12-Perdón

143 32 1
                                    

Empiezo a caminar detrás de Aiden, entramos en casa y me guía hasta mi habitación.

–Tienes toallas en el armario del baño, si necesitas algo me avisas —me informa Aiden— Buenas noches que descanses.

–Buenas noches —le respondo y voy directa a la ducha, al salir me tumbo en la cama.

No me quito de la puta cabeza el acercamiento en la piscina, no sé que cojones me está pasando. Cierro los ojos y al rato me quedo dormida.

"Vamos pequeña, ven aquí que no pasa nada"

Siento como me mueven y me despierto de golpe, sudando y con la respiración agitada. Aiden me mira con cara de preocupación.

–Es sólo una pesadilla —le digo con dificultad.— Vete a dormir.

–Estás temblando —murmura y desaparece unos minutos.
Al volver trae una manta y me la pone por encima.

–¿Quieres que me quede, hasta que te duermas? —agrega dulcemente.

–¡No! —exclamo pasándome las manos por la cara— ya te puedes ir.

–Está bien —responde resignado— hasta mañana.

Siempre se repite la misma pesadilla. Me levanto desesperada y cojo las pastillas de la mochila, me tomo un par sin agua y me acuesto de nuevo, hasta que el sueño me vence.
El sonido del teléfono me despierta, tanteando lo alcanzo y veo en la pantalla el nombre de Daniel.
Rechazo la llamada directamente y a los minutos recibo un mensaje.

Daniel; Necesito que vengas, te interesa.

Me apresuro en arreglarme. Cuando estoy en el pasillo intento recordar por donde es la salida. Empiezo a caminar mientras mi mal humor aumenta, necesito salir de aquí ya. El sonido de la radio me saca de mis pensamientos, sigo la melodía llegando a la cocina. Me quedo parada en la puerta. Aiden está haciendo el desayuno tarareando una canción, hasta que se da cuenta de mi presencia.

–Buenos días —saluda él sonriendo— siéntate, enseguida estará el desayuno.

¿Cómo hace este tío para estar siempre de buen humor?

–Tengo prisa, luego comeré algo. —le contesto negándome—¿Me puedes decir dónde está la salida?

–No señorita —replica acercándose a mí, me sujeta de los hombros y me sienta en la silla— luego de desayunar, yo te llevo.

Quisiera gritarle que no me ponga un dedo encima nunca más y en cambio me quedo ¿callada?
Nada más terminamos, él se va a cambiar y al volver nos dirigimos al coche, durante todo el camino nos quedamos en silencio. Al llegar, bajo rápido y subo a casa de mi hermana, llamo al timbre y me abre Daniel.

–Pensé que no ibas a venir. ¿Me acompañas a la habitación? —pregunta mirando detrás de mí— es importante.

–Dime qué quieres de una puta vez —le digo al quedarnos solos.

Cierra la puerta y empieza a pasearse por la habitación, me quedo esperando con los brazos cruzados. 

–Primero, perdóname por lo de anoche —se disculpa cerrando los ojos— no sé en qué estaba pensando, se me fue la olla —agrega sentándose en la cama.

–Dime para qué me has hecho venir. Luego ya hablaremos de lo otro. —le respondo cortante.

–Me ha llamado Jay, dice que esta noche hay una carrera —contesta y hace una pausa— el hijo de Morales estará allí.

–Dile que participaré, hay que conseguir un coche para esta noche. —le digo encaminándome a la puerta.

–Por favor, perdóname —súplica angustiado— me he comportado como un gilipollas, me estoy volviendo loco, no soporto la idea de perderte. —añade detrás de mí.

–No se puede perder, lo que nunca se tuvo. —le contesto sin girarme— te perdono.

Al salir, veo a mi hermana preparándose la mochila.

–Nos tenemos que ir ya Sara, date prisa o llegaremos tarde —le dice Aiden.

–¡Ya voy! Me había dejado los apuntes. —le contesta a él y me mira— tenemos examen nada más entrar. —comenta dirigiéndose a mí, haciendo  pucheros— ¿Vas a estar aquí luego?

–Tengo que salir, luego te veo. —le respondo y le doy un abrazo.

Noto como su cuerpo se tensa por la sorpresa, pero al momento se relaja y me lo devuelve.

–Te quiero mucho. —murmura suspirando contra mi hombro— no sabes cómo echaba de menos esto.

–Vete o llegarás tarde. —le contesto cambiando de tema.

Si supiera lo que significa sus palabras, aunque no pueda decírselo. Me da un beso en la mejilla y se van los dos corriendo.

–Luego nos vemos —agrega Aiden, antes de salir.

Voy a la cocina y me preparo un café.

–A las 18:00 tenemos que pasar a buscar el coche. —dice Daniel, entrando por la puerta con una sonrisa.

–Por fin conoceré a su hijito. —le digo y por primera vez en mucho tiempo, sonrío.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora