6-Huida

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Busco a mi hermana con la mirada, es difícil localizarla con todo el alboroto que hay.

–Estaba hace un momento conmigo —responde Aiden levantando la voz para que le oiga— si le pasara algo no me lo podría perdonar. —se pasa las manos por el pelo con frustración.

Siento como la ira recorre mi cuerpo, tan solo tengo ganas de pegarle un puñetazo para que se calle. Cuando estoy a punto de responder, empiezo a ver policías entrando.

–¡Mierda! Escúchame bien, tenemos que salir de aquí, sígueme y no te pierdas, si lo haces ni pienses que volveré a por ti. —una noche en el talego no le vendría nada mal, aunque sé perfectamente que es mi hermana quien lo ha metido en esto.

Llegamos a la puerta y salimos a un callejón, miro hacia los dos lados y no hay nadie, empezamos a caminar, sin tener idea a donde. 

–Seguramente tendrán las salidas cortadas —dice de repente, caminando a mi lado.

–¿En serio? —le respondo con sarcasmo— en lugar de decir cosas que son lógicas, piensa mejor en cómo salir de estos putos callejones.

–Un amigo tiene un apartamento cerca de aquí, si quieres podemos quedarnos allí hasta que se vayan —hace una pausa— el chico se fue de viaje y me dejó las llaves para darle de comer al gato.

A lo lejos empezamos a escuchar pasos apresurados y a ver luces de linternas. Aiden empieza a correr y yo lo sigo, mientras los gritos de que nos detengamos hacen eco. No sé ni cuánto tiempo estuvimos corriendo.

–Creo que los hemos perdido —comenta con la voz entrecortada y las manos en las rodillas.

–No te pares ahora joder, no sea que aparezcan de nuevo. —Le replico levantando la voz.

Se reincorpora y seguimos, llegamos a un edificio bastante destruido, los cristales de la entrada están rotos y no hay timbres abajo, la pintura de las paredes se está cayendo. Subimos y abre la primera puerta, enciende la luz del pasillo y le sigo hasta el salón. De repente aparece un gato blanco con manchas marrones maullando. Yo me siento en un sofá viendo si tengo algún mensaje de Daniel.

–¿Tienes hambre Federico? —lo coge en brazos y le acaricia, saca comida de un armario y se la pone en su plato. Cuando termina se sienta a mi lado.

–Seguro que Sara está bien —sonríe— es una chica muy inteligente.

Ruedo los ojos con su comentario y casi al instante empieza a sonar su teléfono, veo en la pantalla el nombre de mi hermana, habla con ella unos minutos y al colgar se pone de pie.

–¿Dónde está? —le digo poniéndome de pie.

–Está con Daniel y Ángel, en una discoteca, cerca de aquí.

–¡¡En una discoteca!! No me jodas —me pellizco el puente de la nariz y respiro hondo para tranquilizarme— bueno vámonos antes que sea haga más tarde.

–Espera, vestida así no te dejarán entrar. —señala mi ropa deportiva.

–Tienes razón, espera voy a cambiarme. —me pongo los dedos en la barbilla— anda no me cabe la ropa en los bolsillos—agrego rodando los ojos.

Menea la cabeza y se pone a reír. Pero a este que mierda le pasa.

–Eso ya lo sé mujer —se va a una habitación y sale con un vestido negro en la mano— ¿Qué pie usas?

–¿Tú te has fumado algo? Mi consejo es que dejes las drogas o cambies de camello, eso no me lo pienso poner ni de coña. —gesticulo con el dedo negando.

Me mira y estalla a carcajadas. Este niñato se va a ganar una hostia y por ahora tiene todas las papeletas.

–Venga Britt, no te enfades es sólo un vestido, es lo único decente que he encontrado, por una vez no te pasará nada. —me lo extiende y yo lo miro como si fuera lo más raro del mundo.

Escucho el sonido de un mensaje, le doy el vestido y cojo el móvil.

Daniel; Date prisa, Morales anda por aquí.

Me dirijo hacia Aiden, le quito el vestido de las manos.

–Necesito zapatos del 41 —le grito mientras abro y cierro puertas hasta que encuentro el baño. Me suelto el pelo y me lo peino un poco con los dedos. Cuando salgo, en el suelo hay unos tacones negros que por suerte no son muy altos, vuelvo al salón y me mira de arriba abajo.

–Como digas una sola palabra, te aseguro que un puñetazo te llevas. —le advierto, antes que se le ocurra decirme algo. Me hace el signo de paz con las manos, doy la vuelta y me dirijo hacia la puerta.

Al llegar abajo, le hago un gesto con la mano para que espere, asomo la cabeza miro de un lado a otro haber si hay algún policía, al comprobar que no hay ninguno salimos. El camino hasta la discoteca es un infierno, parezco un pato mareado con esto.

Menuda noche me espera.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora