Ley seca

2.3K 91 16
                                    

-Toma,voy a llevar a Julia al colegio.No hagas nada que sepas que no debes hacer.
-Hasta después.

Desde que le habia dicho que no estaba de acuerdo en que dejara la gira se había tomado la libertad de estar distante y para ser sinceras yo tampoco ponía mucho de mi parte.

Decidí levantarme de aquella cama que estaba empezando a odiar y ducharme.
Esa misma tarde recogeriamos a Julia del colegio e iríamos a una ecografía donde nos dirían por fin el sexo del bebé.

Me animo algo más cuando me veo sin esa coleta horrible y me veo peinada y vestida decentemente.
Aún sin saber si me va a caer una bronca de Luis me siento en el sofá sustituyendolo por la cama.

Luis llega pero no dice nada, sigue hacia la cocina.

-¿Cuándo se va a acabar la ley seca Pedrito?
Sabia que estaba jugando sucio, ese mote era sonrisa asegurada.
-¿Cuándo vas a estar de acuerdo conmigo Aitana?
-Vale, perdón.
-¿Cómo? No he escuchado bien?
-Lo has escuchado perfectamente.
-No te queda a ti ley seca ni nada.
-Que perdón.
-Mucho mejor.
-Es que me da mucha pena que no puedas seguir la gira por mi culpa.
-Tienes la culpa de tenerme loquito y de darme el mejor regalo que vaya a recibir en la vida pero de nada más.
-Cepeda, eres muy cursi.
-Contigo funciona más la ley seca.
-No por favor.Te has ido a llevar a Julia sin despedirte.

Frunce el ceño y sonríe.
Sé acerca al sofá y directamente se me tira encima.
Atrapa mis labios y yo no hago mucho por negarselos.

Cuándo nos falta el aire pone su cabeza en mi vientre y mi mano derecha en su pelo.
Casi por inercia mi mano empieza a acariciar su cabeza y mi sonrisa aparece cuando me doy cuenta de donde se ha acostado.

-¿Tu crees que oiga?
-Ni idea, inténtalo.

Inmediatamente empieza a cantar, una melodía preciosa.
No despega su cabeza de ahí y pareciera que tiene al bebé delante, le canta despacito y en voz muy suave como si no quisiera asustarle.

De mis ojos van cayendo lágrimas como si se tratarán de recuerdos que recorren mi mente en ese momento.

Recuerdo mi primer embarazo y lo sola que estaba, no había nadie que tuviera en cuenta a mi hija, solo yo.
Me acuerdo de lo difícil que fue el primer trimestre y la caña que me daba a mi misma.
Recuerdo también que tenía una vecina que fue la única que me ayudó.
Una vecina que era extrovertida y amable, entablaba conversación con todo aquel que se le cruzara.
Las personas que la rodeaban la consideraban un pilar fundamental.
Junto a eso era muy inteligente e independiente.
Era fuerte y sabia reponerse con rapidez de los varapalos.
Quería que mi hija fuese la mitad de ella.
Hoy sé que no me equivoqué poniéndole su nombre.

-¿Tú le cantabas a Julia?
-Después de nacer.
-¿Y eso?
-Pues no sé.

Gira su cabeza y me da dos besos en la tripa.

-¿Y cómo la ponias para cantarle?
-La acostaba en mi pecho.-Se levanta y pone su cabeza sobre mi pecho.-le acariciaba y le cantaba.
Vuelve a coger mi mano y yo le vuelvo a acariciar su pelo.

-¿Me cantas?

El Silencio Dijo SíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora