Verdades Ocultas (Capítulos Cortos)

68-Curiosidad

Dedicado aAliciaPirezGranados
LauraRodri25
lamenorsitaa
carlusky_16

Cuando llegamos me bajo de mi coche sin despedirme y me subo al mío. Arranco con él siguiéndome hasta la casa de mi hermana, al llamar al timbre Daniel me abre la puerta y automáticamente me abraza.

–¡Joder! no sabes lo preocupado que estaba. —exclama mientras suspira aliviado—¡ En qué mierda estabas pensando! ¡Largándote de esa manera y sin decir nada! —ladra enfurecido nada más separarse de mí.

–No la atosigues Daniel, demasiados problemas tiene ya encima. —interviene Ángel palmeándole la espalda antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

¿Ángel defendiendome? ¿Es que el mundo se a vuelto loco en unas horas? La persona con la que más conflictos he tenido desde que le conocí y es el único que comprende la situación sin juzgarme.
Daniel mira detrás de mí y giro la cabeza para ver el porqué está con el ceño fruncido encontrándome con Aiden apoyado en la pared con la mirada perdida.

–¿A ti que cojones te pasa? —le pregunta sin rodeos.

Levanta la cabeza y se me queda mirando sin disimular, ignorándole por completo. Daniel al ver su reacción se le van endureciendo las facciones y veo como va apretando los puños hasta que los nudillos se le ponen blancos.
Le conozco perfectamente para saber que a la mínima se le va a echar encima como un animal salvaje y me da la sensación que Aiden sabía que haciendo eso lo iba a cabrear.
Realmente no acabo de comprender porque le provoca de esa manera. Hay veces que parece que sea un niño bueno e inocente y otras parece que lo haga aposta, si es lo último es más gilipollas de lo que me pensaba.

–No me encuentro bien. —suelta Aiden de repente— me voy, luego nos vemos.

Luego de decir eso se va sin decir nada más. Mi cabeza no deja de darle vueltas al comportamiento de Aiden y en parte me estoy empezando a preocupar. Meneo la cabeza intentando quitarme ese pensamiento y dejar las cosas así, pero por mucho que lo intento no puedo, así que sin pensármelo dos veces salgo corriendo escuchando los gritos de Daniel preguntándome dónde voy, y yo como respuesta le grito que ya volveré.
Una vez estoy en la calle no veo su coche por ninguna parte, sin perder un minuto me subo al mío y pongo rumbo a su casa con la esperanza que esté allí.
Aparco y voy directa a la parte de atrás de su casa y entro por una pequeña puerta del jardín que es la que usa la gente que trabaja aquí y por suerte a esta hora está abierta.
Podría llamar al timbre, pero lo he visto tan raro que prefiero pillarlo desprevenido.
A pasos lentos cruzo la cocina y    el salón, atenta a cualquier ruido. De repente escucho música y la sigo hasta que llego al gimnasio y ahí está él, de espaldas sin camiseta dándole puñetazos al saco a destajo con una rabia que me deja helada. Me quedo observándole y de un momento a otro un grito desgarrador sale desde el fondo de su garganta, lo que hace que abra los ojos de par en par y dejándome más confundida de lo que ya estaba.
Unos instantes después se queda inmóvil y es cuando veo como su espalda tiembla. ¿Está llorando? ¡A la mierda! Me acerco a él a paso decidido y como si notará mi presencia se da la vuelta.

–Ahora no es buen momento Britt. —agrega marchándose hacia el vestuario.

¡En qué momento se intercambiaron los papeles! ¿Ahora me viene con ese plan? Después qué ha sido como un puto grano en el culo, todo este tiempo? Dudo unos segundos entre esperarlo a que salga o entrar a buscarlo, opto por la segunda opción y respiro hondo antes de abrir la puerta.
Oigo el ruido de la ducha y como el espejo está empañado por el vaho. En ese momento es cuando me doy cuenta del error que he cometido. Un carraspeo me hace salir de mis pensamientos. Levanto la vista encontrándomelo de brazos cruzado y con la toalla enrollada en la cintura. Como si me hubiesen hipnotizado, no puedo evitar mirarlo de arriba abajo. Trago con dificultad, sintiendo mi corazón galopando como un caballo desbocado, mientras un calor sofocante recorre cada parte de mi cuerpo.