Epílogo

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3 años más tarde...

Al principio me costó acostumbrarme al cambio de vivir en una ciudad a un pueblo donde la persona más joven roza los setenta años, pero creí conveniente seguir con el perfil bajo, ya que por lo que me comentó mi padre, los hombres de Morales seguían buscándome después de que le matará, así que decidí quedarme un tiempo hasta que las cosas se calmaran. Andrew me consiguió un trabajo en el mismo gimnasio que él y así entretenerme y no quedarme en casa amargada. Con el tiempo los dueños lo quisieron traspasar y nosotros no perdimos la oportunidad en quedarnos con el local y reformarlo. Mi hermano es una de las personas que más me ha apoyado durante todo este tiempo y aunque le ha tocado aguantar mi mal genio, nunca me ha dejado de lado.

–Britt, préstame atención unos minutos. —comenta Kevin cruzado de brazos esperando a que deje de golpear el saco— tengo que contarte algo.

–Y quién te lo impide —le respondo agitada— te oigo igual, así que habla de una vez.

Resopla y chasquea la lengua al ver que no le hago caso en su petición de dejar lo que estoy haciendo.

–Mañana Sara se casa. —me suelta de golpe.

Al escuchar la noticia, paro en seco y me doy la vuelta para mirarle. Me quedo unos segundos en silencio procesando sus palabras.
Cuando mi hermana se recuperó y salió del hospital, me buscó por todas partes y aunque mi padre intentó convencerme para que hablara con ella, me negué. El motivo fue, porque ya había pasado página y si algo tenía claro, es que sería más feliz si me alejaba de su vida, aparte que en ese entonces, mi cabeza tenía precio.

–Su sueño al final se ha hecho realidad. —le contesto con nostalgia— Bueno, me tengo que ir. —agrego antes de que me diga algo más.

Camino a paso ligero hasta llegar a los vestuarios escuchando sus pasos detrás de mi y me agarra del brazo para detenerme. Me dice que deje de castigarme a mi misma y vaya a verla. Deja la invitación en mis manos y se va. Me quedo varios minutos sentada y decido mirar el papel. Una lágrima traicionera se me escapa, al ver como él tiene las manos en su vientre abultado mientras se miran sonrientes. Con la yema de mis dedos acaricio su rostro y pienso que es mejor así.

A la mañana siguiente no dejo de darle vueltas a lo que me dijo Kevin y sin pensar me dirijo al lago. Al llegar la veo de pie frente al agua y dudo unos segundos antes de acercarme.

–Hola Sara. —la saludo notando como mi voz sale temblorosa.

Al escucharme, se da la vuelta y se sorprende al ver mi pelo negro. En silencio se posiciona frente a mí y me acaricia la cara. Le veo la intención de hablar, pero le pongo el dedo en los labios para que no lo haga. Niego con la cabeza y la abrazo, dándole a entender que no hay nada que perdonar.

–Kevin me aseguró que vendrías. —comenta con su cabeza en mi pecho-— Gracias por estar aquí y por cierto te queda bien el pelo así.

Hablamos unos minutos y me hace prometerle que me quedaré aunque sea de lejos. Le doy mi palabra, se despide cuando oye voces llamándola y me quedo en la parte más alejada para ver todo. Observo como todos van llegando y se van sentando en sus lugares.

–¿Britt? —Oigo una voz detrás de mi, muy conocida.

Cierro los ojos unos segundos, sin poder creer que me haya reconocido. Me doy la vuelta y me encuentro con Aiden, vestido con un traje y al lado de una chica muy guapa. A pesar de los años, sigue estando igual de atractivo, incluso diría que más que antes. Mentiría si dijera que no me alegra verle, pero ha sido un poco embarazoso en estas circunstancias.

–¡Mi hermano te está buscando! ¿Donde mierda estabas? —Ladra Daniel acercándose con esa impaciencia que le caracteriza.

Antes de que llegue, salgo de allí a paso ligero hasta llegar al coche, pero su voz me detiene.

–¿Te vas sin despedirte? —me pregunta Daniel con un deje de decepción en su voz.

Abro la puerta ignorando lo que me acaba de decir, pero su mano me lo impide. Sé que cualquier persona pensaría que soy una cobarde por salir huyendo, pero no es cobardía si no que con mi regreso no quiero poner sus vidas patas arribas, ahora que han logrado estabilizarse. Me giro y le miro desafiante con la cabeza alzada.

–No has pensado que si me voy es porque no quiero veros. —le escupo intentando que se vaya y que me deje en paz.

–Te buscamos por todas partes durante todos estos malditos años. —brama con los puños apretados— ¡Joder Britt! ¡Ni una puta llamada!

Lo que ellos no saben que yo sí he estado pendiente de ellos y se que le va muy bien la relación con mi prima y el negocio va de maravilla. En el caso de Aiden, después de lo de Morales, me enteré de que siguió los pasos de su padre, el cual falleció hace unos años a causa de un infarto y ahora tiene un cargo muy importante.

–Desde que me fui, has podido realizar todos tus sueños. —le respondo con tranquilidad— Si me hubiese quedado, no tendrías todo lo que has logrado.

Una voz llamándolo nos interrumpe, aprovecho ese momento para largarme de allí con la esperanza de no volver a verles.

Una semana más tarde...

Las cosas han vuelto a la normalidad, pero mi mente no, después de lo que pasó en la boda. Mi hermano no deja de preguntarme lo que me pasa, ya que estoy más simpática que de costumbre y aunque quisiera explicarle, prefiero olvidarme de todo e intentar pasar pagina. Por la noche llego casa cansada y después de una ducha, me tumbó en el sofá quedándome dormida en cuestión de minutos. Unos golpes en la puerta me despiertan y al abrirla me quedo de piedra al verle de pie.

–Está vez no voy a dejar que te vayas. —comenta acercándose, quedando a centímetros de mis labios.

–Tú tienes tu pareja y no voy a permitir... —le replico dando un paso hacia atrás.

–No estoy con nadie. —me interrumpe Aiden agarrándome de la cintura— La chica con la que me viste en la boda, es mi prima.

Me explica que él ya sabía que estaba en esta casa hacía varios meses, porque un día siguió a mi padre. Se mantuvo alejado de mí por precaución y hoy, después de que por fin pudieron detener a los cómplices de Morales, vino directo a buscarme. También me cuenta que vio la cinta del casino y desde el primer momento, supo que era yo, así que desvío la atención para que no me involucraran.

Verle delante y mirándome como si no hubiese pasado el tiempo, me ha hecho pensar. Como una persona tan distinta a mi, ha tenido las agallas de tener la paciencia de esperar todos estos años, solo para estar conmigo.

–Has sido, eres y serás, un niñato pijo y cabezón. —le digo recalcando lo último— Pero siempre has sido tú.

Se ríe ante mí comentario y choca sus labios contra los míos, en un beso donde ya no hay miedo ni inseguridad, si no con la posibilidad de tener un futuro juntos y sin saber si le acabaré pegándole con una silla en la cabeza, pero por si acaso, le compraré un casco.

FIN

Dedicado a;
AliciaPirezGranados
LauraRodri25
VeroOrtiz044
MariaJorroFaus
EvaRibaltaCaler
Carluuchiii18
candyoftheunivers
AnnabelGaleraG
silviamillanes

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora