Capitulo 7 - Felicidad

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[Nueve de enero, dos mil ocho. Doce cincuenta de la tarde]

Layla acababa de llegar a la escuela. Entró y se dirigió a donde se quedaron de ver ella y Regina. Y ahí estaba parada, con un chico a su lado, que a Layla le parecía conocido.

-Hola –Dijo Layla tímidamente, cuando se acercó a Regina.

-Hola –Contestó Regina sonriéndole –El es mi amigo, Roberto.

-Layla ¿Verdad? –Preguntó Roberto extrañado mirando a Layla.

-¿Ya se conocían? –Preguntó Regina.

-Eres el chico que estaba ayer en la noche en…

-Sí –Interrumpió Roberto – Y tu, la alemana.

-Sí. ¡Qué pequeño es el mundo! –Dijo Layla.

-Tus ojos no quedaron bien –Dijo Roberto.

-¿Por qué? –Preguntó Regina - ¿Estuviste llorando?

-Sí, un pequeño problema –Dijo Layla.

-¿Pequeño? Layla, parecía como si se hubiera muerto alguien – Dijo Roberto.

-No, pero para mí esa persona está muerta –Dijo Layla.

-Déjame adivinar –Dijo Regina - ¿Tu papá?

-Sí, lo odio tanto –Dijo Layla.

-¿Lo viste? –Preguntó Regina sorprendida.

-Sí. Me dijo que quería ver a mi madre. ¿Puedes creerlo?

-Perdóname pero ¡es un imbécil! –Dijo Roberto.

-Sí. ¡Un completo idiota! –Dijo Layla.

-Bueno, hay que olvidarnos de esto y ser felices –Dijo Regina sonriendo – Vamos al aula, quiero que todos te conozcan.

-Vamos –Dijo Layla siguiendo a Regina.

Tocó el timbre de entrada justo cuando entraban al salón, todos giraron la cabeza hacia Layla, ella apenas iba a continuar caminando, cuando un profesor se acercó corriendo.

-Señorita, señorita –Dijo mientras la alcanzaba.

-¿Mande? –Preguntó Layla.

-¿Usted es la nueva verdad? –Preguntó el maestro.

-Sí –Contestó Layla.

-Ok. Entremos al salón –Dijo el maestro – Chicos, ella es una alumna nueva, que los estará acompañando lo que resta del año. Su nombre es… -Se detuvo y miro hacia Layla.

-Hola, me llamo Layla –Dijo ella.

-Hola –Dijeron unos de los alumnos al unisono.

-Ok. Si quieres ve a tomar asiento –Dijo el maestro.

Layla miró todo el salón, hasta que vio a Regina, haciéndole señas de que se sentara en el asiento que estaba al lado de ella. Roberto se encontraba sentado atrás de Regina. Layla caminó hacia el asiento y se sentó dejando caer su mochila en sus piernas.

El maestro comenzó a dar clase y Layla no conseguía concentrarse, la mayoría de los alumnos la miraban. Ella apenas les iba a sonreír y estos inmediatamente giraban la cabeza. Se sentía nerviosa.

Tocó el timbre de cambio de clase y todos los alumnos se pararon y salieron del salón.

-¿A dónde van? –Preguntó Layla.

-Cuando cambiamos de clase, cambiamos de salón –Dijo Regina.

-¿Qué clase te toca? –Preguntó Roberto.

-¿Y cómo voy a saber? –Preguntó Layla.

-Te dieron un horario ¿no? –Dijo Regina

-Ah! Si, aquí lo traigo –Contestó Layla sacando un papel de su mochila y entregándoselo a Regina.

-Ah! Mira, es una copia de nuestros horarios –Dijo Regina enseñándole el papel a Roberto.

-¡Es verdad! Ahora vamos a Ciencia –Dijo Roberto.

Ellos caminaron y Layla solo los siguió y así paso todas las horas, hasta que tocó el timbre del receso.

Caminaban por toda la escuela. Cuando un chico se acercó.

-Hola bichos –Dijo dirigiéndose hacia Roberto y Regina - ¿Ya tienen un bicho más en su familia?

-¡Cállate Jorge! –Dijo Regina tratando de ignorarlo y seguir caminando.

Jorge la tomó del brazo.

-¿A dónde crees que vas? –Le preguntó a Regina - ¿Cómo te llamas tú? –Se dirigió hacia Layla.

-Layla –Contestó tímida.

-Déjalas en paz Jorge –Dijo Roberto.

-Está bien, no quiero estar rodeado de bichos, Adiós –Dijo Jorge dirigiéndose hacia su grupo de amigos. Todos ellos rieron.

-¿Quién es ese? –Preguntó Layla.

-Jorge, se cree que puede insultar a cualquier persona –Contestó Regina.

-¿Y porque les habla así? –Preguntó Layla.

-Porque no quisimos formar parte de su “grupito” –Contestó Roberto.

-Por cierto, Layla, todos los días después de clases, vamos a un bosque que está cerca de aquí. –Dijo Regina.

-¿Para qué? –Preguntó Layla.

-A divertirnos. ¿Vas? –Preguntó Roberto.

-Sí, claro.

[Nueve de enero. Dos mil ocho. Siete de la tarde]

Regina, Roberto y Layla, iban caminando hacia el bosque. Ellos iban callados. Layla sentía nervios, no sabía que pasaría. Se adentraron en el bosque, hasta que encontraron un claro. Y se pusieron cómodos ahí.

-¿Y solo estaremos nosotros? –Preguntó Layla.

-No, en unos minutos llegará el resto de la escuela –Dijo Regina.

-¿Segura? –Preguntó Layla un poco nerviosa.

-Sí, mujer, segura. –Contestó Regina.

Estuvieron unos minutos más, hasta que se empezaron a ver más chicos entre los árboles, llegaron y todos empezaron a platicar.

Layla consiguió muchos amigos esa tarde. Todo iba bien, hasta que el celular de Layla comenzó a sonar.

-¿Bueno? –Contestó la llamada.

-¡Layla! ¿Dónde estás? –Preguntaba Antonia.

-Ah! Mamá, estamos en un lugar en el que todos se juntan después de la escuela –Contestó Layla.

-¿Dónde? Por lo menos hubieras avisado. –Dijo Antonia.

-Ah! ¡Mamá! Solo es un bosque, está vacío y nada más estamos nosotros, esta cerca de la casa –Dijo Layla.

-Ok, no quiero que llegues tarde –Dijo Antonia.

-No mamá. –Dijo Layla cortando la llamada.

Siguió ahí, todos se llevaban bien, ya que Jorge y sus amigos no estaban. Todos platicaban, reían, etc.

“Aquí realmente soy feliz” –pensaba Layla.

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