Capitulo 40 - Amenazas.

185 1 0
                                    

–Layla, espera –decía el chico siguiéndola.

– ¿Qué quieres Jorge? –Preguntó Layla deteniéndose y mirando al chico de mala gana.

–Que me perdones – contestó el chico.

– ¿Sabes qué? Ahora no –Dijo Layla, para después seguir caminando. Jorge la tomó del brazo - ¡Suéltame! Ahora veo que tú nunca cambiaste.

–Layla…

–Adiós.

Layla y Jahir habían quedado de verse en la esquina, para tomar el autobús, juntos e irse al lago. Layla lo estaba esperando, cuando vio que Pablo se acercaba. Intentó correr pero él la detuvo.

–Ahora resulta que tú también me tienes miedo – Dijo él.

– ¡Suélteme! – Dijo Layla, ya que Pablo la había detenido, tomándola del brazo fuertemente. El negó con la cabeza – Voy a gritar, se lo advierto.

–Grita.

– ¡Ayuda! ¡Ayuda! – Gritaba Layla. Los alumnos la miraban, pero nadie la ayudaba – ¡Ayuda!

–¿Dónde está Regina? – Preguntó Pablo.

–No sé – Contestó Layla. Pablo la tomó más fuerte del brazo, causándole un dolor intenso – ¡Es la verdad! No sé donde está – Decía entre gemidos.

–Si sabes, dime –Dijo Pablo. Layla negó con la cabeza, mientras un par de lágrimas resbalaban por su mejilla, a causa del dolor de su brazo. – ¡Eres igual de débil que ella!

–Y usted sigue siendo el mismo idiota – Dijo Layla enojada, para después escupirle en el rostro – un imbécil.

–Suéltela –Dijo Jahir, que al fin había parecido. Pablo huyó al verlo, y Jahir se acercó a Layla – ¿Te hiso daño? –Layla asintió tocándose su brazo – ¿Quién era?

–Pablo, el papá de Regina – contestó Layla – ¡Está loco!

Pablo entró a su casa y tiró las llaves en el comedor. Se sentó en uno de los sillones, para que minutos después llamaran a la puerta. Fue a abrir y ahí estaba Ernest, parado, debajo de la lluvia, todo mojado y con una sonrisa en su rostro.

– ¿Cómo estás? – Preguntó mientras se metía a la casa.

–Bien, siéntate – dijo Pablo – ¿Quieres una cerveza? – Ernest asintió. Pablo se dirigió a la nevera, para después aparecer con dos cervezas. Le dio una a su compañero – ¡Por cierto! Tu hija es muy débil.

– ¿Cuál de las dos? – Preguntó Ernest.

–Layla.

–Ah! ¿Por qué lo dices? – Preguntó Ernest mientras reía.

–Hoy la vi, intento huir, pero la tomé del brazo –comenzó a contar el hombre – solo lo apreté un poco ya que no me quería decir dónde estaba Regina, y comenzó a llorar – Ernest comenzó a reírse.

–Yo no entiendo porqué no salió a mi otra hija – Dijo.

–Porque ella tuvo a su hermano – Dijo Pablo – ¿El también es tu hijo?

–No, el es adoptado – Dijo Ernest – cuando me fui de la casa de Antonia, Lina y yo lo adoptamos, el tenía cuatro años y mi pequeña tres.

–Y decidiste traértelos para México, así Antonia ni los vería. ¡Por cierto! Dices que Layla y ellos están en la misma preparatoria ¿Verdad? – Preguntó Pablo. Ernest asintió – ¿Crees que ya se conozcan?

–No, ellos son muy diferentes – dijo Ernest – Además, ya sabes el tipo de amigos, con los que le gusta estar a Layla.

Layla y Jahir habían decidido no ir al lago, ya que la lluvia estaba fuerte y los noticiarios pronosticaban que sería otra noche de tormenta. Caminaban hacia la casa de Jahir, bajo el paraguas de Layla, ella se había prevenido porque en la mañana el cielo estaba lleno de nubes grises, lo que indicaba que llovería.

Entraron a la casa, quitándose los zapatos deportivos, para no enlodar el piso, color piel, de la casa de Jahir. Se dirigieron a la cocina, prepararon una cena, que consistía en una ensalada de atún, con un jugo de naranja natural para tomar.

– ¿Crees que Paula se enoje? –Preguntó Jahir, mientras ponían los platos en la mesa del comedor.

– ¿Por qué?

–No lo sé, porque estás aquí – Contestó el chico mientras se sentaba en una de las sillas del comedor y comenzaba a comer.

–No tiene porque enojarse, le deje muy claro que diga lo que diga ella, yo no me alejaré de ti – Layla lo miró a los ojos, y sonrió sin enseñar los dientes.

Terminaron de cenar, salieron de la casa y tomaron un taxi para dirigirse a la casa de Paula. Llegaron, chocaron sus labios, para que después Layla bajara del taxi, se metiera a la casa y Jahir se dirigiera a la suya.

Al abrir la puerta, Layla se dio cuenta de que Antonia ya había llegado, y que Paula había cancelado la cena en casa de su amiga.

– ¿Dónde andabas? – Preguntó Paula molesta.

–Con Jahir, en su casa –Contestó Layla, para después intentar subir a su cuarto, pero Paula la detuvo.

–Estás en mi casa, bajo mis reglas –Dijo Paula, haciendo énfasis en “mis” – Así que cuando sales de la prepa, te vienes junto a Regina a la casa.

Layla estuvo a punto de protestar, pero Antonia la interrumpió.

–Mamá, mañana Layla, Regina y yo, nos mudaremos a la casa que compré junto con una amiga del trabajo – Dijo, Layla sonrió y abrazó a su madre.

– ¿Enserio mamá? – Preguntó felizmente. Antonia asintió.

Con solo ver a Paula, se podía notar lo molesta que estaba. Ella no dijo nada y encendió la televisión. Layla subió corriendo por las escaleras y al entrar a su cuarto, corrió hacia sus amigos y los abrazó.

– ¿Y eso? – Preguntó Roberto.

–Mañana Antonia, esta tonta y yo nos mudaremos – Dijo Layla, haciéndole cosquillas en el estomago a Regina.

– ¿Por qué? – Pregunto ella, entre risas.

–Después te explico – Dijo Layla – Roberto, ayúdanos despegando esas fotografías de la pared, mientras Regina y yo hacemos las maletas.

Layla le entregó a Roberto la caja de los recuerdos, para que echara las fotografías, para después, comenzar a hacer las maletas.

Positive vibe...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora