32-Reunión

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Mientras voy conduciendo, miro por el retrovisor para comprobar si es solamente una paranoia mía, pero por desgracia no lo és.
Me desvío entrando por varios callejones con ellos pisándome los talones, salgo a la carretera principal acelerando para perderlos, saltándome varios semáforos en rojo.
La adrenalina me invade y sin poder evitarlo grito eufórica. Aiden me mira como si hubiese perdido un tornillo, pero no puede entender que cuando estoy en el volante me siento libre, no pienso, no hay dolor, es el único momento donde realmente me siento feliz.
Después de varias vueltas por la ciudad por fin los pierdo de vista.
Me dirijo a casa de Aiden, para dejar el coche y llamo a Daniel, quedamos en reunirnos en la cafetería de siempre, pero esta vez le pido que se traiga a mi hermana y a Ángel.
Necesito saber si soy a la única que siguen o a los demás también.
El taxi nos deja en la puerta y mientras él paga, me voy adelantando observando todo a mi alrededor.
Cuando entro están los tres esperando, me siento en la silla y se quedan sorprendidos al ver a Aiden entrar y sentarse a mi lado, noto como a Daniel se le endurecen las facciones de los celos.

–¿Por qué nos reunimos aquí y no en casa? —pregunta Sara, preocupada.

–Me están siguiendo. —le respondo sin rodeos— No sé si sólo es a mí o a vosotros también. —agregó frotándome la cara.

–¿Dónde estabas? —interviene  Daniel de repente.

–Estaba en el puto gimnasio. —le contesto empezando a cabrearme por su tono— ¿Ahora ya podemos hablar sobre si os siguen?¿O tienes alguna pregunta estúpida más que hacer? —agrego con la mandíbula apretada.

Me levanto dando un puñetazo en la mesa y me dirijo al baño con todas las miradas puestas en mí.
Ya estoy bastante jodida con está situación, como para tener que aguantar tonterías.
Abro el grifo y me echo agua en la nuca y en la cara, necesito relajarme un poco, con la mente saturada no voy a poder pensar con claridad.
Apoyada en el lavamanos oigo la puerta abrirse y unos pasos acercándose.

–Cálmate, por favor —dice Sara con dulzura detrás de mí— No te enfades con Daniel, lleva toda la tarde preocupado pensando que te había pasado algo.

–Ahora mismo lo que menos me importa es lo que piense él —le replico con frialdad— la única que me importa eres tú.

–No me va a pasar nada. —añade muy segura, con su mano en mi hombro— Necesito que me lo cuentes todo, no lleves sola la carga, compártela conmigo.

Me doy la vuelta y veo tanta seguridad en sus ojos, sé perfectamente que le dolerá saber de quien se trata, pero creo que es peor si sigo callada. Asiento despacio y le hago un gesto para que me siga, si tengo que hablar de este tema no quiero interrupciones. Salimos de la cafetería y Sara les indica con la mano a los chicos que esperen.
Nos sentamos en el coche y nos quedamos en silencio unos minutos.

–¿Te acuerdas de Morales? —le pregunto y ella afirma con la cabeza— Él era amante de nuestra madre, una noche tras otra me hizo lo que ya sabes –mi voz se empieza a quebrar al acordarme— cada vez que venía me amenazaba con hacerte lo mismo a ti, se llegó a obsesionar tanto conmigo que me seguía a todos lados, me prohibía que tuviese amigos, haciendo de mi vida un puto infierno.
Al final se lo conté a ella, como sabes no me creyó, él se encargo de que ante los ojos de nuestra madre yo quedara como una mentirosa y me obligó a irme.
Hasta que hace poco me dijeron que volvía a por ti, para llegar a mí.
No sé el motivo del porqué a tardado tanto, pero es muy peligroso, porque sabe que eres mi punto débil y le encanta jugar, lo peor es que siempre me lleva ventaja —agregó y veo a Sara como se seca las lágrimas con rabia.

–No me lo puedo creer, lo veía como un padre —responde con la voz entrecortada— siempre me llamaba y acababa preguntando por ti, sólo eran pretextos para saber si habías vuelto —dice pensando en voz alta.

–No sé cuanto tiempo lleva siguiéndome, pero intentara usarte como cebo ¿Entiendes porque estoy así? —le replico preocupada y le agarró de la barbilla para que me mire— Necesito averiguar que está tramando y para eso tengo un plan, pero necesito que te alejes de esto.

–No voy a dejarte sola —contesta negándose— dime que hay que hacer.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora