11-Solos

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Subimos al coche y durante el trayecto me entretengo mandando un mensaje a mi hermana, para que se quede tranquila. Miro de reojo a Aiden y va en silencio concentrado en la carretera.

–Tienes sangre en el labio —le digo sacando un pañuelo de la mochila— cuando llegues a tu casa deberías de curártelo —agrego sintiéndome culpable.

–No te preocupes, es sólo un golpe —responde con una sonrisa— ¿Tú estás bien?

–Te acaban de pegar un puñetazo y ¿Eres tú quien se preocupa por mí? —le miro con las cejas levantadas.— Eres raro ¿sabías? 

–Me lo suelen decir —responde riendo— Por cierto, tengo que parar a poner gasolina.

–¿Por aquí hay algún hotel? —le comento mirando por la ventana— ¿Dónde vamos?

–Pues en principio he dado una vuelta en coche, para que te despejaras, ahora vamos a mi casa —agrega con seguridad.

–Ni de coña —niego con la cabeza— a mí me dejas en un hotel.

–No tienes por qué, mi casa es grande y nadie te va a molestar —dice parando en la gasolinera— piénsalo, por favor —sale del coche y saca la tarjeta.

Empieza a sonar un teléfono, sigo el sonido y lo encuentro al lado del asiento del piloto. En la pantalla pone Amor y hay la foto de una chica morena de ojos celestes muy bonita. Antes de abrir la puerta, el móvil para.

–Te estaban llamando —le aviso, señalando el teléfono— vaya canción más cutre tienes.

Se empieza a reír y vuelve a sonar la misma melodía. Él contesta, le dice que en un rato la llama y que la quiere.

–Ya está, vamos a mi casa.—dice arrancando— hay piscina, así que puedes darte un chapuzón, cuando quieras- comenta animado.

–Yo no te he dicho que me quedaré en tu casa —le respondo con frialdad— así que no decidas por mí.

–Disculpa, no era mi intención, tan solo quería que te vinieras para que estuvieses cómoda. —me contesta intentando sonreír, pero le sale una mueca.

Le miro el golpe de nuevo y el remordimiento vuelve.

–Bien, vamos a tu casa —suspiro resignada— me vendrá bien nadar un rato.

Al llegar, abre la verja con un mando y entramos, es una casa enorme, mi boca se queda en forma de O. Nos bajamos del coche mientras voy observándolo todo. 
Una vez dentro le sigo, esto es como un puto laberinto. Joder, a mí me sueltan aquí sola y sería peor que salir del juego de Jumanji.

–Esta es tu habitación —me informa, entra y abre un armario— escoge el traje de baño que te guste.
Estoy en la habitación de al lado, avísame cuando termines.
Hay tantos que me marean, escojo uno negro, me lo pongo y cuando estoy lista voy a buscarle.
Llegamos a la piscina, Aiden se quita la ropa, pega una carrerilla y se tira, le escaneo lentamente mientras corre, las camisas no le hacen justicia, cualquier mujer se mojaría con tan solo verle, joder con el niñato.

–Ven, está buena el agua —dice nadando en mi dirección— o saldré y te tiraré —me amenaza, riendo.

–Ni se te ocurra —le reto— acabarás mal si lo intentas. —me quito la ropa y él observa cada tatuaje de mi cuerpo.

Cuando me meto en el agua, aparece de repente y me agarra de la cintura por la espalda, siento como se me eriza la piel y la respiración se acelera. Me doy la vuelta y nos quedamos cara a cara notando su aliento en mis labios. Teniéndolo tan cerca puedo ver el moratón que se le está formando.

–¿Puedes traer algo de beber? —le pregunto carraspeando, alejándome de él— tengo la garganta seca.

No me gusta lo que me hace sentir cuando le tengo cerca.

–¿Te apetece un zumo de piña?—me pregunta. 

Afirmo con la cabeza y el sale a por las bebidas, mientras yo intento relajarme.
Estoy tan absorta mirando alrededor que ni cuenta me doy, cuando deja una bandeja en la mesa. Se acerca y me da un vaso.

–Oye ¿te puedo hacer una pregunta? —inquiere tomando un sorbo de su vaso— Tranquila que no es sobre Daniel —añade sentándose en la tumbona.

–No me gustan las preguntas —le respondo tajante— Será mejor que entremos.

Siempre joden los momentos más tranquilos y aunque lo conozco poco, estoy segura que este tío no se dará por vencido.
 

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora