Capitulo 36- compañía.

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– ¿Quieres cambiar esto? –Preguntó Layla, después de haber pasado toda la tarde en silencio. – ¿Quieres dejar de fingir que estas solo? –Jahir retiró los audífonos, dejando escuchar una melodía suave – Jahir, yo estoy contigo, sabes que siempre te voy a apoyar y que no te voy a dejar solo. Jahir, me importas, no pienso irme como si nada, desahógate. Si sigues así, nunca lo 

superarás, sé que es algo muy fuerte y pensarás que a mí se me hace fácil decírtelo, pero no lo es.

Jahir se puso de pie, le dio la mano a Layla para ayudarla a pararse, la tomó por la cintura con un brazo, y entrelazando los dedos de la otra mano con la mano de Layla, para después comenzar a bailar al ritmo de la melodía.

– ¿Qué haces? –Le susurró Layla en el oído. Jahir se encogió de hombros. Las lágrimas seguían resbalando por las mejillas de los dos – siento que haya pasado todo eso, y que yo no haya hablado contigo antes.

–Tuviste miedo de hablarme, ya que me comportaba raro –Jahir la justificó.

Terminó la melodía, Jahir le dio una vuelta a Layla, y después soltó su mano. Tomó su mochila, y comenzó a caminar. Layla lo imitó.

–Me has devuelto las ganas de volver a empezar –Dijo Jahir, después de haber pasado minutos caminando en silencio.

–Me alegro –Dijo Layla siguiéndolo.

–Gracias.

Layla sonrió.

–Mañana tengo quimioterapia –comentó.

Jahir se detuvo, la miró a los ojos.

– ¿Has mejorado? –Preguntó.

–No. –Contestó Layla – tal parece que todo es en vano. No mejoro, no empeoro.

–Tranquila, solo ha pasado un mes y medio –Dijo Jahir – estoy seguro que mejorarás.

Salieron a la carretera, Layla decidió acompañar a Jahir a su casa. El se había opuesto, pero Layla le había ganado. Llegaron, Jahir la hiso pasar, ya que el frío estaba intensificando. Estaban en noviembre y en Guadalajara esas épocas las pasaban con un frío que alcanzaba a llegar hasta los huesos.

– ¿Quieres tomar chocolate caliente o café? –Preguntó al entrar.

-Chocolate –contestó Layla.

La mamá de Jahir bajó, Layla voltio a verla y ella le sonrió.

–Buenas noches –Dijo Layla.

–Buenas noches –saludó la señora - ¿Quién es? – se dirigió hacia Jahir.

–Se llama Layla, es una amiga –Contestó el chico.

–Mucho gusto, señora –Dijo Layla.

–Igualmente. Me llamo Helena. –Dijo la señora, caminó hacia la cocina - ¿Harás chocolate? –Preguntó, Jahir asintió – Yo también quiero.

Layla tomaba la bebida caliente, sentía como el calor abrazaba lentamente su cuerpo. Había comenzado a llover, la señora Helena ya había subido al segundo piso, Jahir y Layla se encontraban viendo la televisión en la sala de estar.

–Se pronostica que la tormenta durará toda la noche –decía el señor del noticiario – le recomendamos no salir de sus casas, el aire está muy fuerte, al igual que la lluvia.

Jahir se rió y después miró a Layla.

– ¿Cómo te irás a tu casa? –Preguntó. Layla se encogió de hombros preocupada – Puedes quedarte aquí.

–No, Paula me mataría –Dijo Layla – además no quiero causar molestias.

–No eres una molestia, y puedes llamar para avisar.

–No, enserio. Además ¿Dónde dormiría?

–En mi habitación –Dijo Jahir.

– ¿Qué? No, estás loco – Dijo Layla sorprendida.

–Es enserio, yo puedo dormir aquí en el sillón, está cómodo.

–No, en ese caso, yo dormiría en el sillón.

–Tú en mi habitación –Dijo Jahir tercamente.

–Yo no sé porque discuto esto si no me quedaré aquí –Dijo Layla.

–No tienes otra opción –Dijo la señora Helena bajando el último escalón de la escalera. – Jahir, que duerma donde ella quiera.

–Igual, te gané –Dijo Jahir sonriendo – Vamos, llama a tu casa –Dijo apurándola.

Layla hiso la llamada tímidamente.

– ¿Dónde estás? –Preguntó Antonia al otro lado del teléfono.

–En la casa de Jahir. Mamá, la tormenta esta fuerte y…

–Te vas a tener que quedar en casa de Jahir –Interrumpió Antonia.

–Sí, es lo que te iba a decir.

–Al cabo mañana no irás a la prepa, tienes quimioterapia.

–Cierto.

–Yo voy en la mañana por ti, temprano –Dijo Antonia – Antes de irme al trabajo. Adiós.

Antonia había terminado la llamada.

– ¿Y bien? ¿Te quedas? –Preguntó Helena.

–Sí –contestó Layla tímidamente.

–Te voy a preparar la cama –Dijo Jahir poniéndose de pie.

–Ya te dije que puedo dormir en el sillón –Dijo Layla.

–Jahir, no seas terco –Dijo Helena.

–Está bien –Dijo el chico rendido.

Subió al segundo piso, para después bajar con un par de sabanas y almohadas.

Duraron hablando hasta tarde, Helena ya se había subido hace horas. Layla se recargó en el hombro de Jahir y se quedó dormida.

–Layla –Decía Jahir, minutos después, ya que no se podía parar porque Layla había caído a su pecho – Despierta.

La chica no despertaba, y el no tuvo más remedio que acomodarse en el sillón y tratar de no mover tanto a Layla.

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