Él, ella y el amor

Capítulo 90

Max

-Max, ¿y ese edificio?

-Ah, como ya eres de la manada ya puedes ver la casa principal, mi casa y la de los betas. Vivirás allí y Paul también, claro que Simón se tendrá que mudar también. Allí viven dos lobas más, las mates de Zeirat y Marcos, Keith y Ross.

-Ah, buena forma de camuflaros.

-Necesitarás un despacho ¿no?

-Compartiremos el tuyo, ahora somos una sola manada.

-Bien, pero tendrás tu escritorio. Dile a Toni cómo quieres el escritorio y la silla, es el encargado de la construcción y los interiores.

Necesito el informe de la interrogación al traicionero, depende de sus argumentos el castigo que le impondré. Vuelvo a suspirar, me paso todo el tiempo suspirando desde que encontré al traicionero.

-¿Te pasa algo pequeña?

-No es nada Adrián, nunca me habían traicionado asique esto es nuevo.

Pude ver un poco de compasión en sus ojos, pero lo cambió rápidamente por la duda.

-Podrías contarme tu pasado.

-Si quieres saber mi pasado, me tendrás que contar el tuyo primero. Sé que eres más mayor que yo, pero solo eso.

-Já, mayor es poco, tengo 404 años. Para mí solo eres un cachorrito.

-Bueno este cachorrito es alpha y es más fuerte que tú. Aparte de los años, dime más cosas.

-Lo de ser fuerte lo dudo, aun no has peleado y no tienes experiencia. Si quieres saber más tendremos que hablar durante toda la noche.

-No tengo prisa.

-Alpha, traigo el informe.

"Tenía que venir a jodernos el momento"

Sam, es Simón, no te pases

"Le quiero pero este momento era precioso, los dos mirándonos a los ojos y perdiéndonos en nuestras profundidades"

No pude evitar reírme a carcajada viva. Adrián me miraba raro y Simón al estar acostumbrado, solo miró al lado aguantándose la risa. Todos en mi manada sabían que cuando me reía así, solo era culpa de Sam y te podrías esperar de todo con esta loba.

-Lo siento, es culpa de Sam. Casi me hace vomitar.

-¿Se puede saber que te ha dicho?

-Textualmente, los dos mirándonos a los ojos y perdiéndonos en nuestras profundidades, es tan cursi. Casi muero por sobredosis de cursilería.

-Alpha, Sam ha dicho cosas peores.

-Bueno, se ve que la molestaste asique ha sido gracioso.

Los dos nos seguimos riendo hasta llegar al despacho, intentamos tranquilizarnos para poder hablar de cosas serias, pero entre la mirada de Adrián y las miradas que nos echábamos Simón y yo, no puedo relajarme pronto.

-No te pongas celoso Adrián, trata de acostumbrarte.

-¿Qué? ¿Celoso? No seas ingenua, nunca me he puesto celoso, con ninguna de las mates que tuve.

-¿Cómo? ¿Mates?

Me alteré tanto que toda mi aura y mi olor se salieron de control, Sam casi sale sin mi permiso. Me abalancé sobre Adrián.

-Espero que no hallas hecho nada con ellas, eres mío y no pienso compartir ni ahora ni nunca.- más que hablar, gruñía cada palabra.

-Tranquila pequeña, tú eres la única que me ha hecho sentir esto. Eres a la única que he aceptado.

Y me beso. ¡Me besó! Dios que rico se sentía sus labios, tan carnosos, tan dulces y tan comestibles. No quiero separarme nunca de sus labios, pero todo termina. No sé cuánto pasó pero odio al oxígeno por hacer que baje de mi paraíso.

-No quiero terminar este momento, tus labios me encantan, pero hay espectadores y cosas que resolver. Ya te haré mi mujer, sé paciente.

Me sonrojé hasta las orejas. Admito que con ese beso se despertó algo más que amor, pero no estoy preparada para ello. De solo imaginarlo me come la vergüenza.

-Pequeña, deja de imaginar. Tu olor me está volviendo loco.

Me mordió suavemente el cuello provocando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, era una advertencia de lo que me deparaba más tarde. Nos miramos a los ojos, los dos teníamos pozos de lujuria por ojos.

-Simón, empieza con el informe por favor.

Necesito despejarme o haré una locura de la que me arrepentiré.

-Sí alpha.

Creo que entre Simón y yo, podríamos preparar una ensalada, nosotros seríamos el tomate. No podíamos mirarnos a los ojos de la vergüenza.

-Lo que dijo el traidor fue...