Capitulo 51 -Casi muerto.

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“…Corrí. La pistola en mi mano, me ponía más nerviosa, pero eso no quería decir que yo era incapaz de disparar. Ese maldito tenía que morir, después de haberme tenido todo este tiempo secuestrada. Mi acompañante no confiaba en mi, él creía que yo apenas viera a Dorian correría dejándolo solo…”

–Y me siguió toda la noche –Decía Regina a Dagna, ya que su amiga Layla, de nuevo, no le prestaba atención – Es tan estresante.

–Te gusta –Dijo Layla dejando el libro en la almohada.

–No me gusta –Dijo Regina –. Tu lo dices porque no has escuchado toda la historia completa, te importa más lo que le pasa a esa chica que en realidad no existe y forma parte de la imaginación del escritor y el lector.

–Ya vale, no peleen –Dijo Dagna –Y Regina, si te gusta.

Layla y Dagna comenzaron a molestar a Regina con lo mismo, ella solo se sonrojaba y negaba con la cabeza. Miguel entró a la habitación y las tres chicas, se quedaron calladas observándolo. El rompió el silencio.

–Layla, te habla Jahir. 

–Ahora vengo –Dijo Layla –Miguel, le gustas a Regina.

Salió disparada de la casa, chocó sus labios con los de Jahir, para después deshacer el beso y observar a Dagna salir corriendo de la casa. Se detuvo al doblar la esquina.

Caminaban por la acera, Regina estaba sonrojada y no hablaba. En cambio el, parecía que sus platicas no tenían fin. Ya había anochecido.

–… y ya –Dijo –Ahora háblame de ti.

–No, habla tú –Dijo Regina.

El hiso caso. Pasaron unos minutos, cuando Pablo se acercó, Regina se puso nerviosa y comenzó a temblar. Acomodó un pedazo de cabello corto atrás de su oreja y miró la acera, tratando de no prestarle atención a Pablo.

–Regina, tenemos que hablar –Dijo su padre, tomándola fuertemente del brazo y simulando ser buena persona.

–Señor, suéltela –Dijo Miguel, para después interponerse entre Regina y Pablo.

–Tú no te metas, es mi hija –Dijo Pablo haciéndolo para aún lado. Pero Miguel, insistente, volvió a ponerse entre ellos. Pablo apretó sus dientes fuertemente. Enojado, le dio un puñetazo a Miguel cerca de los labios, provocando que uno de estos, comenzara a sangrar.

– ¡No le pegues! –exigió Regina al ver que su padre estaba a punto de tirarle otro golpe. Este se detuvo a mirarla, para después continuar con su intensión, golpeando a Miguel en el estomago. Este solo se agachó por el dolor. Enojado, se paró derecho, pareciendo más alto que Pablo, y desesperado gracias a que no había consumido droga, golpeó a Pablo, para provocar que su nariz se rompiera y comenzara con una hemorragia –. No, ¡Alto! –Exigió, al ver que Pablo continuaba con los golpes. Decidida, se marchó dejándolos solos con sus intensiones.

Caminaron hacia el bosque, Layla se veía exhausta. Su cara pálida con ojeras debajo de los ojos y labios blancos, no dibujaba ninguna facción. Jahir, no se había percatado de esto, ya que él iba hablando e iba más adelantado que ella. Llegaron al lago, Layla imitó una conchita con sus manos, para poder agarrar agua y después ponerla en su cara. Trataba de hacer que su acompañante no notara como se encontraba, ya que según ella “No quería causar molestias”. Cuando él hablaba, acostumbraba no mirar a la persona a la cara, hasta terminar, para ver su expresión. Al terminar de hablar, Layla miró hacia el suelo, para evitar que Jahir le viera la cara.

–Bueno, vámonos –Dijo Jahir, después de unas horas.

–No, yo me quedo aquí –Dijo Layla sin mirarlo. 

– ¿Segura? –Layla asintió. –Vale, dame un beso.

Le dio un beso rápido, para después volver a mirar al suelo. Jahir la miró extraño, pero sin prestarle atención a ese detalle, se marchó.

–Regina, espera –Decía cuando al fin la había encontrado.

– ¿Qué quieres? –se detuvo y lo miró –. No quiero hablar contigo.

–Perdón, es que, parecía que quería hacerte daño y... –Suspiro molesto. La falta de esas sustancias, hacía que estuviera tenso – quería defenderte –Inhalo y exhaló, tratando de relajarse. Era en vano.

– ¿Qué consumes? –Preguntó Regina al verlo así.

–No estamos hablando de eso.

–Pero yo lo quiero hablar.

–Heroína y cocaína –contestó a regañadientes.

Regina dio media vuelta y comenzó a caminar. Esta vez, Miguel no la siguió. Fue hacia el lugar en el que la otra vez había estado y había sacado a Layla. Consumió drogas y “se relajó”.

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