Cada vez que me pregunten por mi felicidad

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-No tienes ni idea de lo que me gustas cuando sonríes.
Mirada directa a los ojos.
-Ya,es que me faltan tornillos pero valgo la pena.
-Pues conmigo no encajan los de pocos tornillos.
-Lo buscaré,no está el mundo para dejar escapar a personas como tú.
Sonrío como una idiota.
Tenía el don de la palabra mezclado con el de la caricia y eso me daba bastante miedo.
Me cuidaba mucho de él aunque le entregara todo de mí.Me cuidaba de él porque quien sabe escribir tiene el poder de enamorarte sin ni siquiera tocarte.

Hoy venían sus padres y aunque pareciera que no estaba nervioso.
No voy a mentir,estaba yo mucho más ilusionada que él. Estaba sonriente y satisfecho,justo lo que yo quería,que volviera a ser la envidia de las calles perdidas de París y que volviera a caer Roma después de Troya al verle sonreír.
Ese hombre que hoy sonreía y me devolvía a mí mi sonrisa era el único caos que ponía todo mi mundo en absoluto orden porque era ese que el único daño que me hacía era morderme el labio cuando me besaba.

Adelanto un par de pasos para acabar pegada a él como la lapa que acostumbraba a ser desde que llegó.
Él simplemente me recoge entre sus brazos y me deja un par de besos en la cabeza.
Podría jurar que no hay un lugar tan tranquilo como su pecho.

Nos saca del momento el timbre que indicaba que mis suegros estaban aquí pero no nos da tiempo a llegar porque ya Julia ha tomado la decisión instantánea de que será ella quien le abra la puerta a sus abuelos.

Yo me quedo detrás agarrando la mano de Julia mientras ellos tres se saludan.
Luis desprende felicidad por los cuatro costados.

-Uy hijo,¿esa sonrisa?
Él para mi sorpresa solo me apunta con su dedo y vuelve a sonreír.
Decido omitir el gesto cuando Encarna se acerca a saludarme.
Luis pasa por mi lado y me susurra al oído.
-Voy a señalarte cada vez que me pregunten por mi felicidad.
Me pongo roja y enseguida se ríe notándolo.
Tira de la mano de Julia y se sientan en la mesa dejándome sola.
Cuando ya he reaccionado paso por detrás dejando mi mano sobre su espalda y juego con sus mismos trucos.
-No sabes lo que me gusta que me sigas poniendo nerviosa.
Y sí,era totalmente cierto.
Y aunque lograba sonrojarme cada vez que me hacía un cumplido tenía que admitir que él,su sonrisa y sus tonterías habían borrado todos los jodidos desastres que había tenido en mi vida.

Los mayores hablamos mientras Julia se entretiene pintando y Luis no para de mirarme.
Veo que Luis le pide un trozo de papel que ella le cede sin problema y se atreve a coger un lápiz sin permiso.
Escribe y me tiende el papel.
Le alzo una ceja antes de leer,él también la alza.Eso solo podía acabar en sonrisa de medio lado para ambos.

"Te miro a los labios para que me beses"

El Silencio Dijo SíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora