Capitulo 89 - Déjame en paz.

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Caminaba por la acera tratando de olvidar todo lo que había pasado, pero muy bien sabía que eso era imposible. Se sumergió totalmente en sus pensamientos para que cuando un chico comenzara a caminar a su paso, se asustara. Lo miró y sintió alivio.

–Siempre te asustas –Dijo Manuel.

–Lo sé –contestó Layla sin sonreír.

–Bueno, ¿Por qué te desapareciste?

–Fui a Alemania, quería visitar a… una persona.

– ¿Puedo saber a quién? –Preguntó Miguel.

Layla solo miró hacia otro lado, sus ojos volvieron a cristalizarse y la situación se tornó incomoda.

– ¿No? –Layla lo miró y el solo asintió –. Ok ¿y cómo sigue tu enfermedad?

–Ya no tengo leucemia –Contestó Layla.

Los ojos de Manuel se iluminaron y hundido en la emoción abrazó a Layla, al mismo tiempo que la cargaba. Layla rió.

–Pero ¿Cómo pasó? –Preguntó Manuel mientras deshacía el abrazo y dejaba que Layla apoyara sus pies en el piso.

–Hace un mes y medio, en Alemania.

– ¿Pues qué mas pasó? –Layla volvió a incomodarse –. Ok, no insisto.

–Mejor – Aseguró la chica.

– ¿Quieres ir a tomar un café?

–Vale.

Caminaron hacia es Starbucks y sentándose uno frente al otro, pidieron lo que querían. Platicaron toda la tarde tranquilamente, cuando a Manuel, quien “no insistiría en el tema”, volvió a hablar sobre el viaje de Layla hacia Alemania. Ella esta vez lo miró frustrada.

– ¿Qué pasa? –Preguntó –. ¿Layla que pasó en Alemania?

–Cosas, muchas cosas de las cuales no quiero hablar –Dijo Layla haciendo énfasis en las últimas tres palabras. Manuel insistió con la mirada y Layla se puso de pie frustrada –. ¿Sabes qué? ¡No te quiero decir! ¡Déjame en paz! –Exclamó, para después salir de la cafetería enojada.

Caminaba por la acera rápidamente para que Manuel no la siguiera, ni alcanzara. Dobló dos esquinas más, cuando alguien la detuvo del brazo. Layla estuvo a punto de protestar pensando que era Manuel, pero al dar media vuelta, sus ojos se abrieron como platos. Era Jorge y parecía enojado.

– ¡Desapareciste! ¡Desapareciste son decir nada!

– ¿Tengo que darte explicaciones? –Layla quitó su brazo de la mano de Jorge con un movimiento fuerte y rápido.

–No, pero…

–Déjame en paz ¿Quieres?

Salió disparada de ahí, para que unos minutos después estuviera cerrando de un portazo al entrar a la casa de Paula.

– ¿Dónde andabas? –Preguntó Dagna, quien se encontraba en el comedor.

–Fui al bosque y después al Starbucks –contestó Layla sentándose en frente de Dagna.

–Te ves frustrada –comentó su amiga.

– ¡Lo estoy!

–Calma, sé que todo pasó de una manera repentina, pero tienes que entender que Dios hace las cosas por una razón –Dijo Dagna –. Debes mantenerte fuerte para Antonia.

Layla asintió un poco más calmada.

–Me iré a dar un duchazo –Dijo al cabo de unos minutos.

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