85; Culto secreto.

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La naturaleza de la misión era... Algo difícil de explicar.

Simplemente, consistía en hacer lo que desde el principio se debía hacer. Todos los inconvenientes que dieron pie al origen, todos los problemas que se generaron a raíz de la desgracia, no eran más que un paso obligatorio para llegar al desenlace esperado.

¿Era la respuesta? ¿La humanidad lograría prevalecer una vez el Conde se unificara con su otra mitad? ¿En serio la confienza de Allen y Nea seguiría intacta a pesar de los años?

Todo era incierto.

Allen ya no existía.

Nea no era el mismo.

La historia jamás contada, la historia que dio origen a la desgracia...

Pero quizá los pensamientos eran redundantes, quizá los pensamientos eran pesimistas. ¿Quizá sólo se trataba de su silencioso deseo por ver todo arder? El Noé que rompió su hogar, el Noé que lo separó de su hermano...

Cross Marian era un aliado ocasional e improvisado.

Nea lo odiaba.

Él odiaba a Nea.

¿Por qué tuvo Mana que enloquecer? ¿Por qué tuvo que ser Nea el heredero de todo? Simplemente, Cross no lo entendía. Jamás lo hizo, jamás lo hará.

Era irracional, es decir, Nea no era afectuoso (no con nadie más que Allen y Mana), contrario a ello el joven era arisco y repelente. Resultaba imposible empatizar con él, con sus locuras y su persona era...

Era tan parecido a Cross Marian, que simplemente no se soportaban el uno al otro.

E incluso así, aquello no evitó que Allen se fijara en él. Que Allen, su hermano, su mayor tesoro, quien gozaba de señalarlo como un estúpido que jamás sería amado por ser narcisista sin remedio, nada evitó que él se viera envuelto.

Atraído.

Arrastrado.

Destruido.

Aterrado.

Allen.

Mil veces Allen.

La persona que amó. La persona que amaba.

Ugh.

Era repugnante de tantas formas. Lo aceptaba. Adoraba al maldito bastardo, era un dolor de cabeza insoportable, pero era su familia. Su única familia.

Y Nea lo destruyó.

Allen se dejó destruir.

Porque el amor de esos dos era tan malditamente asqueroso, tan malditamente grande, que Marian no pudo evitarlo. No pudo hacer nada. Llegó demasiado tarde, llegó...

Llegó cuando las pautas fueron dictadas.

Cuando el teatro estuvo montado.

Cross llegó, sólo para enterarse de que la desgracia había arrasado con todo y su hermano había desaparecido dejando tras de sí un cádaver y el resentimiento latente entre los sentimientos de la mujer que alguna vez lo aceptó como uno más de la familia.

Porque todos lo sabían.

Todos conocían el sentimiento compartido que aquel par parecía desconocer.

Una atracción inevitable, algo completamente anormal.

Pero demasiado inocente, demasiado bueno, como para que alguien refutara.

Como para que alguien más que Mana pudiera enloquecer.

Pero ese es el pasado.

Una historia que no era suya, situaciones que no conocía a detalle y sentimientos que no estaba interesado en comprender. Cross Marian sólo tenía algo claro, el pasado que había sido dejado atrás, había regresado para reclamar sus cosas y el presente se desarrollaba entorno a eso.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora