16-Sensaciones

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Ahora, no tengo ganas de cabrearme más de lo que ya estoy, así que le doy una sonrisa falsa a Aiden y me centro en Jorge.

–Buenas noches —saludo y les pongo una de mis mejores caras— siento haber tardado.

–Tranquila, entiendo que lo bueno siempre se hace esperar. —responde Jorge, se levanta y me da un beso en el dorso de la mano— Estás preciosa esta noche.

Me contengo para no estamparle un puñetazo, me repugna tan solo verle.

–Eres muy amable —le aparto la mano sutilmente— gracias por la bebida.

–No tienes nada que agradecer —se sienta— ponte cómoda.

–Muchas gracias —me siento y cruzo las piernas— tu club es increíble.

Aiden, no me quita la vista de encima, está callado y atento a la conversación, yo sé que le debe sorprender mi comportamiento, pero ahora mismo me importa una mierda.

–Pues quedas invitada a venir cuando quieras —coge su vaso y le da un trago— Siéntete como en tu casa.

–Te tomo la palabra —le acerco mi vaso y brindamos— será un placer venir. —le sonrió coqueta.

–Cambiando de tema, tienes potencial para correr —hace un gesto llamando al camarero— quiero que corras para mí.

Se acerca el chico con una botella de whisky y le sirve. En ese momento empieza a sonar mi teléfono, me disculpo y salgo a una terraza que hay cerca.

–Daniel, más te vale que sea importante —le advierto.

–Tienes que salir de allí, ahora mismo —dice alterado—Morales está de camino, si te ve se joderá todo.

–¿Estás seguro de eso? —le contesto, pensando en como salir de aquí, sin levantar sospechas— ¿Dónde estás?

–Luego te cuento, ahora vete –me cuelga antes de poder decirle nada más.

Me dirijo a la mesa dándole vueltas a la cabeza, en que decirle para largarme.

–Me ha surgido un contratiempo y me tengo que ir —me acerco a Jorge— espero que no te moleste. ¿Te parece bien vernos otro día?

–Es una pena que tengas que irte ya —responde incorporándose— apenas acabas de llegar.

–Te acompaño —dice Aiden de repente, poniéndose de pie— no son horas para que te vayas sola.

–No hace falta, se cuidarme. —le replico, intentando no sonar muy brusca— aparte, no sería correcto dejar al anfitrión solo.

–Deja que él te acompañe —sugiere Jorge— no te preocupes por mí, al igual estoy esperando a alguien.

–¿Ves? Él entiende que sería muy poco cortes de mi parte no acompañarte. —noto como le divierte la situación— no me harás un desaire ¿verdad?

–Está bien Aiden, muy amable por tu parte —creo que me quedare sin dientes de tanto apretarlos.

Le empieza a sonar su teléfono, se despide de nosotros y contesta, aprovecho para llegar a la salida lo antes posible.

Una vez fuera del club, voy directa al coche con Aiden siguiéndome. Sin decir nada nos subimos y empiezo a conducir a toda velocidad, hasta llegar al portón de su casa.

–Bajate —le digo sintiendo la furia recorrer por cada parte de mí— no quiero que te vuelvas a acercar a mí, en tu puta vida.

Se queda callado y sin moverse, salgo pegando un portazo y le abro la puerta, le hago una señal para que baje. Sale y se pone enfrente mí, quedando el lateral del coche detrás de mí.

–¿Eso quieres? —responde serio— ¿Qué no me acerque a ti?

–¿Acaso estás sordo? —doy un paso hacia atrás para alejarme y mis piernas chocan, sintiendo el frio del metal— justo eso quiero.

–¿Cómo piensas hacer que me aleje de ti? —da un paso adelante, quedando acorralada—¿Me vas a golpear?

–Sí no te alejas, seguro —le reto—no me hagas perder la poca paciencia que me queda.

–Pues entonces, tendrás motivos de verdad para hacerlo —se limita a decir, mirándome fijamente.

Antes de poder decir nada, siento la calidez de sus labios chocando contra los míos, intento empujarlo, pero me agarra de la nuca con firmeza intensificando el beso, mientras con la otra me acaricia la mejilla.
Siento un escalofrío que recorre cada parte de mí ser, poco a poco voy cediendo. Su lengua me pide paso y yo le doy acceso, empezando así una guerra desesperada, el sabor a menta mezclado con whisky me nubla la razón, miles de sensaciones que jamás había experimentado me invaden. Mi mente dice que pare, pero mis hormonas van ganando la batalla. Paso los brazos alrededor de él y lo acerco más a mí, el calor que desprende su cuerpo me está enloqueciendo totalmente.
Hasta que llega el momento de separarnos por falta de aire, Jadeando, pega su frente a la mía.

–Ahora, sí que tienes motivos. —comenta con dificultad, sonriendo— por cierto, estás muy guapa.

Vuelvo a la realidad y sin pensarlo dos veces me separo de él y le pego un bofetón girándole la cara.

–Pues ahí tienes lo que buscabas —le aclaro furiosa— si te vuelves a meter en mis asuntos, te daré, pero con el puño cerrado.

Se queda con la mano en la mejilla y sin decir nada más me meto en el coche y me voy.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora