69-Conciencia

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Hace unas horas le he mandado a tomar por culo (en pocas palabras) y ahora aquí estoy yo, devorándolo con la mirada. ¿Qué pasa conmigo últimamente? Al final la que parece bipolar soy yo en lugar de ellos. Él sigue plantado observándome y por la cara que tiene, no entiende nada. (Tranquilo niñato que ni yo misma me entiendo)

–¿Dime qué sucede? —le pregunto intentando que mi voz suene firme— Y ni se te ocurra decirme que nada, porque no soy gilipollas.

–Tu padre no ha sido el único que ha desaparecido. —me responde cerrando los ojos— el mío también. —agrega mordiéndose el labio con impotencia.

Me quedo impactada tras su confesión. Es la primera vez en mi vida que me siento una estúpida de campeonato. Él ha estado buscándome, cuidándome y yo ¿Qué hago? lo trato de la peor manera.

–Encontraron sangre y coincide con la de mi padre, así que las esperanzas de que él mío siga vivo, son pocas. —prosigue con la voz entrecortada sacándome de mis pensamientos.

Abro la boca varias veces para animarle y decirle que todo va a salir bien, pero las palabras se quedan atascadas en mi garganta, sin querer salir. Odio estar en esta situación y no saber sobrellevarlo, parece que sea una perra sin corazón. En verdad lo suelo ser, pero no cuando se trata de los que me rodean.
Se moja la cara y se queda apoyado en el lavamanos pensativo, me acerco a él quedando justo detrás.

–No te des la vuelta. —le pido al verme a través del espejo.

Con la yema de mis dedos acaricio con suavidad su espalda, notando como se va erizado la piel con mi toque y su respiración se va acelerando.
Cierro los ojos unos instantes analizando sus palabras, sin dejar de repartir caricias.

–Haré lo que sea para encontrarlos. —le digo en un susurro.

Me alejo de él y me encamino a la puerta viendo como abre los ojos poco a poco y mira en mi dirección, sin perder tiempo empiezo a correr escuchando gritos desesperados por su parte, pero ya es hora de arreglar cuentas.

Subo al coche y acelero viéndole a través del retrovisor, como a salido casi desnudo y descalzo a buscarme. Sin perder tiempo, me desvío a la carrera principal y tardo diez minutos en llegar al hospital.
Busco desesperada la habitación de Jorge y al entrar le veo sentado en un sillón, mirando por la ventana.

–Hola primo. —le saludo después de carraspear para llamar su atención.

Me recibe con una sonrisa, pero al ver mi cara desaparece al momento y frunce el ceño. Con ayuda de un caminador, se levanta y por mucho que le insisto que se quede sentado no me hace caso (que novedad).

–Por la cara que traes, dudo mucho que sólo vengas a verme. ¿Me equivoco? —inquiere entrecerrando los ojos.

–No te equivocas en absoluto. —le confirmo sin rodeos— Quiero que me digas dónde puedo encontrar a Morales —añado con seguridad.

–¿Estás loca? —me replica negando con la cabeza— No puedes ir a buscarlo, te matará sin dudarlo.

–¡Tiene a mi padre y al de Aiden! ¡Joder! —estallo con impotencia— Tengo que detenerle ¿¿No te das cuenta??

Con pasos cortos y muecas de dolor, se pone delante de mí y me funde en un abrazo. Los cables que cuelgan de sus brazos rozan los míos haciéndome cosquillas, pero no me importa. Le correspondo con cuidado de no hacerle daño, mientras me permito a mí misma un momento de tranquilidad con la persona que no sólo me comprende, si no que en parte me ha devuelto la vida al salvar a mi hermano.

–Te conozco lo suficiente, para saber que diga lo que diga, lo buscaras igual —musita acariciandome el pelo— y lo siento, pero no puedo permitirlo.

Antes de poder preguntarle a que se refiere, siento un pinchazo en el cuello, me acaricio esa zona y le miro confundida, unos segundos después todo me da vueltas y las piernas me empiezan a fallar. A lo lejos oigo como me pide perdón y noto como unos brazos me sujetan para que no me caiga. Intento mantenerme despierta, pero me resulta imposible y en cuestión de segundos todo se vuelve negro.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora