15-El Club

116 25 0
                                    

Nos subimos al coche y nos dirigimos a su casa, tengo que encontrar la manera de que Aiden no venga, no voy a dejar que nada ni nadie me joda.

–¿Vamos a casa? —dice sorprendido.

–Claro, por hoy es suficiente. —le replico y pongo la radio para no escucharle.

Parece que ha entendido mi indirecta de no querer hablar, porque todo el camino se queda calladito como buen chico. Paro y él baja del coche.

–Hasta mañana, que descanses. —me hace un gesto con la mano y se va.

Acelero para ir a casa de mi hermana, al llegar toco el timbre y me abre Ángel. Me saluda con la cabeza y me deja la puerta abierta, entro y Sara me recibe con un abrazo.

–¿Te animas a ver una película con nosotros? —dice ella sonriendo— hay una de miedo que ha salido nueva...

–No puedo —le interrumpo— tengo que salir, pero mañana vemos la que quieras.

–Está bien —noto la tristeza en su voz— mañana entonces.

Desde que llegué casi no hemos estado juntas, se está esforzando mucho, necesito que sepa que quiero estar con ella.

–Oye ¿Tú podrías ayudarme? —me muerdo el carrillo— ya sabes, ropa, pelo y todo eso.

–Claro —se emociona— tengo unos vestidos preciosos.

Ángel, cambia el canal y se pone a ver un partido, mientras mi hermana me arrastra a su habitación, nada más entramos empieza a buscar vestidos, saca unos cuantos y los deja encima de la cama.

–Pruébate este —me da uno blanco con rayas negras— te quedará precioso.

–Los vestidos, no son lo mío. —niego con la cabeza— mejor un pantalón.

–Deja de renegar y cámbiate —gesticula con las manos— confía en mí.

A regañadientes me lo pruebo, se ciñe totalmente a mi cuerpo y es corto, demasiado para mi gusto. En conclusión voy a tener que caminar como si estuviese estreñida y respirar poco. Genial.

–Te queda perfecto —aplaude emocionada— ahora voy a maquillarte.

La veo muy concentrada mientras me maquilla, se pasa el rato; abre los ojos, ciérralos, abre la boca, ciérrala. Nada más falta que diga, dame la patita. Me estoy empezando a arrepentir de haberle pedido ayuda. Cuando termina me empieza a peinar, dejándome el pelo totalmente liso. Me trae unos tacones bajos y me lleva delante del espejo.

–Estas preciosa —me ve a través del espejo— vete antes que te arrepientas. —me guiña un ojo.

Me miro y me quedo sorprendida, pensé que me parecería a la hermana del Joker, pero me equivoqué, el maquillaje no es para nada exagerado. Debo reconocer que tiene buena mano.

–Tienes razón, mejor me voy. —Salgo de la habitación—luego te veo.

–Espera, te falta esto. —me da un bolso negro— combina con los zapatos.

Joder, ¿tengo que llevar un puto bolso? Resoplo y me lo cuelgo del hombro. Oigo como Ángel se incorpora y estalla a carcajadas. Lo miro mal.

–Vamos Britt, no te cabrees, estas muy guapa —se aguanta la risa— sólo que no te imaginaba con un bolsito. —murmura Ángel con retintín.

–No me jodas —ruedo los ojos— ¿sabes  algo de tu hermana? —cambio de tema para no mandarlo a la mierda.

–Sí, ya está fuera de peligro —se tumba y pone las manos debajo de la cabeza— Daniel, ya viene en camino.

Asiento y al salir me subo al coche, me quito los zapatos para conducir y me dirijo al club.
Nada más llegar, tengo los nervios a flor de piel, con dificultad me calzo de nuevo y me acerco despacio a la entrada.

–Buenas noches, nombre por favor —dice un tío con una lista en las manos.

–Britt —respondo tajante.

Empieza a mirar la lista, le hace una seña al compañero.

–Al final del pasillo —me abre la puerta— que tenga buena noche.

A medida que voy caminando, veo un campo de golf a mi derecha y otro de tenis a mi izquierda. Cuando por fin llego, un hombre mayor me abre un cordón rojo. Empiezo a bajar las escaleras y la música retumba en mis oídos al entrar. Voy observando todo con detalle, la verdad que este lugar es precioso, tiene una piscina más grande que mi apartamento.
Llego a la barra para pedir y un camarero se adelanta, sirviéndome un cubata.

–Yo, aún no te pedido nada —le digo frunciendo el ceño— te has equivocado.

–Te lo ha invitado él hombre de allí. —contesta el chico gesticulando con cabeza.

Miro en la dirección que me ha indicado y veo a Jorge.
Al Llegar a la mesa y veo que no está solo.

–¿Aiden? —pregunto confundida.
Ahora Comprendo porque accedió tan rápido en irnos.


Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora