18; Reproche.

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Bueno, ¿dónde empezar?

Allen recorría aquel laberinto donde había ido a caer luego de que el akuma se burlase, le atacase y le lanzase lejos, lejos.

Y entonces...

—Sí, definitivamente ha pasado —negó incrédulo mientras se cruzaba de brazos decepcionado—. Road me matará si no regreso en una semana, Tyki me matará cuando se entere que me volví exorcista, he perdido a Tim y... Me he perdido en una ciudad abandonada en mi primera misión.

En resumen.

Pues sí, más que un exorcista, Allen era un miembro de la aristocracia portuguesa bastante penoso... ¡Oh, menos mal que Dero, Devit y Sheryl no le podían ver!

¿Qué estarían haciendo esos sujetos en esos momentos? ¿Cenaban? ¿Discutían? ¿Acosaban a lindas hijas adoptivas?

Tantas dudas y Allen seguía perdido, suspiró.

¡¿Quién demonios le había dejado salir del arca?! ¡Estaba sin supervisión, por Dios! Era obvio que algo como eso pasaría tarde o temprano, maldijo a Road por no perder la costumbre.

Allen se detuvo en su recorrido por la ciudad subterránea de Martel y miró a su alrededor en busca de algo para orientarse, todo lucía igual a sus ojos y acabó por rendirse y seguir su camino.

¿Cuándo terminó dentro de una pared recorriendo a gatas un tunel polvoriento? Nadie lo sabría, sin embargo todo empezó cuando siguió una mariposa que le hizo pensar que Tyki estaba cerca para ayudarlo... O que Tim estaba hambriento.

Al final acabó siendo encontrado por el gollem y le agradeció cuando una extraña proyección apareció ante sus ojos, Timcanpy le mordió la mejilla y tiró de él hacia el camino que había creado a mordiscos, Walker le siguió con una mueca mientras activaba su inocencia como su instinto, nuevamente los pollos del desayuno y las vacas del almuerzo, le dictaba.

Y acabó impidiendo un ataque muy raro a... ¿Su persona?

—¿Qué de...?

—¡Estúpido Moyashi! —la voz de Kanda le hizo verlo sorprendido— ¡¿Por qué defiendes al akuma?!

El albino miró a su copia nuevamente, buscó rastros de almas corrompidas y no halló más que una grieta en su bonito rostro, tiró de ella y Toma balbuceó su nombre, volvió a mirar a su supuesto compañero y...

—¡Kanda, cuidado!

Tarde.

El asiático acabó atravesando una pared, Allen se preguntó qué demonios tenía ese akuma contra las construcciones al recordar cómo le había lanzado a él también poco tiempo atrás.

Y algo pasó, no acabó de entenderlo y finalmente Kanda... ¿Kanda se murió?

—¡Permiso!

Luego de cortar al akuma (y lanzarle lejos por pura venganza) comprobó que seguía vivo y procedió a escapar de manera estratégica.

Nuevamente, recorriendo pasajes desconocidos sin tener idea de dónde estaba, cargando dos pesos muertos (vivos, pero pesados como si no) y sangrando como zorra.

Ahora entendía porqué Lulu y Road se quejaban a veces, aunque seguía pareciéndole muy diferente sus situaciones.

Ellas sí que eran cosa de Satanás.

—Puede dejarme aquí, señor Walker —escuchó decir a Toma en algún punto—. Usted también está gravemente herido.

—Si fuera a dejar a alguien... —hizo una mueca reacomodando al buscador sobre su hombro herido— Ten por seguro que sería al cara de niña de Bakanda.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora