Capitulo 31 - "Siempre he querido lo mejor para ella"

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  • Dedicado a Evelin Castro
                                    

-¿Y? ¿Vas a ir? -Le preguntó Layla a su amigo, mientras se dirigían a sus clases.

-Sí, fue difícil convencerla pero al final, aceptó -Contestó Roberto.

-¡Me alegro! -Dijo Layla, suspirando de alivio.

Entraron a sus clases. Una hora después...

-Chicos, sé que les había dicho que saldríamos mañana temprano -Dijo el maestro - Pero hay un ligero cambio de planes, saldremos hoy a las cuatro de la tarde, a puerto Vallarta.

-¿Hoy? ¿A las cuatro? -Preguntaban algunos alumnos.

-Espero que tengan tiempo para arreglar las cosas que se llevarán -Dijo el maestro.

En la salida, Layla se había apurado en salir, ahora esperaba a sus amigos afuera.

-Roberto -Dijo al ver que el chico se acercaba - no se te olvide, a las cuatro.

-No Layla, aquí estaré -Dijo Roberto.

-Ok, te espero en la esquina -Dijo Regina adelantándose.

-Sí, voy, solo quiero hablar con Jorge -dijo Layla.

Regina dobló la esquina, y alguien la tomó por detrás, tapándole la boca.

-¿Creías que te librarías de mi? -Le preguntó.

-¿De qué habla? ¿Quién es?

-Soy tu papá, Pablo -Contestó el hombre.

-¡Suéltame! ¿Ahora qué quieres? -Preguntó Regina enojada.

-Está bien, te suelto, pero con una condición -Dijo él.

-¿Cuál?

-Regresa a la casa, así de simple.

-¿Estás bromeando? NUNCA, óyeme bien, NUNCA regresaré contigo a esa casa -Dijo Regina.

Pablo la soltó bruscamente.

-Tarde o temprano regresarás -Dijo.

-¿Para qué? ¿Para qué demuestres lo imbécil que llegas a hacer cuando no se hace lo que tú quieres?

Pablo le dio una mirada amenazante, para después irse. Después de unos minutos, Layla llegó.

-¿Pasa algo? -Preguntó - Te ves un poco asustada.

-No, no es nada -Dijo Regina - Ahora vamos por las cosas que nos llevaremos.

-¿Segura? Te conozco y sé que tienes algo.

-Muy segura.

-Ah! bueno te voy a creer.

Subieron al autobús y se dirigieron hacia su casa.

-¿Para que la quieres aquí? -Preguntó Ernest.

-No lo sé -contestó Pablo, dándole un sorbo a su cerveza.

-¿Para qué vas a querer de una mujer? Te ves bien así, solo

-Es mi hija, ¿lo entiendes? MI HIJA.

-Jaja, ¡no me hagas reír! –Dijo Ernest, fingiendo su risa - ¿Cuándo te ha importado?

-Siempre –Contestó Pablo – Siempre he querido lo mejor para ella.

Llegaron a la casa, y se dirigieron rápidamente al cuarto. Layla sacó una pequeña maleta que estaba debajo de la cama, con la cual se vino la caja que tenía los recuerdos de sus amigos.

-¿Qué es eso? –Preguntó Regina.

-Ah! Son cosas que guardé, recuerdos de mis amigos de Alemania –Contestó Layla.

-Los quiero ver.

Layla destapó la caja, dejando ver cosas que a simple vista eran insignificantes, pero tenían un gran valor para ella.

-¡Cuantas fotos! –Dijo Regina.

-Sí, carteles, pulseras –Dijo Layla sachando las cosas.

-¿Y porque no pegas las fotos en la pared?

-No lo sé, esto es el pasado –Contestó Layla.

-¿Y eso qué? Te vendría bien recordarlos a ellos.

-Está bien, pero ayúdame.

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