12; Discusión.

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Después del doceavo toque ignorado, Tyki se hartó y aplicó la de sus hermanos; pateó la puerta de la habitación de su protegido con la excusa de estar preocupado.

La verdadera razón de su actuar empezaba por moles y terminaba en tia, Tyki no era una blanca flor como su apariencia lo dictaba.

No recibió quejas, como hubiera resultado normal tras tirar la puerta a patadas, contrario a ello lo único que Mikk percibió al ingresar a la habitación fue silencio y una extraña oscuridad.

Alguien había corrido las cortinas y aunque su entrada dejaba paso a un halo de luz, parecía ser una oscuridad más densa lo que lo debería.

Maldijo en silencio cuando notó un bulto en una de las esquinas, se llevó una mano a las sienes y negó.

—¿En serio, Allen? ¡¿Es en serio?! —el chico no se movió, suspiró dando un paso hacia él— Escucha, sé que estás castigado y todo eso, pero no deberías sólo deprimirte por una estupidez así. Venga, el conde no está, salgamos a...

—No es eso.

Frunció el ceño.

Mikk se plantó junto a Walker y se cruzó de brazos, esperaba el momento en que su albino compañero decidiera salir de entre la montaña de mantas bajo la que se escondía, sin embargo sabía lo terco que resultaba ese mocoso cuando quería.

Acabó por sentarse junto a él con una mueca de fastidio.

—¿Qué es entonces? —indagó siguiéndole la corriente— A todo esto, olvidé preguntarle a Road porqué estás castigado ahora.

Un brillo grisáceo perteneciente a los ojos del chico le avisó de la mirada fulminante que recibió momentos antes de que la blanca cabeza de Allen saliera de su escondite, el chico pareció cruzar los brazos sobre sus rodillas.

—Estoy castigado por ser un rehén de Jasdevi y, supuestamente, ayudarles a pagar las cuentas de un exorcista —bufó con desdén—. Estoy... Deprimido porque...

Tyki observó paciente el perfil del menor, parecía contrariado y decidió dejarle pensar en lo que diría. Como su tutor, era siempre el primero en saber que a veces Red necesitaba cuestionarse mucho las cosas.

Era una costumbre que sus días en el circo le dejaron, si bien lo ignoraba la mayor parte de las veces y decía todo con firmeza, había días (ya saben, ese ciclo del veinte y el treinta) donde el chico no era él mismo... O por lo menos eso parecía.

Finalmente, Walker negó y suspiró hundiendo la cabeza entre sus manos ocultas por las mantas.

—¿Estás deprimido porque...? —insistió curioso— Venga, Allen, puedes decirme lo que quieras.

—Esa es la cuestión —su voz sonó amortiguada—. Realmente no puedo.

Ofendido por la repentina desconfianza, Tyki frunció el ceño. ¿Qué demonios le pasaba a Alle...?

Abrió los ojos sorprendido cuando una especie de globo amarillo salió de entre las mantas, esa cosa y Mikk intercambiaron lo que el Noah interpreto como una mirada desafiante por unos segundos.

Entonces el mayor recordó lo que el inglés había estado diciendo y frunció el ceño nuevamente.

—Allen, ¿qué es esto? —el chico se encogió de hombros mientras Tyki intentaba tomar al pequeño Tim— ¡¿Dónde lo conseguiste?! ¡Tenemos que destruir...!

—¡No vas a romper a Tim, Tyki! —fue turno de Walker para fruncir el ceño, ambos se miraron mal al tiempo en que el gollem volvía con el británico— Y no lo conseguí, se lo gané a un exorcista en un justo juego de cartas.

Noah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora