38-Descontrolada

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Parpadeo varias veces sin creer lo que acabo de escuchar.
Miles de imágenes, pasan por mente imaginándome lo peor, todo lo que hasta ahora me negaba en pensar que podría pasar, arrasa como un huracan en mi interior.
Una furia incontrolable recorre cada parte de mi ser y sin poder evitarlo golpeo la pared una y otra vez, viendo como cada vez sale más sangre de mis nudillos.
Tan cegada me siento que ni los gritos de Aiden rogandome que pare me hacen ceder.
Siento como se me va nublado la vista y el sabor salado de las lágrimas llegan a mis labios.
De repente noto las manos de él sujetandome los brazos para que no siga lastimándome.

–¡Cálmate! —exclama Aiden, mientras forcejeo intentando soltarme— la vamos a encontrar.

–Ahora mismo te recomiendo que te alejes, por tu bien. —le advierto con rabia.

–Golpeando la pared, destrozandote la mano no vas a conseguir nada. —replica con suavidad— Ángel viene de camino, nada más llegue saldremos.

–¿Crees que voy a esperar a que él llegue? —Le pregunto negando con la cabeza— No eres más tonto porque no te entrenas.

–Puede que sea tonto, pero te recuerdo que ella es su novia y mi mejor amiga —responde con la voz temblorosa— Aún no sabemos nada, así que tranquilizate un poco...

El timbre de la puerta nos interrumpe y Aiden sale disparado conmigo detrás pisándole los talones.
La mirada de Ángel y Daniel, recaen en mi puño ensangrentado.

–¡Mierda Britt! —dice Daniel, levantando la voz— ¿Te has vuelto loca?

–Cuéntame que ha pasado —le exijo a Ángel sin importar lo que opinen los demás.

Antes de que él pueda hablar empieza a sonar mi teléfono, al mirar la pantalla sale un número desconocido.

"Llamada telefónica"

*Hola pequeña, supongo que ya has notado la ausencia de tu hermanita. —dice, en tono burlon, nada más descuelgo el teléfono.

* Voy a ir a por ti, si le tocas un solo pelo de la cabeza —le respondo con furia.

*Esto es por haberte portado como una niña muy mala, ya te dije que no debes desafiarme —responde con la voz cantarina— en cinco minutos estará en la puerta de su casa, espero que con esto te quede claro mi mensaje.

Cuelga el teléfono sin poderle responder y sin perder el tiempo le pido las llaves a Daniel.
Voy directa al coche con ellos siguiéndome y preguntándome hacia donde voy.
Sin decir nada arranco y a toda velocidad me dirijo a su casa con un nudo en la garganta.
Cuando estamos llegando, veo un bulto en el suelo y salgo corriendo con ellos detras, dejando el motor encendido.
Entre llantos y maldiciones la vemos en el suelo con los ojos cerrados y la cara golpeada.
Me pongo de rodillas temblando y le apoyo la cabeza en mis piernas, rogando que se despierte de una vez.
Ángel le acaricia la cara llamándola, hasta que lentamente va abriendo los ojos.

–Tenemos que llevarla a un hospital. —comenta Aiden preocupado.

–No —Murmura Sara con la voz débil— quiero ir a casa.

Ángel insiste en que la revise un doctor, pero ella hasta estando así no pierde la cabezoneria.
Como siempre, él acaba accediendo y la lleva en brazos, dejandola acostada en la cama.
Me siento a su lado y la observo en silencio, acariciandole el pelo.
Al cabo de media hora, escucho voces y entra Aiden con un señor mayor que lleva un maletin.
Nos dice amablemente que salgamos para poder revisarla.
Aprovecho para encerrarme en el baño, curarme las heridas y darme una ducha con agua fría.
Con los nervios que llevaba encima no notaba nada, pero ahora siento como si un trailer me hubiese por encima.
Al terminar, me siento en una silla esperando que el señor termine y saber como está mi hermana.
Al cabo de un rato sale muy serio y todos nos ponemos en pie preocupados.

–Necesita reposo absoluto, durante varios días —nos informa el hombre, mirándome— le voy a recetar unos medicamentos que debera tomar, después de cada comida durante siete días.

–¿Pero entonces está bien? —le responde Ángel nervioso.

–Ella a tenido suerte, pero por desgracia el pequeño no... Lo siento.

–¿Pequeño? —Pregunta Ángel confundido.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora