50-Decepción

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Al parecer mi momento de estar relajada terminó, siempre tiene que aparecer en los momentos más inoportunos.
¿Pero cómo cojones sabía dónde encontrarme? ¿Me han puesto un chip rastreador o algo por el estilo?

–¿Qué haces aquí? Lárgate —le espeto tajante.

–Están preocupados, te han buscado por todas partes —responde Aiden con suavidad.

–Les deje bien claro en la nota que no me buscarán. —le replico cabreada— Como puedes ver estoy perfectamente, así que da media vuelta y vete.

Con una bolsa en la mano se acerca y se sienta a mi lado, ignorando que le acabo de echar de la manera más directa.
La abre y saca dos tuppers y me extiende uno, con curiosidad lo destapo encontrándome pasta con salsa boloñesa, mi estómago ruge al olerlo y Aiden se empieza a reír, le fulmino con la mirada y levanta las manos en signo de paz.
Me pasa un tenedor y empiezo a comer en silencio, me alegra ver que no ha empezado con preguntas ni a agobiarme con comentarios tontos, simplemente que se haya quedado disfrutando de este lugar al igual que yo.

–¿Cómo supiste que estaba aquí? —le pregunto al terminar de tragar.

–Por que vi como te brillaban los ojos cuando vinimos, en este sitio eres tu misma sin esa máscara de amargura que llevas todo el tiempo. —me responde con la vista puesta  en el horizonte.

Mi boca se queda en forma de O al escuchar su respuesta, como alguien que hace tan poco tiempo que me conoce, puede entender tanto sin apenas hablar. Lo observo con detenimiento y una marca en la mejilla me llama la atención.

–¿Te has peleado? —le pregunto de nuevo preocupada— ¿Has tenido algún problema?

Niega con la cabeza y las alarmas suenan en mi mente sintiendo que algo no anda bien, le miro los nudillos y veo que también tiene heridas.
Me levanto de golpe y le agarro de la muñeca para que él haga lo mismo, le conozco lo suficiente para saber que jamás ha sido un chico problemático ni agresivo.

–¡Deja la gilipollez y habla de una vez! —le exijo al no responder.

–No es nada tranquila. —murmura con una pequeña sonrisa.

–¿Nada? ¡Vete a la mierda! —bramo dándole la espalda.

Recojo todas mis cosas y antes de llegar al coche me frena atrapándome del codo, me hace un gesto con la mano para que le acompañe, mientras le sigo me avisa que me lo contará todo con la condición que no me enfade ni haga nada al respecto. Acepto a regañadientes y nos sentamos en el mismo lugar de antes.

Me empieza a contar que su padre es el policía que le ofreció el trato al mío, al principio él se acerco a mi hermana para vigilarla de cerca y ayudar a protegerla, pero con el tiempo se convirtió en su mejor amiga. También que la policía llevaba varios años buscándome, hasta que el rumor de que Morales volvía a la ciudad se extendió como pólvora y fue cuando Sara le dijo que había regresado y me conoció. Todo se empezó a torcer, cuando le pidieron que se alejara porque se exponía demasiado, al saber de la obsesión que ese cabrón tenía hacia mí, pero no hizo caso y el día que salió de mi casa le golpearon como advertencia.

Cuando termina su relato me quedo en shock. ¿Él era el informante de mi padre? Me incorporo aguantando las lágrimas, sintiéndome una completa idiota por dejarme llevar y entendiendo que él siempre ha sido una marioneta de su papaito.

–Como pude ser tan gilipollas, para no darme cuenta que eras tú quien le daba información a mi padre. —le digo con la voz entrecortada— ¡Confiaba en ti joder! —exclamo sintiendo un nudo en la garganta.

–Jamás les dije nada de ti, Britt. —responde desesperado— Yo no soy policía, tan solo les avisaba si veía algo raro, eso es todo.

–Claro, por eso aparecías en todas partes. —susurro atando cabos— sabías todos sus pasos.

–¡No! —niega frotándose la cara— Deje de ayudarles cuando... —Se queda callado a mitad de la frase.

–¿Cuándo? A ver qué mierda me vas a soltar... —espeto mirándole con asco.

–Me enamore de ti. —musita sin dejarme acabar la frase, mirándome fijamente a los ojos.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora