Envolviendo un regalo

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Sé que es ella quien acaricia mi pelo y cuenta cada lunar de mi cara.
También sé que la risa que se escucha de fondo es la de su madre.
Y tengo por seguro que el intento de habla que causa las risas lo provoca la menor de ellas.

Me giro y me encuentro tres sonrisas enormes.
Abrazo a Julia regalandole de paso un ataque de cosquillas y despeinandole el flequillo.

-Mamá.

La niña capta toda la atención de su madre y para variar,la mía.

-Dime cariño.
-¿Puedo llevar tu cola?

Aitana frunce el ceño y niega con la cabeza.

-¿Qué cola?
-Mamá,te vas a casar.

La mayor estalla en carcajadas dándose cuenta de que se le habia pasado ese ligero detalle.

-La voy a llevar yo.-lo digo sabiendo que voy a intensificar las risas-.
-Papá,tú la tienes que esperar al final.¿De verdad le has pedido matrimonio y no sabes casarte?
-Yo nunca me he casado Julita.

Ella suspira frustrada y yo miro a su madre que no para de sonreír.

-¿Estás feliz?
-Soy muy feliz Luis.
-¿Y eso por qué?
-Pues porque tengo dos niñas maravillosas,porque una de ellas nos va a enseñar a casarnos y porque ayer me propuso matrimonio el hombre más maravilloso del mundo.
-¿Ah,sí?
-Sí,algún día te lo presentaré.

Ella sonríe victoriosa y yo abro la boca en señal de ofensa.
Su respuesta es esconder su cabeza en mi cuello y pedirme sin nisiquiera usar sus cuerdas vocales que deje un par de besos en su pelo.

Gala decide romper el momento trepando hasta la cabeza de su madre para examinarla con sus pequeñas manos mientras Aitana llena sus dedos uno a uno de besos.
La podía entender perfectamente,yo también la bordearia toda la vida como si estuviera envolviendo un regalo aún sabiendo que el mejor regalo era vivir con ella cada día de mi vida.

El Silencio Dijo SíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora