La palabra de El Corazón era tan santa como la de Dios mismo.
Por ello se mantuvo impasible.
La dama de hierro fue abierta, su rostro tardó menos de medio segundo en regenerarse y su expresión se mantuvo en blanco. Odiaba a las cosas frente a él, odiaba a los malditos sacrilegios que aquellos tres seres representaban con su sola existencia.
La Corrosión misma y el Vínculo entre cada Noé.
La representación de las memorias de un ser que jamás debió existir, villanos que habían sido creados por El Mal mismo para destruir a su amo. Los vasallos del Conde Milenario.
Jasdero miró del adefesio frente a él a su hermano.
—¿Sheryl todavía no viene?
—No, se ha perdido en la habitación de Wisely —rodó los ojos, frunciendo el ceño hacia Apócrifos—. Me pregunto si ha olvidado sus prioridades... ¡Esta cosa intenta matar a Allen!
—El chico no es prioridad —recordó Fiddler, atrayendo la atención de los gemelos—. La prioridad aquí es el corazón.
Apócrifos era el leal sirviente del corazón, su sola presencia indicaba el regreso del mismo y la batalla final debería darse pronto. Deberían estar preparados, aquella era la primera vez que todos estaban despiertos. Si existiera la posibilidad de despertar al Noé de la Ira una vez más, entonces era seguro quiénes tendrían la ventaja.
Decimocuarto o no, los Noé no estaban dispuestos a volver a perder contra el corazón.
Su lucha se había retrasado más de treinta años por la insensatez de Nea, ya no había tiempo que perder.
Jasdevi suspiró, entendiendo aquello perfectamente y sintiéndose como viles traidores al siquiera considerar que Allen era más importante. Sus corazones estaban en la guerra, dedicados plenamente hacia el Conde.
Justo como la memoria ordenaba.
—Es lamentable pensar que los juegos acabarán pronto —murmuró Dero, regresando su atención a los rojos ojos de la bestia—. Como sea, me lo he estado preguntando por un momento, pero... ¿Él no se moverá? ¿En serio ha funcionado?
—Pues...
—Nada de lo que ustedes me hagan va a funcionar —sentenció Apócrifos con severidad, participando de mala gana en sus conversaciones—. Sólo los he dejado tomarme para encargarme de ustedes desde aquí.
—¿Y te parece racional decirlo?
—Incluso si muero, que es poco probable, El Corazón acabará con ustedes —aseguró, sonriendo con soberbia ante el recuerdo de su amo—. Sin importar lo mucho que se esfuercen, está escrito que su destino sea siempre el mismo.
—Esta cosa del destino me suena a tontería —espetó Devit, rodando los ojos con hastío—. ¿Quién cree en cosas como esas? ¡Por favor, es tan del siglo pasado!
No valían la pena.
Deseaba atacarlos, matarlos y deshacerse de ellos antes de que El Corazón se viera siquiera obligado a compartir su mismo espacio. Resultaba insultante que aquellas cosas tuvieran el privilegio de vivir, todos ellos estaban destinados a una muerte agónica.
El Corazón lo había dicho muchas veces, todos ellos formaban parte del teatro montado por Dios y no eran más que simples personajes que cumplían sus roles con todo detalle. Los escenarios de El Corazón era virtuosos, repletos de la gloria y alabanza de los inferiores humanos.
Así debería ser para siempre.
Así debió ser.
Pero "Allen" tuvo que aparecer un día, con sus ideas estúpidas y su ciego amor por un fenómeno.
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Noah.
Fiksi Penggemar¿Qué hubiera sucedido si, en vez de Mana, Allen hubiese sido adoptado por alguien más? ¿Qué sería de él y quién lo hubiera hecho? ¿Qué habría pasado si ese sujeto en cuestión fuera un aliado del conde? ¿Un Noah? ¿Allen seguiría siendo el mismo o est...