Verdades Ocultas (Capítulos Cortos)

57-Pueblo

Cuando la parejita feliz llega hasta nosotros, mi hermana se tira a los brazos de su amiga para saludarla emocionada y acto seguido ponerse a planear  todas las cosas que podrán hacer y visitar.
Parece que Sara no entiende que esto no es un viaje de vacaciones, es solamente para conocer a esa chica que me dijo Jorge. Con lo interesado que estaba, debe de ser alguien importante para que me haga ir al quinto carajo.
Después de pagar la cuenta, Daniel le da sus llaves a Ángel y empezamos a meter las cosas en el maletero, como era de esperar, parte de sus cosas acaban en mi coche.
Una vez hemos terminado de guardarlo todo (haciendo un tetris) Daniel se sube conmigo y los otros dos se van con mi hermana.
Nos paramos en la gasolinera para llenar el tanque y así no quedarnos tirados a mitad de camino, ya que según me ha comentado Laura, ese lugar está bastante apartado.
Pongo la dirección en el gps del móvil y arranco con ellos siguiendome.

–Aún no tengo ni idea hacia  donde vamos. —comenta Daniel con una sonrisa— ¿Quién te ha dicho que vayas a esa dirección?

–Jorge. —le respondo tajante— Y no quiero que empieces a decir gilipolleces.

–¿Le vas hacer caso a ese imbécil? —replica subiendo la voz— ¿Qué mierda tienes en la cabeza?

–No tengo porque darte explicaciones y si no confías en mi, mejor bájate. —le respondo  con frialdad.

Nada más terminar la frase pego un volantazo y derrapo en el arcén haciendo que se levante el polvo, Ángel se sitúa a unos metros detrás de mi para ver que está pasando.
Me bajo del coche al escuchar los insultos de Daniel hacia Jorge y le abro la puerta para que se vaya con los demás.
Sara se acerca alarmada al verme tan enfadada y gritándole.

–¿Britt que te pasa? ¿Por qué estáis discutiendo? —pregunta ella preocupada.

–Tu hermana va directa a la boca del lobo, la dirección en la  que vamos se la ha dado Jorgito. —interviene Daniel hablando con desdén.

–¿Por eso? Tranquilo él no es como piensas. —suelta Sara de lo más tranquila— hazle caso y vámonos. —agrega y se va sin más.

¿Ella también lo sabe? ¿Desde cuándo? ¿Y por qué no le ha dicho la verdad? Empiezo a pensar que mi querida hermanita sabe más de lo que parece.
Él me hace un gesto para sigamos con el viaje, después de dudar unos segundos, volvemos a la carretera, pero esta vez con mi acompañante de morros.
Pongo la música alta para romper un poco la tensión por la discusión de antes y que el trayecto no se me haga tan pesado.
Al cabo de cinco horas llegamos a un pueblecito pequeño rodeado de montañas y árboles, después de tanto tiempo decidimos parar un poco antes de seguir.
Caminamos por varias calles vacías y no se oye ni un solo ruido, buscamos algún lugar abierto y cuando estábamos a punto de darnos por vencidos nos encontramos una cafetería pequeña y muy acogedora.
La campanilla de la puerta suena y sale una señora mayor para atendernos, nos sirve café y algunos pasteles. Cuando ya hemos acabado, me acerco con cautela a ella y después de pagarle le pregunto en voz baja si conoce a la chica y donde podríamos localizarla.
Al ver la cara de miedo que se le queda a la pobre mujer, la calmo diciendo que somos unos parientes suyos y que venimos a darle una sorpresa.
Le damos las gracias por todo y volvemos al coche, sigo las indicaciones que me ha dicho y bajo por un camino hasta una casita cerca de un lago.
Aparcamos enfrente y toco el timbre que hay fuera en la verja, de repente sale un perro enorme ladrando y enseñándome los dientes.
Me echo hacia atrás para evitar que me muerda, oímos un silbido y el grandullón se mete en su caseta. De pronto se abre la puerta principal y sale una mujer rubia de ojos verdes, con un vestido estampado de flores, se acerca a nosotros despacio y se para de golpe con las manos en la boca de la sorpresa y los ojos como platos.
¿Qué bicho le ha picado a está?
Me quedo confundida al ver su reacción, pero para acabar de quedarme a cuadros, Daniel se pone a mi lado, con la cara desencajada.

–¿De verdad eres tú? —dice él con la voz rota.