3-Reencuentro

251 44 2
                                    

¿Por qué la vida es así de jodida? ¿Mi hermana, novia del hermano de Daniel? Esto, tiene que ser una maldita broma. Ella sigue de pie, esperando una respuesta. Ellos están en silencio mirando como si estuviesen en un partido de tenis.

–Hola Sara ¿Cómo estás? —no sé, ni como he sido capaz de decir una sola frase. Me siento tan ridícula preguntando eso.

–¿Desapareces, durante varios años y lo único que me preguntas es como estoy? —contesta acercandose a mí, mientras sus ojos se van cristalizando.
Me levanto quedando cara a cara con ella.

–¿Estás esperando una explicación? ¡Pues pierdes el tiempo, yo no tengo el porqué explicarte una mierda! —le respondo con rabia.

Prefiero alejarla de mí aunque me odie antes que le hagan daño por mi culpa.

Ángel me mira con furia.

–¡¡Porque seas su hermana, no tienes el derecho de hablarle así!! —interfiere Ángel, alterado y con los puños cerrados, hasta tener los nudillos blancos.
Si hubiese sido un tío, fijo que me suelta un puñetazo.

–¿¿Pero tú quién cojones, te crees que eres para meterte en esto?? —le replico, empezando a ver rojo.

–¡¡Me meto, porque es mi novia y esta es mi casa!! —añade con la respiración fuerte y el pecho subiéndo y bajando a toda velocidad.

–Podéis calmaros un poco, los dos joder. —grita Daniel, interponiendose en medio de los dos, sosteniendo a su hermano del hombro.

–¡¡Por favor, parad!! —suplica Sara, al borde de los nervios.
Le coge de la muñeca a su novio para frenarlo.

Cuando veo el sufrimiento en su cara reaccionó y sin pensármelo dos veces, voy directa a recoger mis cosas. Mientras Daniel, discute con su hermano.
Un minuto más aquí y no me podría controlar.
Cuando estoy a punto de salir, mi hermana me corta el paso.

–No te vayas otra vez, no me expliques si no quieres, pero quédate. —me ruega Sara.

Escucharla me rompe el alma en mil pedazos. Quisiera que se callara de una vez, sería más sencillo largarme, aunque conociéndola me lo pondrá difícil.

–Britt, mírame por favor. —insiste con la voz rota.

La miro y lo primero que hace es abrazarme, me quedo quieta, con una lucha interna entre la cabeza y el corazón. Hasta que noto el temblor de su cuerpo y la camiseta que llevo se está empapando.
Sin poder aguantarlo más, suelto las maletas de golpe y la abrazo.
Daniel y Ángel, no sé en qué momento dejaron de gritar, pero parecen dos marujas mirando la escena sacada de la típica película de la tv.

–Porque tienes que ser tan cabezota. —Le susurro en el oído mientras le acaricio el pelo.

Noto como se ríe y por un momento me olvido de todo. Hacía tanto tiempo que no tenía esta sensación de paz.

–¿Eso significa que te quedarás? —responde separándose de mí, agarrandome de la mano.

Me mata verla llorar, puede que con todo el mundo sea una perra sin alma, pero con ella no puedo aunque lo intente, por muchas murallas que quiera construir para alejarla, las derriba con una facilidad impresionante.

–Me quedaré unos días. Ahora me tengo que ir, cuando me instale te aviso. —le informo cortante.

Necesito salir de aquí a despejarme un poco. Demasiadas emociones juntas en un día.

–Te puedes quedar aquí. —agrega Ángel fríamente.

–No, aquí cerca hay un hotel —le contesto cortante— Daniel quédate con ellos y ya mañana nos vemos.

-¿Podemos hablar un momento a solas? —pregunta Daniel.
Hace un gesto con la cabeza para que ellos se vayan.

–No me interesa lo que tengas que decir. —le digo terminando la discusión.

–Me vas a escuchar, quieras o no —me advierte— deja el puto orgullo por una vez, recuerda que mañana será un día bastante pesado, así que por favor, vamos a dormir.

–Está bien, tú ganas —finalmente me doy por vencida— Pero, sólo por hoy.

Menea la cabeza resignado.
Entramos en la habitación. Es amplia, tiene una cama de matrimonio, un tocador con espejo, una pequeña tv colgada en la pared, un sofá de dos plazas y un baño. Cojo el pijama y busco una toalla para poder darme una ducha. Nada más salgo, veo a Daniel acostado sin camiseta, tiene los ojos cerrados y la respiración tranquila. Sin hacer ruido, me acuesto a su lado, apago la luz y miro el techo, hasta que el sueño me vence y me quedo dormida.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora