31-Sospechas

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Me quedo escuchándolo con los ojos cerrados, esperando a que se calle de una vez y se duerma. Llevo tiempo controlando la situación con  Daniel, pero últimamente se me está escapando de las manos. No quiero debilitarme con sentimentalismos.
A medida que pasan los minutos me van pesando los párpados, hasta que me quedo dormida.

Cuando me despierto, él está con la boca entreabierta y las facciones relajadas. Me visto evitando hacer ruido y preparo la mochila con ropa para entrenar. Nada más salir de casa me pongo los auriculares y voy dando un paseo para despejarme un poco. Por el camino, me detengo en una cafetería a por un café y una botella de agua.

Al llegar al gimnasio voy directa a los vestuarios para cambiarme y hacerme una coleta alta. Entro en una sala donde hay espejos y colchonetas para comenzar con los ejercicios de calentamiento.

–Buenos días —oigo una voz detrás de mí, me doy la vuelta y veo a Aiden sonriendo, cruzado de brazos— No sabía que entrenabas aquí.

No puedo evitar mirarle de arriba abajo.
Lleva un pantalón corto de chándal y una camiseta de tirantes, él cabrón con esa ropa está tan sexy...Meneo la cabeza para dejar de pensar en las tonterías que últimamente me pasan por la cabeza. A este paso me volveré loca.

–¡Joder! De todos los gimnasios que hay en esta ciudad, ¿Tenías que venir al mismo que yo? —le replico, secándome el sudor.

–Señorita, llevo años viniendo aquí —responde burlón— así que soy yo quien debería de decir eso ¿No crees?

Lo mando a la mierda y mientras me dirijo a la sala donde están las máquinas de ejercicio oigo como se ríe, me contengo de no volver y darle un puñetazo por gilipollas. Después de correr, ejercitar piernas y brazos, empiezo a golpear el saco hasta que mi cuerpo y mis manos ya no aguantan más.
Adolorida vuelvo al vestuario para darme una ducha con agua fría y calmar el dolor. Una vez cambiada salgo del gimnasio, mientras miro el móvil, veo que tengo varias llamadas perdidas de Daniel.
Al levantar la cabeza me encuentro con Aiden apoyado en su coche con las manos en los bolsillos.

–Te estaba esperando. —dice mirándome fijamente— Sara, quiere que vayamos a cenar.

–Contigo, no voy ni de aquí a la esquina, así que lárgate. —le respondo, mientras paso de largo.

–Pues siento decirte que tu deseo, no se va a poder cumplir —réplica, mientras escucho sus pasos detrás de mí.

No me da tiempo ni de abrir la boca, cuando me coge de detrás de las rodillas y me levanta, quedando boca abajo viendo su espalda.

–Bájame o te aseguro que está vez no sólo será un rodillazo —le grito furiosa, pegándole en la espalda.

–Lo siento, pero tengo hambre y no voy a esperar una hora a que llegues para comer. —agrega, divertido.

Se para delante de la puerta del coche y me baja, como si me leyera la mente, me agarra de las muñecas y me aprisiona con su cuerpo.

–Por favor, deja las amenazas —murmura, sintiendo el calor de su aliento.

–Suéltame ahora mismo —le respondo, ignorando el cosquilleo que recorre por todo mi cuerpo.

–Sí te suelto ¿Subirás tranquila al coche sin agresiones? —Pregunta susurrando, apunto de rozar mis labios.

Por instinto giro la cabeza hacia el lado y siento su respiración en mi cuello, intentando mantener la compostura parpadeo varias veces y al levantar la vista, observo un coche negro estacionado con dos hombres dentro.
Estaba tan distraída que hasta ahora no me había dado ni cuenta.

–Dame tus llaves con disimulo y sube —le digo en el oído— sin preguntas.

Asiente, las busca en su bolsillo y pone sus manos en mi cintura dejándolas apoyadas ahí, sutilmente acerco el dedo y se las quito.
Me suelta y rodeo el coche metiéndome dentro al igual que él.

–¿Ahora si me puedes decir que está pasando? —Pregunta, con el ceño fruncido.

–Creo que me están siguiendo —le respondo, arrancando el coche— Si confirmo mis sospechas, te acabas de ganar una diana en tu espalda.

–En el parking no había nadie. —agrega sonriendo— ¿Te quieres vengar intentando asustarme?

–No te diste cuenta, porque estabas demasiado entretenido intentando besarme idiota. —añado, levantando la voz— Ahora mejor cállate y agárrate bien, que nos espera un viaje movidito.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora