90-La Capilla

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Antes de poder responder, entra el cura haciendo que todos los presentes nos quedemos en completo silencio.
Durante la ceremonia sólo se escuchan llantos y rezos, yo por mi parte intento mantenerme firme, pero por momentos su imagen me viene a la mente y ver el ataúd en medio me lo pone muy difícil.
Al terminar, salgo con un nudo en la garganta a un pequeño jardín y me apoyo en la barandilla, para serenarme un poco.

–¿Desde cuándo lo sabes? —oigo la voz preocupada de mi padre detrás de mí.

–Me dejó una carta. —le respondo sin girarme— Todos lo saben, así que ya no tienes por que fingir.

Oigo el ruido de las ruedas pararse a mi lado y le pide a la mujer que nos deje a solas unos minutos. Un suspiro lastimero, sale desde el fondo de su garganta y se queda varios segundos callado.

–Debe de haber sido muy duro para ti, entérate de todo esto. —añade pensando en alto— Quiero que se..

–No tienes porque explicarme nada. —le interrumpo negando con la cabeza— Me costó mucho entenderlo, pero al final me di cuenta que sea como sea, tú siempre seguirás siendo mi padre.

No me responde, sin embargo me agarra de la mano con suavidad, como si supiese que este no es precisamente el mejor momento para hurgar en la herida que aún sigue demasiado fresca. De repente, le escucho tararear una canción que solía cantarme cuando era una niña y con una pequeña sonrisa, cierro los ojos disfrutando del sonido de su voz, hasta que unos pasos me sacan de mi pequeña burbuja y me devuelve a la realidad, como un tortazo con la mano abierta, haciendo que mi instante de debilidad se esfume. Me suelto de su mano y me doy la vuelta para encontrarme a la hermana Nana y su hija.

–¿Podemos hablar unos minutos? —le pregunta Eva a mi padre.

–Ya lo sabe todo, así que puedes hablar delante de ella.—Le responde él con orgullo.

Me causa gracia ver como nos mira a él y a mí, como si no se acabara de creer mi tranquilidad al saberlo todo. Ya estoy acostumbrada a que hablen de la personalidad tan amorosa que tengo, así que no me afecta en absoluto cuando me observan como si fuese la cosa más rara que hayan tenido frente sus ojos. Directamente, no les presto atención a lo que están diciendo porque siendo sincera, prefiero estar en mi mundo de Yupi que aguantar conversaciones que no me incumben, ya que son historias del pasado que no vienen a cuento en este momento. Vuelvo a la realidad cuando me pregunta si me gustaría pasar el fin de semana con ellas y es algo que no entiendo. Es decir, las acabo de conocer, saben como soy y aún así quieren estar ¿Un fin de semana entero? ¿Conmigo?

–La razón es simple. —comenta al ver mi cara de confusión—Eres lo único que me queda de mi hermana. —añade con tristeza

Al no obtener respuesta por mi parte, sigue hablando y explicándome anécdotas, pero mi atención desde hace unos minutos, está en Aiden y Jack bajando del coche y dirigiéndose directamente hacia nosotros. Las alarmas suenan en mi cabeza, cuando veo cómo esquivan mi mirada y se centran solamente en mi padre. Como si se tratará de un idioma que desconozco totalmente, mi progenitor afirma con la cabeza y acto seguido, ellos se lo llevan a un lugar apartado, no sin antes disculparse y decir que tiene asuntos que atender.
Ellas intentan buscarme conversación y acercarse a mí un poco, pero ahora mismo tengo miles de preguntas que me rondan por la mente y la razón es que su actitud me desconcierta bastante.
¿Qué puede ser tan grave para presentarse a un funeral?
Sin saber bien lo que ellas están hablando, respondo con un "sí" inconscientemente y al ver la alegría en sus caras, parpadeo un par de veces intentado averiguar a qué se debe tanta emoción, hasta que caigo en cuenta que les he dicho que sí, en su idea de ir al pueblo en las fiestas que empezarán la semana que viene.
Me despido y me largo, antes de volver a decir algo que me comprometa y acabe aceptando en ir a vivir con ellas o algo por el estilo. Resoplo fastidiada por la idea de haber aceptado ir a ese pueblucho. Si hay algo que tengo es palabra, así que me tocara ir aunque no quiera.
Sin avisar, me voy dando un paseo hasta llegar a casa de Laura. A lo lejos veo un bulto en el suelo y la puerta abierta de par en par. Miro de un lado a otro, pero no hay nadie más por esta zona y las luces de las casas contiguas al igual que esta están totalmente apagadas. Con sigilo cruzó la valla y al llegar a las escaleras puedo distinguir que se trata de una caja, rodeada con un lazo rojo y un papel que sobresale de ella. Con las manos temblorosas lo saco y tan sólo al ver mi nombre apuntado, se perfectamente de quién se trata.

"Mi pequeña, ya queda menos para el gran día y quiero que te veas preciosa"

Una mano me arranca el papel de las manos y al girarme, veo a Aiden con las facciones endurecidas leyéndola.

–¿Qué cojones haces aquí? —le escupo con la mandíbula apretada— ¡Lárgate!

–Eso no va a poder ser posible. —me responde seriamente abriendo la caja y sacando un vestido rojo de dentro.

–Como te puedes dar cuenta, ya sabe donde estás, así que a partir de ahora voy a ser tu sombra te guste o no. —agrega con tono enfadado.

¿Después de todo tiene el descaro de hablarme así?
Pues bien niñato.. Vamos a ver cuanto duras siendo mi sombra.

Dedicado a;
AliciaPirezGranados
LauraRodri25
VeroOrtiz044
MariaJorroFaus
EvaRibaltaCaler
Carluuchiii18
candyoftheunivers


Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora