Capitulo 77 - Solo un capricho.

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Layla se encontraba parada en la puerta de la preparatoria. Ya habían anunciado que era hora de salida, y solo esperaba a sus amigos. Regina se acercó rápidamente.

– ¿Qué haces aquí? Deberías de estar descansando –Dijo –. No te encuentras bien.

–Estoy bien –Dijo Layla, mientras metía sus manos a los bolsillos del suéter.

– ¿Layla qué haces aquí? –Preguntó Roberto mientras caminaba hacia las chicas.

–No vine a que me hicieran ese tipo de preguntas. ¿Qué les parece si vamos al Starbucks?

–Vale.

Caminaron juntos hacia esa cafetería. Entraron y eligieron su mesa, para después sentarse y ordenar lo que cada uno quería.

– ¿Ese chico no es Jahir? –Preguntó Dagna señalando hacia un chico que le quitaba un poco de betún a una chica de la nariz, mientras sonreían los dos.

–… Sí –Layla interrumpió su plática.

– ¿Quién es esa chica? –Preguntó Roberto.

–Eleanor. No espera… Catalina –contestó Layla –. Se parecen, una vez que las ves de espalda.

–Deja de ponerme betún en mi nariz –exigió Catalina sonriendo.

–Te ves más linda –comentó Jahir.

–No lo creo.

Los doctores corrían por todos lados. El encargado de cuidar a Ernest, estaba preocupado, casi volviéndose loco, cuando el policía que estaba de guardia entró a su oficina. Los doctores y enfermeras que estaban ahí se pusieron de pie, y el policía negó con la cabeza. Las caras desilusionadas de las personas que estaban en aquella oficina, no podían faltar, contaban con que el policía llegara a dar buenas noticias y que dijera que acababan de atrapar a Ernest.

–No dudará mucho tiempo antes de que pierda el conocimiento, está suficientemente dañado –Dijo uno de los doctores.

–Podría jurar que ese hombre se está volviendo loco –Dijo el doctor Logan Norrinson, aquel que había ayudado a Antonia en la busca de Roosevelt, y la había acompañado a la policía a poner la demanda, contra Ernest y Roosevelt.

Días después…

–Gracias mamá –Dijo Layla sonriendo, mientras entraba a su antigua casa – por cumplirme mis caprichos.

–Entiendo que quieras ver a tu padre, a demás, después de todo lo que he faltado al trabajo, estamos de vacaciones y tú, pues no estás estudiando –Dijo Antonia –. La casa luce muy limpia, es raro.

–Coincido contigo, es como si alguien estuviera viviendo aquí –Dijo Layla –. Quizás solo son suposiciones. Iré a mi cuarto a dejar las maletas.

–Ok, yo saldré un rato.

Al entrar en su antigua recamara, Layla se tiro en la cama mirando hacia el techo. «Espero que Ernest esté arrepentido de todo lo que ha hecho y que se encuentre bien» Pensó. Ella no podía negar que estaba preocupada y nerviosa por cómo sería ese encuentro entre su papá y ella, cuando se volvieran a ver, quizás no la recordaría, o quizás tenga escasos recuerdos.

Antonia entraba a una farmacia para comprar unos calmantes, cuando le pareció ver a alguien conocido, que pasó por atrás de ella, pero lo alcanzó a ver por la vitrina de los medicamentos. Giró y miro a espaldas a ese hombre, este parecía escabullirse entre la gente para que alguien no lo viera. A Antonia le parecía tan sospechoso, pero pensó que eso solo era producto de su imaginación. Volvió a su asunto abriendo la vitrina y sacando el medicamento que compraría.

La chica se sobresaltó al escuchar el portazo que provenía del primer piso.

– ¿Mamá? –Preguntó alzando la voz, mientras salía de su cuarto y bajaba lentamente las escaleras.

– ¿Quién anda ahí? –Preguntó una voz masculina.

En la cabeza de Layla retumbaron esas palabras, su cara empalideció y volviendo corriendo a su cuarto, se encerró. Se recargó en la puerta cerrando los ojos fuertemente al escuchar los pies pesados de un hombre al subir las escaleras. Ella temía… temía por su propio padre.

« ¡Que no sea quien estoy pensando!» Exclamó en su mente, cuando se retorcía de miedo. El abrir y cerrar la puerta principal, despertó su interés. Aquellos pies pesados de él hombre, se retiraron bajando nuevamente las escaleras. Un grito de una mujer aterrada retumbó por toda la casa. Layla salió inmediatamente de su habitación y bajando las escaleras, observaba miedosa la escena.

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