4; Inocencia.

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Las personas se aglomeraban alrededor de algo que no podía ver, pero que ya sabía qué era y ese hecho le disgustaba.

Dio media vuelta dispuesto a alejarse, no quería relacionarse. No más de lo que ya lo estaba.

Después de siete años las cosas seguían igual, aún así...

—¡¿Qué demonios es eso?!

No quería relacionarse, ya se ha dicho. En un principio su maldición había sido leve, un breve aviso de la existencia de (lo que pudieron explicarle era) un akuma, sin embargo a medida que crecía su habilidad se afinaba y no le hacía feliz estar habituado a la vista terrorífica de la verdadera alma del ser.

Tanto sufrimiento... Aún así, debía callarse sus sentimientos y mantenerse todo lo lejos posible.

Road se lo había explicado, los akuma eran sus armas, las armas del conde para una noble causa (que seguía sin comprender ni aceptar) y su brazo izquierdo era conflictivo.

Es por ello que habían usado los poderes y habilidades de más de uno de los Noah para sellarlo, a pesar de haber fallado su brazo ya no lucía tan monstruoso.

Gracias, Tyki. Tu casi asesinato ha ayudado a Allen, sí... El chico todavía resentía el intento de su pseudotutor por amputarle la inocencia.

Por Dios.

Rodó los ojos y bufó por lo bajo, metiendo su mano izquierda en uno de los bolsillos de su abrigo mientras miraba al frente, su ojo seguía en alerta y es que no se había alejado lo suficiente.

Una explosión llamó su atención y sin quererlo realmente se giró para observar el lugar que abandonaba, cabello verde fue lo que observó además de la reconocible alma de algún pobre desafortunado.

Frunció el ceño y estrechó los ojos, intentando ver bien a la persona que combatía abiertamente el monstruo creado por el conde horas atrás.

«Traje negro... ¿Exorcista?»

Allen era simplista, era algo que reprochaban los demás cada que le escuchaban preguntar si los señores de negro eran los famosos miembros de la Orden durante su niñez. Eran poco tolerantes y él un gamberro.

Sonrió con nostalgia, permitiendo que su mente divagase en todas direcciones antes de verse empujado fuera del camino del akuma, volvió a fruncir el ceño confundido y se sonrojó.

Era una chica y definitivamente era exorcista.

—Lo siento —se disculpó rápidamente—. ¿Estás bien?

—Yo... Eh... Sí.

Ella sonrió y sus ojos violeta brillaron de una manera que encandiló totalmente a Allen, había quedado prendado de la apariencia infantil de aquella chica de rasgos asiáticos.

¿Sería aquel su despertar del que tanto escuchaba? No, claramente no lo era, pero podía fingirse enamorado y excusarse así.

Sería divertido ver la cara de circunstancias que le dedicarían al enterarse de su encaprichamiento con una exorcista, fijo Skinn le rompía el brazo por segunda vez en el mes.

«Ese maldito agresivo»

Ignoraba en qué momento se había ido su salvadora, pero sólo necesitaba seguir la presencia del akuma para dar con ella y eso hizo.

Lero se quejó cuando lo golpeó contra el piso, pero poco caso le hizo.

—¡Auch! ¡Eso ha dolido, Lero!

—Ya lo habías dicho —señaló mientras seguía el rastro demoníaco de su objetivo—. En fin, más te vale avisarme ahora sí de la presencia de Road, Lero. La última vez que salimos de paseo te aliaste a ella.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora