104-Preparativos

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En este momento, la sensación de angustia me invade hasta el punto de aferrarme a un clavo ardiendo. No había conocido el miedo cara a cara, porque antes no tenía nada que perder e intentaba convencerme a mi misma que seguía así, pero me equivoqué. Sola de pensar que les pueda pasar algo a ellos me aterra y por mucho que intente disimularlo, no puedo. He evitado durante años tener contacto con alguien, aparte de Daniel, para no salir herida y así, escondida en mi caparazón de frialdad, no tenía que preocuparme por nadie .

Al separarme de él le pongo el dedo índice en los labios, al ver las intenciones que tiene en hablar. Asiente con la cabeza y después de alejarme un poco, comienzo a correr sin parar hasta llegar a casa. Subo las escaleras y me encierro en mi habitación.
Me quito la ropa y luego de una larga ducha, me tumbo en la cama para caer profundamente dormida.

Me despierta el sonido de un mensaje, mientras lo voy leyendo, siento como la bilis me va subiendo por la garganta.

Número desconocido;

Buenos días pequeña, cerca de tu coche tienes un último obsequio. Ya estoy ansioso de que llegue está noche

Me levanto y me voy corriendo al baño para vomitar. De  repente, noto como me sujetan el pelo y por la fragancia que lleva se que se trata de Jorge. Oigo el grifo del lavamanos y un escalofrío recorre por todo mi cuerpo, al sentir una toalla mojada puesta  en mi nuca. Cuando consigo sentirme mejor, me incorporo tan deprisa que pierdo el equilibro.

–¿Qué te pasa? —comenta, sujetándome para evitar que bese el suelo— Estás pálida y temblando.

–Nada, estoy perfectamente. —le contesto con la voz ronca, desahaciéndome de su agarre.

Le hago un gesto para que salga, ya que me quiero arreglar, sin embargo él se queda de brazos cruzados mirándome fijamente. Resoplo con fastidio ante su actitud.

–No soy tonto y sé que algo tienes planeado. —añade  entrecerrando los ojos— Aún tienes tiempo de pensar bien las cosas.

–¡No empieces con tus sermones! —le replico pasándome las manos por la cabeza— Soy mayorcita para saber lo que hago, así que dejame en paz.

Afirma lentamente y sale por la puerta con las manos en los bolsillos y cabizbajo. Antes de llegar a la escalera me mira una vez más, abre la boca para agregar algo, pero la vuelve a cerrar y se va renegando tan bajito que no logro escuchar lo que dice.
Después de vestirme, voy a la cocina encontrándome con Jack, hablando con Aiden. Sin que este último se dé cuenta, aprovecho el momento que está preparando el desayuno, para hacerle señas y que se reúna conmigo fuera lo antes posible. Me tomo un café en silencio, sin prestar atención a su conversación, acto seguido dejo todo en su sitio y salgo sin decir nada, para no tener que aguantar más discursos. Observo detenidamente todo lo que me rodea y me llama la atención una cajita roja que sobresale de unas ramas.
Alargo el brazo para bajarla y con las manos temblorosas la abro. Veo una cadenita fina con diamantes, acompañado de unos pendientes que van a juego.

–Te lo vas a tener que poner. —dice Jack posicionándose a mi lado— Tiene que pensar que estas dispuesta a cooperar en todo.

Lo fulmino con la mirada al escucharlo y le estampo el regalo en el pecho.

–¡Estás loco si piensas que me voy a poner esta mierda! —escupo con rabia— Antes muerta.

Se aleja sin más, diciéndome que a las seis de la tarde pasará a por mi para empezar a prepararme (ignorando por completo lo que le acabo de decir)
Lo que menos me apetece en este momento, es quedarme entre cuatro paredes y comerme la cabeza, así que conduzco hasta el pueblo más cercano y me meto en el primer gimnasio que veo. La mujer del mostrador me saluda con una amplia sonrisa y me indica donde están los vestuarios. Una vez allí, me siento en un banco mientras me pongo las vendas sin dejar de pensar en las palabras de Jack.

Ya preparada, salgo y me paso un par de horas dándole puñetazos al saco sin parar, intentando sacar toda la rabia y frustración que llevo por dentro.

–¡Ey! Deberías de calmarte. —oigo la voz preocupada de un chico— Tienes sangre en las manos. —prosigue señalandomelas.

Levanto los hombros restándole importancia y durante treinta minutos aproximadamente sigo desquitándome, hasta que los nudillos duelen como si tuviese mil agujas clavadas. Miro la hora en el teléfono y me alarmo, cuando veo que apenas quedan diez minutos para que Jack pase a por mí. Con rapidez me aseo un poco, para salir de allí lo antes posible.
Al llegar, él ya me está esperando apoyado en el capo.

–Llegas tarde... —me reclama mostrándome su reloj.

–No sigas jodiéndome o te vas solo. ¿Te queda claro? —le replico tajante.

Durante todo el camino se mantiene callado y eso me alivia bastante, ya que no tengo ganas de escucharle y creo que a él le debe pasar lo mismo conmigo.
Un ahora después, llegamos a una peluquería que está en una de las zonas más lujosas de la ciudad y nada más cruzar la puerta, una chica más o menos de su edad le da un abrazo.

–Bienvenida Britt, soy Verónica. —se presenta con una sonrisa— mi hermano me ha hablado mucho de ti.

De repente me viene a la mente la conversación con Aiden, el día que rescatamos a mi padre y escuchamos la grabación de Morales.

"Abusaron de su hermana cuando era una niña, por eso quiere protegerte, los temas así lo dejan muy mal"

Le hago un gesto con la cabeza en modo de saludo y la seguimos hasta otro salón donde no hay nadie.
Pierdo la noción del tiempo entre que me arregla el pelo y  me maquilla. Me cuenta anécdotas de su trabajo emocionada. Supongo que lo debe de hacer para que no esté tan tensa y no se me haga tan pesado el pasar varias horas aquí. Al terminar ella se va unos minutos y al volver, trae el vestido rojo metido en un plástico y la cajita con las joyas.

–Ya te dije que no. —me niego con los puños apretados mirando a Jack a través del espejo.

–Recuerda por quién estás haciendo esto. —me contesta acercándose a mí— Es la última vez que tendrás que verle la cara, así que haz un esfuerzo.

Dedicado a;
AliciaPirezGranados
LauraRodri25
VeroOrtiz044
MariaJorroFaus
EvaRibaltaCaler
Carluuchiii18
candyoftheunivers
AnnabelGaleraGarc
Llumetes











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