10-Celos

171 37 2
                                    

Me quedo observando a Daniel, como si le hubiesen salido tres cabezas.

–No he dormido una mierda, acabo de discutir con mi madre y tú ¿me vienes con gilipolleces? —le ladro y se queda callado mirando el suelo— Aparte, yo no tengo que darte explicaciones. — añado cortante.

Se levanta de golpe y se tira del pelo frustrado.

–¡Joder, ya lo sé! —grita desesperado— pero qué hago con esto. ¿Dime? —apoya las manos en el tocador dándome la espalda.

–¿Sé puede saber de qué cojones estas hablado? —le respondo levantándome y mirándole a través del espejo.

–Te vi como bailabas con él —contesta dándose la vuelta y  mirándome fijamente— pensé que eran paranoias mías, pero... —no le dejo terminar la frase.

–Para, no sigas por ahí —le advierto— ni se te ocurra una puta escena de celos, tú y yo no somos nada, aparte acuérdate de que tienes novia, céntrate en ella y déjame en paz.

Camina hacia a mi lentamente, su mirada se queda en mis labios, mientras me acaricia la mejilla.

–Daniel, no lo hagas —me maldigo mentalmente por la voz tan ridícula que me acaba de salir.

–No me pidas eso —susurra cerca de mis labios.

Acabando la distancia me besa con dulzura agarrandome de la cintura, acercándome a su cuerpo hasta que no queda espacio entre los dos. De pronto me empiezan a venir recuerdos a la mente.

–¡No! —exclamo empujándole  bruscamente— esto no puede ser.

Intenta acercarse de nuevo y pongo las manos delante para detenerlo.

–¿No sientes nada por mí? —pregunta confundido

Quisiera decirle que sí, pero me quedo callada.
Asiente con la cabeza varias veces y se va dando un portazo. Una sensación de angustia se instala en mi pecho. Me acuesto en la cama y al rato me quedo dormida.
Cuando despierto, empiezo a sentir un dolor intenso de cabeza, me levanto y al salir  veo que no hay nadie, me tomo una pastilla y me siento en el sofá, al rato se abre la puerta, Daniel entra y no viene solo.
Una morena le acompaña, los dos van tambaleándose y muy acaramelados.
Sin mirarme se dirigen a la habitación.

–¿Qué cojones estás haciendo?—le pregunto con frialdad.

–¿Acaso no es obvio? — responde arrastrando las palabras.

–Bien, voy a sacar mis cosas. —replico intentando mantenerme tranquila.

Antes de que Daniel entre en la habitación, llegan mi hermana y Ángel.

–Britt ¿qué hacen tus cosas en el salón? —comenta ella con el ceño fruncido y mira a Daniel, antes de decir nada más Ángel se adelanta.

–¿Cómo se te ocurre meter a una tía en mi casa? —le grita acercándose a él— ¿Estás borracho? —pregunta cortándole el paso.

–¿Por qué tanto alboroto? —balbucea en tono burlón— Sólo me estoy divirtiendo un poco. —añade mientras le toca el culo a la morena.

–Te estás pasando —le replica Ángel con la mandíbula apretada y meneando la cabeza— esto no es ningún picadero, lárgate con ella a otra parte.

Suena el timbre y entra Aiden, sonriente.

–Traigo la cena, espero que os guste...—se queda callado cuando ve la situación.

–Ya tardaba en aparecer el niñato —grita Daniel y empieza aplaudir— ahora ya estamos todos ¿Verdad Britt? —con los ojos inyectados en sangre me reta. La morena al presenciar la escena se va.

–Mejor me voy, creo que he llegado en mal momento. —comenta Aiden dejando las bolsas en la mesa y se dirigiéndose a la salida.

–¿Oye, puedes llevarme? —le pregunto a Aiden.

Ya no puedo seguir aquí un segundo más sin estallar.
Como entendiendo la situación, asiente con la cabeza.
De un momento a otro, Daniel se planta delante de mí.

–No te vas a ninguna parte —dice agarrándome fuerte de la muñeca.— Tú te quedas aquí.

–Me voy a ir donde me dé la gana —le reto, intentando soltarme, pero él aprieta más fuerte, haciéndome daño. —Suéltame de una puta vez.

Sara intenta acercarse, pero Ángel se lo impide.

–Oye Daniel, tranquilízate la estás lastimado —le dice Aiden con cautela, intentando hacerle entrar en razón.

Sin decir nada él se gira y le golpea tirándolo al suelo. Ángel coge a su hermano y lo aparta, yo le extiendo la mano y le ayudo a levantarse. Recojo mis cosas en silencio y me dirijo a la puerta, le hago una señal con la cabeza y nos vamos, mientras bajamos las escaleras, escuchamos los gritos de Daniel.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora