Después de un largo tiempo de silencio e intensa caminata por la acera, en dirección cualquiera, Jahir comenzó la conversación.
–No te había preguntado a donde ibas.
–Ah! A la biblioteca –contestó Layla.
–Suenas enojada. ¿Pasó algo?
–Vi a Jorge, siento que me comporto grosera con él.
– ¿Sientes?
–Ya, bueno, si lo soy, pero es que no lo puedo evitar, es algo que viene de repente cuando lo veo. Es como si, aparte de todo lo que sé de él, habría otra razón para odiarlo, aunque por muy dentro de mí, sé que no la hay y solo son figuraciones mías –Dijo – Y solo busco razones para odiarlo –Jahir rió – ¿De qué te ríes?
–De nada, es solo que te ves muy linda enojada.
– ¡Eres un patán! –Exclamó Layla.
– ¿Por qué? –Preguntó Jahir entre risas.
–Calla.
Los dos rieron y caminaron sin rumbo.
Eleanor pasaba por ahí, chocó con Layla, ya que las dos iban muy distraídas, la segunda se cayó al suelo.
–Lo siento –Dijo Eleanor, extendió la mano y Layla se apoyó en ella para levantarse – Yo no quería…
–No es tu culpa –Dijo Layla sonriendo mientras sacudía su short.
–Ah! Y ¿Cómo estás?
–Bien, gracias –Contestó Layla mirándola y sonriendo.
–Escuché que comenzarán a hacer los trámites para cambiarle el apellido a Jack –Dijo Eleanor desanimada.
–Sí –Contestó Layla incómoda – Igual, nunca dejará de ser tu hermano, tú fuiste quien ha estado con el todos estos años.
Eleanor fingió una sonrisa, para después irse sin decir algo más. Layla miró a Jahir y este se encogió de hombros. La dejó en su casa, Layla entró, todavía se encontraba vacía. Subió casi corriendo y se tiró en la cama. Minutos después, Regina entró a la habitación, en su rostro se dibujaba una linda y delineada sonrisa. Se sentó al lado de su amiga y después soltó un grito de emoción.
– ¿Qué pasa? –Preguntó Layla sonriendo al ver la felicidad de su amiga.
– ¡Carmina! ¡Carmina! –Decía entre inhalaciones y exhalaciones apresuradas – Me quiere de vuelta en su casa.
– ¿Qué? ¡Me alegro! ¿Y eso?
–Consiguió un buen trabajo, en él recibe un sueldo perfecto y suficiente para las dos –contestó Regina, le dio un fuerte abrazo a su amiga – Necesitaba tanto a mi madre, después de la pérdida de Pablo.
–Sobre eso… lamento no haber estado apoyándote.
–Entiendo, ve en el estado que estabas –Regina le sonrió a su amiga sin enseñar los dientes –Bueno, no hay que pensar en eso, por otro lado, ¡Volveré a estar con mi madre!
Regina se quitó las lágrimas que habían salido de sus ojos. Se comenzó a reír y Layla la miró confundida, pero como siempre, sin olvidar sonreír.
–Me alegro mucho. Te mereces ser más que feliz –Dijo al cabo de unos minutos –. Aunque extrañaré verte todo el día –Rió –. Te quiero Regi.
Regina sonrió y después, con ayuda de su amiga, comenzó a hacer las maletas. Cuando terminaron, Miguel entró al cuarto. Miró seriamente a las dos chicas, que estaban entusiasmadas y felices.
– ¿Quién se va? –Preguntó. Regina miró al piso.
–Ahora vengo –Dijo Layla, para después bajar al primer piso, sentarse en el sillón y encender la televisión.
Regina y Miguel permanecían serios. El la miraba sin entender lo que estaba pasando, en cambio Regina seguía mirando al piso, e incómoda, dio inicio a una larga plática.
–Mi mamá me quiere de regreso en su casa –Dijo.
–Entonces… ¿Te vas? –La pregunta era inútil, ya que Miguel ya sabía la respuesta. Regina asintió –. Eso quiere decir que ya no te veré.
–No, eso…
–Tú nunca querías hablar conmigo, ni siquiera querías que te viera – Interrumpió el chico.
–Porque estaba resentida por la pérdida de mi padre y el estado en el que estaba Layla.
– ¿Y tú? ¿Cuándo pensarás en ti? –Regina lo miró con el ceño fruncido –. Entiendo lo de tu papá, pero ya no dejes que tus problemas influyan en todo.
–Tú no entiendes.
–No, si entiendo –Dijo el chico mirándola a los ojos. Ella no lo hacía, miraba para cualquier lado, menos a él –. Se lo dices a un drogadicto que nunca toma en cuenta la opinión de su mamá y…
–Ese es el problema, tu drogadicción –Interrumpió Regina, esta vez, mirándolo a los ojos –. ¿Tú crees que quisiera a un drogadicto de pareja? –El negó con la cabeza y dirigió su mirada hacia el piso –. ¿Ya ves que no solo soy yo? –Al ver que no recibiría respuesta, continuó –. Así como tú quieres que yo haga un esfuerzo por ti, yo también quiero. Hazle caso a tu mamá, y deja las drogas antes de que sea demasiado tarde –Puso sus manos en la cintura –. ¿Qué? ¿Ya no hablarás?
–Sí. Sé que yo también tengo que hacer esfuerzos por ti y por mi madre, pero…
– ¿Pero? Ah! ¿Es que hay peros? –Preguntó la chica. Se cruzó de brazos y miró hacia otro lado.
–Sobre todo esto… ¿Existe la posibilidad de que entre tú y yo haya algo?
–El día en que yo, por primera vez, piense en mí y que tú estés completamente rehabilitado, hablamos –Miguel se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su habitación. Regina lo alcanzó y lo tomó de la mano. El dio media vuelta, para que después, los dos se miraran a los ojos –Eso es un sí, pero tienes que entender que…
–Lo entiendo –Dijo él, para después acercarse a ella y detenerse cuando sus caras solo quedaran a un centímetro –Entiendo todo.
Esta vez fue ella quien se acercó, plantándole un beso lento. Él, sorprendido, lo correspondió. Regina deshizo el beso, él la miró a los ojos, sonrió y se metió a su cuarto cerrando la puerta. Regina permaneció parada en el pasillo, mirando al piso, con una sonrisa en su rostro. Minutos después, Layla entró a la habitación y con solo una mirada hacia su amiga, le preguntó “¿Qué pasó?”. Regina sonrió, tomó sus maletas y bajó al primer piso, seguida de su amiga, que seguía deseosa de saber qué es lo que había pasado.
–Cuéntame –Dijo, una vez que las dos estaban en la sala de estar. Regina le habló de todo.
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Positive vibe...
Teen FictionLayla, una chica de dieciséis años, sufrió de una enfermedad. Al poco tiempo, esta regresa, pero no le desgarra la esperanza y felicidad que ella siente de salir adelante. Siempre sintió el desprecio de su papá, gracias a su abandono y este vuelve...