, aquello era lo único que podía sentir, aunque admitía que discutir con Kanda sus primeros meses había sido divertido.

Recordaba aquella vez, mes dos, poco antes de que Julieta se acercase a él preguntando qué le sucedía, su tristeza de entonces se basaba en la ausencia.

Había extrañado a su prima, extrañaba la vida que había dejado atrás y jugar al póker con Reever no acababa de curar el agujero (en aquel entonces metafórico) de su corazón.

Fue entonces que Kanda...

—¡Walker, ven un segundo!

Giró la cabeza hacia Bak y le observó rebuscar algo en los bolsillos de su bata, se acercó curioso y le extendió alguna especie de... ¿Pendiente?

—¿Qu...?

—Ponte esto —ordenó obligándolo a tomarlo—. Es un radiotransmisor, los gollem no soportan la presión del arca.

Curioso por la pila de gollem dentro de una caja en una esquina de la sala, Allen se colocó el pendiente en el lóbulo de la oreja y se cuestionó qué pensaría Sheryl si lo viera.

Lulu le arrancaría esa cosa mientras le reñía, eso sería seguro.

—¿Allen?

—¿Hm? ¿Komui? —parpadeó sorprendido al escuchar su voz en su oído— Oh, es en serio. ¡Eres una pesadilla!

—También me alegro de escucharte, niño —podía sentir su sonrisa—. Escuché que conseguiste una nueva inocencia, tengo que revisarla cuando nos volvamos a...

—¡¡No, gracias, estoy bien!!

—En serio me hizo falta escucharte, niño —Allen negó hastiado—. Bak me contó tus intenciones.

—No vas a detenerme.

—No voy a intentarlo, mejor que nadie debes de conocer ese lugar, ¿no? —no respondió, Lee suspiró— Durante tu misión en Alemania, el asunto con Miranda.

—Lo viste por Tim, ¿no?

—Lavi acabó por confirmarlo también —eso dolió—. No se lo he comentado a mis superiores, pero todos lo suponen.

—Seré acusado de traición.

—No... No mientras no digamos nada —hizo una pausa— y no lo haremos.

—¿Por qué?

—Porque eres nuestro camarada, Allen —frunció el ceño—. Tus razones para estar en la Orden no son claras, pero sé que no tienes malas intenciones.

—Quizá sí.

—Lenalee confía en ti —punto para él—. Amo a mi hermana, sé que tiene el criterio para considerarte confiable.

—Pero yo...

—Aun así, no acabamos de fiarnos del arca —parpadeó confundido—. Por eso entraremos contigo en ella, si considero que estás en peligro quiero que retro...

—No voy a hacerlo.

—Tan irresponsable como siempre —rió por lo bajo—. Sin embargo, no es una sugerencia.

—¿Es una orden?

—Por el bien de Lenalee y el tuyo —suspiró—. ¿O acaso tú no nos consideras tus amigos, Allen?

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora